Una de esas victorias... una de esas
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El Sevilla logró una de esas victorias. Una de esas que llegan en noches malas. Una de esas victorias que llegan cuando el sufrimiento parece infinito. Una de esas victorias cuando no salen las cosas. Una de esas victorias cuando tus mejores hombres no están, ni en el campo ni en el banquillo. Una de esas victorias que llegan cuando el rival se sube a las barbas. Una de esas victorias que se celebran como títulos. Una de esas victorias que al lograrse se hace con la conciencia de haber sumado una de esas victorias, una de esas.
El Sevilla hizo 20 minutos meritorios de partido y otros 70 tras la pelota, la que tuvo el Athletic. En esos 20 minutos hizo ocasiones, falló un penalti y marcó un gol. En los otros 70 sudó, sufrió y corrió mucho, casi siempre tras la pelota que tenía el Athletic. En la segunda parte sobre todo, el equipo vasco pasó por encima de los de Sampaoli, y solo la falta de remate y de un delantero privó a los vizcaínos de mejor suerte. La falta de un delantero y la presencia de los defensas sevillistas, que se crecieron ante la adversidad, sobre todo Rami. Con ese sufrimiento logró llevarse la victoria el Sevilla en una noche pobre en lo futbolístico, rica en felicidad.
El Sevilla se sirvió de 20 buenos minutos para marcar su gol, fallar un penalti y generar ocasiones, pero a partir de entonces perdió la pelota y perdió las fuerzas
El Sevilla, que no contaba con sus, quizás, dos mejores jugadores, N'Zonzi y Vitolo, arrancó el partido muy vivo, dinámico, móvil. Correa, en la izquierda, Jovetic, por el centro, y Vietto, por la derecha, se ofrecían siempre y además daban profundidad al equipo. Iborra y Kranevitter, que intentaron entre los dos hacer un N'Zonzi, presionaron arriba y provocaron bastantes robos y salidas rápidas del Sevilla. Fueron buenos primeros minutos del conjunto de Jorge Sampaoli, que se metía en campo rival y que generaba ocasiones. Antes del penalti que originó el 1-0 ya pudo marcar en una doble ocasión de Jovetic y Correa que salvó milagrosamente Iraizoz. El caso era que el equipo hispalense encontraba vías de penetración y acumulaba varios jugadores dando superioridad en zonas trascendentes del campo, en el costado derecho, con la incorporación de Mariano, y en la izquierda, con Correa y Jovetic o Nasri de apoyo. Fueron buenos minutos sevillistas que encontraron premio en un penalti, bueno, en un rechace. La pena máxima sobre Vietto fue clara, y de nuevo la pena máxima fue para el Sevilla, que volvió a fallar desde los 11 metros, en este caso Jovetic. Menos mal que anduvo listo (se anticipó al meterse en el área en el rechace) Iborra para ir al rechace y batir a Iraizoz. Muestra de la concentración del valenciano, auténtica alma de este equipo.
Esos buenos minutos sevillistas no habían estado exentos de algún que otro ataque del Athletic, que si bien se vio superado en esos primeros 20 minutos se rehízo con entereza y buscó el empate con argumentos. Lekue por la derecha trajo loco a Escudero, que sufrió. Sufrió tanto que apenas subió. Y Muniain por el centro aprovechaba algunas distancias poco oportunas entre Iborra y Kranevitter. Un remate al palo de Raúl García, de cabeza, fue la ocasión más clara, pero llegó el Athletic por medio de Saborit y Williams en otras oportunidades, aunque sin acierto. Le vino bien el descanso al Sevilla porque empezó a sufrir más de la cuenta y ni robaba, ni salía a la contra ni encontraba la posesión. El partido se ponía complicado.
Sin réplica, sin balón
Y tanto. El descanso no fue interrupción de esas sensaciones del final de la primera mitad, más bien al contrario. Fue impulsor de las esperanzas vizcaínas. El conjunto de Valverde se plantó en campo contrario, empezó a presionar muy arriba, como hizo el Éibar 10 días antes. Y le creó apuros con mayúsculas el Athletic al Sevilla, que no encontraba donde descansar durante el encuentro. Ni en Nasri, agotado en la segunda mitad, ni en Vietto ni en Jovetic en ataque, poco inteligentes en su juego, ni en Vázquez, que salió al poco por Correa pero que tampoco dio esa ansiada posesión. La pelota era del Athletic, los balones divididos eran del Athletic, las carreras eran del Athletic, porque físicamente también bajó el Sevilla. La realidad es que la escuadra vasca superó en casi todo a los de Sampaoli en la segunda mitad. La sensación fue de agobio total. Durante fases continuadas del encuentro ni pasar del mediocampo pudo el Athletic. En esa etapa del partido, eso sí, le faltó claridad en los metros finales a conjunto rojinegro. Apenas Raúl García atinaba a rematar con peligro (de cabeza, de vaselina, de duro golpeo) y exigió a Sergio Rico. Por ahí se salvó el Sevilla, por esa falta de remate, por esa falta de referencia ofensiva, porque poco más rescatable hubo en esa segunda mitad.
Ni los cambios de Sampaoli, entraron Vázquez, Ben Yedder y Montoya, evitaron el monopolio del juego del Athletic en la segunda mitad, que echó de menos a un delantero y se estrelló ante Rami y Rico
Algún pequeño respiro encontró en las salidas de Ben Yedder y Walter Montoya, que al menos aportaron piernas, frescura, pero no sentencia. Solo una jugada de Mariano pudo llevar el segundo. Pero el sino era sufrir, sufrir mucho. Sin la pelota, en cada balón aéreo buscando a Raúl García, que encontró otro gigante en Rami, que se creció en la adversidad para calmar a su equipo en cada pelota que volaba.
No dio réplica el Sevilla, pero supo sufrir, supo amarrarse los machos y defender a muerte los últimos minutos con un árbitro desesperante a veces, poco entendible. Pero supo sufrir el equipo de Sampaoli hasta llevarse la victoria, hasta sumar tres puntos que valen su peso en oro, que mantienen al equipo nervionense en una dura pelea, en la más duras de las peleas. El día en que el Sevilla no jugó un pimiento, en el que se le vio cansado, agotado, sumó más puntos a la bolsa. ¿A cuál? Pues a la de la Liga de Campeones seguro, porque cada vez hay más brecha con el cuarto, en este caso el Atlético. Y de paso también a la de la Liga, porque el Sevilla, este Sevilla sigue en la pelea por lo máximo con estos tres puntos, con este trunfo, uno de esos que valen oro, uno de esos que ayudan a lograr objetivos importantes, uno de esos que llega cuando el momento no es el mejor. Uno de esos.
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Partido infame ganado inmerecidamente ( y van unos cuantos esta temporada) y encima enésimo mangazo arbitral ya que el penalti debió ser repetido como mínimo porque iIborra entra en el ares antes de tiempo y gracias a eso puede marcar, como en el derbi se favorece de una ilegalidad. Asi se puede ganar la liga claro. Por méritos futbolísticos estarían en mitad de la tabla .