30 años de la gesta del Steaua en el Sánchez-Pizjuán
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El Sánchez-Pizjuán fue escenario el 7 de mayo de 1986 de una de los días más negros en la historia del Barcelona, rival del Sevilla en la final de la Copa del Rey del próximo 22 de mayo. Este sábado se cumplen 30 años de una sus derrotas más dolorosas, la de la final de la Copa de Europa. Su rival era el Steaua de Bucarest, un equipo que había logrado el pase a la finalísima tras una enorme racha en el torneo, pero que ni mucho menos tenía nivel para estar ahí.
Todo parecía a favor del conjunto azulgrana, claro favorito y que contaba además con la baza de jugar en un Sánchez-Pizjuán abarrotado de barcelonistas, frente al escaso millar de aficionados rumanos que presenció el encuentro. Sin embargo, nada salió como se esperaba. El equipo barcelonista se mostró incapaz de hacerle daño un rival que mostró oficio y no mostró ninguna debilidad a su oponente. Schuster, que acabó sustituido y marchándose en taxi al hotel antes de que acabar el encuentro, estuvo a punto de marcar de cabeza, en una de las pocas ocasiones claras sobre la meta de Duckadam, a la postre héroe de la final.
Finalmente, se llegó a los penaltis. La tanda no empezó mal. Urruti paró un lanzamiento a Majearu. Pero entonces apareció Duckadam para hacerse enorme ante Alesanco, y Pedraza, y Pichi Alonso, y Marcos. Los lanzamientos terminaron con un 2-0 que convirtieron en campeón de Europa al Steaua de Bucarest.