El extraño calvario de Lautaro Acosta
Casi un año después, Lautaro Acosta ha encontrado al fin la raíz de sus eternas molestias. Según ha podido saber eldesmarque, después de numerosos tratamientos y revisiones en Vitoria con el doctor Mikel Sánchez, los médicos ya han dado con el centro de la cuestión que provoca la calcificación en el tobillo del argentino. En concreto, la 'culpa' la tiene una pequeña arteria de la zona, que se encuentra abierta y expulsando sangre continuamente al hueso que sufre la citada calcificación. De hecho, éste se alimenta y crece precisamente debido a esa sangre. Pues bien, el próximo miércoles Acosta acudirá de nuevo a Vitoria, porque hasta la fecha no se ha encontrado un médico capaz de intervenir esa arteria y lograr cicatrizarla de una vez por todas.
De momento, la idea es someter al argentino a un duro tratamiento a base de corticoides que puede alargarse hasta los cinco meses, con objeto de cicatrizar esa arteria sin necesidad de pasar por el quirófano. El problema es que con esa inyecciones el argentino no podría estar a disposición de Manolo Jiménez salvo una fuerte infiltración, como podría suceder el próximo martes en el choque de Copa ante el Atlético Ciudad. De hecho, al menor golpe en la zona el dolor se hace insoportable para Acosta, como sucedió la semana pasada en el partidillo de entrenamiento ante el Sevilla C. Incluso el padre del jugador llegó a Sevilla hace unos días para tratar de solucionar el asunto de una vez por todas. El prestigioso Mikel Sánchez ha peinado el mundo en busca de un especialista en una materia tan extraña y poco usual, aunque por ahora no lo ha encontrado. El argentino está dispuesto a operarse siempre y cuando haya unas mínimas garantías de que eso pondrá fin a sus molestias, algo que de momento no sólo no le aseguran sino que incluso correría el riesgo de no tener una segunda oportunidad si la arteria no cicatriza a la perfección previamente, y la calcificación se vuelve a reproducir una vez ya haya sido intervenida quirúrgicamente. Así pues, Acosta vive un auténtico dilema. Ya conoce el problema pero nadie le da una solución.