El Sevilla pisa firme en Europa
Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha sacado adelante su partido ante el Friburgo en la segunda jornada de la Liga Europa, por lo que se consolida como líder y confirma su buen hacer en Europa por el momento. Seis partidos, seis victorias. La de este jueves no pasará a la historia por su brillantez, pero vale tres puntos y coloca al equipo nervionense en una cómoda situación para afrontar el resto de la primera fase.
El partido ante el Friburgo no fue brillante, decimos, aunque quizás habría que hacer una excepción al referirse a un futbolista, Iván Rakitic, para el que el calificativo de brillante se queda corto en esta tarde-noche europea. Porque no fue solo brillante, a pesar de sus magníficos pases servidos a distancia, algunos convertidos casi en asistencia. Fue, además, un auténtico pulmón y un auténtico ejemplo para sus compañeros. No solo las da como nadie, también las roba y las pelea como casi nadie en el equipo. Enorme actuación del croata en un partido bastante plano hasta que sacó de sus botas un gran pase a Bacca que acabó en penalti, expulsión y gol.
Hasta entonces, es decir, toda la primera parte, el partido fue discreto por no decir malo. El Friburgo se metió en su campo, pero concediendo en muchas ocasiones la espalda a los sevillistas. Algo que agaredeció Rakitic, que sacó su tiralíneas para enviar varios balones milimétricos. Pero no los aprovechó el equipo hispalense, que se mostraba indeciso e impreciso en los últimos metros. Era la única fórmula de penetración que probaba el Sevilla y que le daba resultado. De juego interior, poco, entre otras cosas porque de ese juego interior se encargaban Perotti y Trochowski, muy voluntariosos pero poco atinados físicamente. Aún le queda a ambos para alcanzar un ritmo realmente competitivo.
Por todo ello, y por muchas imprecisiones si no la cogía Rakitic, el partido en sus primeros 45 minutos fue un tostón, en el que, eso sí, Varas apenas sufrió porque el Friburgo, limitado a la hora de sacar la pelota, encontraba enormes dificultades para acercarse a la meta sevillista.
La segunda mitad la comenzó el Sevilla con una pizca más de ritmo, tampoco una revolución, pero algo más intenso, lo que le sirvió para meter más a su rival atrás y seguir encontrando ocasiones, a veces, y aproximaciones, otras veces. Todo hasta que Rakitic tuvo compasión de los espectadores que se atrevieron a acudir a Nervión y se sacó desde su puesto de mediocentro, por cierto, un balón magnífico en largo a Carlos Bacca. El colombiano, todo sea dicho, completó el gran pase con otra gran maniobra que provocó la expulsión de Diagné y el posterior penalti transformado por Perotti. La media hora de partido que quedaba hasta el final fue una cuenta atrás para saber cuándo metería el Sevilla el segundo gol que cerrara el partido ante un rival en inferioridad. Tardó, porque después de varias ocasiones, de un palo, de algún uno contra uno desperdiciado y demás repertorios de indefiniciones en ataque Jairo, peleón pero impreciso toda la noche, se sacó de la chistera un jugadón impresionante desde el mediocampo hasta el área para dejársela en bandeja a Carlos Bacca, que metió su golito.
El partido, por todo lo relatado, no fue brillante, aunque tuvo acciones de mucha brillantez. Pero la Liga Europa es una competición larga, más de eficacia que de brillantez, que ya habrá ocasiones que la exijan. Por ahora, el Sevilla camina con paso muy firme en Europa y comanda con comodidad y autoridad su grupo. Ahora, a trasladar esa comodidad a la Liga. Con Rakitic como director de todo será posible.