Más bueno que bonito

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha logrado un positivo resultado en casa del Maribor, un empate a dos que debe validar en la vuelta en el Sánchez Pizjuán. Sin embargo, no se debe volver contento el equipo hispalense de la coqueta ciudad eslovena, porque debió y pudo traerse un mejor resultado. Tuvo ocasiones para ello, de sobra, pero nuevamente las desperdició y se quedó sin esa ansiada victoria que no acaba de llegar desde principios de 2014, cuando batió al Getafe. 

Y no ganó el equipo hispalense por dos defectos que vienen reiterándose de manera insistiente en los últimos partidos. Por una parte, la falta de eficacia en ataque. Tuvo oportunidades de sobra para haber dejado finiquitada la eliminatoria el equipo de Emery. Las tuvo, sobre todo, Gameiro, cuyo gol no redime sus tremendos fallos anteriores. Tuvo el francés tres ocasiones claras que desperdició, y a él se unieron en el tramo final del encuentro otras de Iborra, Rakitic o Marin. La otra parcela en la que volvió a errar el equipo sevillista fue en la zaga y en la portería. Flaqueó atrás el Sevilla y flaqueó Varas en el segundo gol, cuando hasta entonces había estado bastante firme. No debe entrar esa pelota, sobre todo tan centrada. 

Con algo más de eficacia, con una pizca más de eficacia, el conjunto hispalense se habría venido de Eslovenia con una eliminatoria prácticamente encarrilada o incluso sentenciada. Pero falla, falla mucho y en muchos aspectos el Sevilla, y por eso no gana desde principios de enero y por eso acumula una racha de siete encuentros sin celebrar una victoria.
Más allá de esos errores en ataque y atrás, en términos generales el Sevilla fue algo mejor que el Maribor, pero más que por el planteamiento o por el desarrollo del encuentro, por la calidad intrínseca de los futbolistas de uno u otro equipo. Porque en actitud, orden, sacrificio y goles, el Maribor igualó con su oponente, y eso debe hacer reflexionar a los hispalenses de cara al futuro en esta competición y en la Liga. El Sevilla debe elevar sus porcentajes de acierto, sí, de seguridad, también, y de sacrificio. No debe acomodarse en vano y discreto nivel que no lleva por ahora a ninguna parte. Puede elevarlo. 
El Sevilla se encontró con un Maribor limitado, sí, pero muy consciente de sus carencias y con las ideas muy claras. Se posicionó bien en el campo, mejor que el equipo hispalense, acumuló futbolistas atrás e intentó crear peligro a la contra. Por su parte, el equipo nervionense anduvo muy dubitativo. No mandó tanto como para monopolizar el partido y no estuvo tan seguro como para imponer su ritmo de partido. El resultado fue un partido muy intermitente, en el que las llegadas locales eran más peligrosas que las visitantes. El Sevilla solo encontraba fútbol cuando Rakitic retrasaba su posición y cuando eso ocurría apenas existían efectivos que dieran opciones al croata. Por tanto, los hispalenses difícilmente alcanzaban las vías de penetración hacia Handanovic (primo del meta del Inter, por cierto).
Con más claridad y más espacios lo hacía el Maribor, que cuando robaba, no en demasiadas ocasiones, montaba sus contragolpes con sentido y con rápidas incorporaciones. Aunque no habían inquietado asiduamente los jugadores de púrpura a Javi Varas, cuando Tavares apareció por el área del meta canterano, lo hizo de verdad. Una tremenda indecisión de Fernando Navarro en el costado izquierdo sevillista propició una internada local que acabó con un pase de la muerte al brasileño, que no perdonó. Ayudó que no apareciera ningún jugador de amarillo, a la sazón sevillista este jueves, a su alrededor. Cheryshev y los centrocampistas de contención, ayudados por la indecisión de Navarro, se durmieron en los laureles y apenas siguieron la jugada. En definitiva, 1-0 para el Maribor e ideas plomizas en el Sevilla.
Sobre todo en Gameiro. El francés, que luego rompería su gafe, falló hasta dos claras ocasiones en la primera mitad. Una escorada, sí, pero a puerta vacía, y otra en el que recurrió al taconazo cuando pudo controlar y disparar en el área chica. Y sin efectividad, el Sevilla se marchó al descanso con el marcador en contra pero con Marin ya en el campo por lesión de Cheryshev, una más.
Esperanzadores fueron los minutos del citado Marin. Aportó más posesión, más fútbol al Sevilla. Tanto como para darle más continuidad al juego de los de Emery y más profundidad. Y tanto como para liberar a Rakitic, que ya no tenía tantos vigilantes a su alrededor. Por eso pudo propiciar asistencias, aun sin tocar la pelota, como en la clara oportunidad marrada por Gameiro, o como la del 1-1, desde un costado del área, milimitrada, al francés. Esa no la falló, por vergüenza no podía fallarla. Y empató el Sevilla.
A partir de ahí el choque se rompió algo más. El Maribor se fue más arriba, se enloqueció un poco y el conjunto andaluz pudo sorprender en más ocasiones a su rival. Lo hizo, cómo no, a balón parado, con Fazio como protagonista. Tal como estaba el encuentro el tanto del argentino parecía casi definitivo para la eliminatoria, sobre todo porque el Sevilla se veía con capacidad de hacer daño. Y pudo hacerlo, pero le faltó efectividad.
Y seguridad. El Maribor parecía estar cerca de arrojar la toalla cuando un disparo sin aparente peligro, centrado, del recién salido Vrsic sorprendió a Varas y supuso el 2-2.
Aún así pudo marcar alguno más el Sevilla: Trochowski tiró al palo, Iborra a las manos del meta... Pero no desniveló la balanza.
Ahora el conjunto blanquirrojo tendrá que solventar y cerrar la eliminatoria en el Sánchez Pizjuán. No debe de tener problemas en Nervión, pero lo cierto es que se marcha de Eslovenia con la sensación que se dejó deberes por hacer.