Cuando 'Dios' castiga el perdón
Pocas veces habrá tenido el Sevilla tan bailando en su mano al mejor equipo del mundo. Pocas veces habrá tenido la oportunidad el Sevilla no ya de vencer, sino de golear al Barcelona de Messi. Y pocas veces ha estado tan cerca un equipo de esta Liga de acabar con la condición de invicto del Barcelona. Todo se ha visto poco porque realmente se ha visto muy poco a un equipo capaz de superar a este Barça, con o sin Messi. El Sevilla lo hizo, con planteamiento magnífico de Montella, con un nivel excelso de la gran mayoría de sus jugadores, con ocasiones de todos los colores, obra y condición. Pero lo que en el minuto 86 parecía un hecho consumado casi para la historia se quedó en un lamento apenas dos minutos más tarde. Los que tardaron Luis Suárez y sobre todo Messi en aguar la fiesta sevillista. El 'Dios de Fútbol' no tuvo misericordia y castigó tanto perdón sevillista.
Realmente, es posible que este tipo de partidos al Sevilla solo se le puedan escapar ante un Barça de Messi. Quizás ni el Bayern pudiera levantar un partido así a esas alturas, porque lo estaba haciendo bien, muy bien el conjunto nervionense. Pero por eso Messi es Messi, claro. Pero es que ni justificándose en la deidad argentina debió perder el Sevilla este partido. Tan bien, tan bien hizo las cosas el conjunto de Montella que debió ganar, y sobrado. Se puso 2-0 con mucho esfuerzo, y a partir de ahí llovieron las ocasiones, que no los goles. Qué sería de este equipo con más artillería, con más instinto asesino. Qué sería de este equipo con delanteros matadores...
El Sevilla tiró por tierra en la segunda mitad un abanico casi incontable de oportunidades, de todos los colores; un partido que bien pudo acabar con cuatro o cinco goles a favor se le fue por su falta de puntería
Porque en el resto, cuando el Sevilla está, tiene un nivel muy alto. Tanto como para hacer frente y superar al Barça. En defensa Lenglet, Mercado, Escudero, hasta Kjaer este sábado, luego Navas. Todos mantuvieron un rendimiento genial. Y si geniales fueron atrás, la dupla Nzonzi-Banega violvió a dar una lección magistral de cómo jugar, cómo leer y cómo entender un partido. Espectacular, se impusieron a los azulgrana en la medular aprovechando la ausencia de Busquets, un imposible según qué casos. Arriba no es que estuviera mal el Sevilla en cuanto a generación, en cuanto a disposición, pero no se pueden ni se deben fallar tantas ocasiones claras. Se paga caro. Este sábado con dos puntos, en una final, como la que jugará ante el mismo Barcelona el 21 de Abril, más caro. Y en una eliminatoria de Liga de Campeones, como la que afronta el Sevilla este martes, más caro aún.
Ese fue el único pero que ponerle al Sevilla, y quizás algunas inseguridades en la meta. Porque es hasta asumible que el Barça de Suárez y Messi te marque dos goles. No lo es perdonar tantas ocasiones.
Montella y su buen plan
Lo hizo todo el Sevilla, o casi todo, para acabar con la condición de invicto del Barcelona. Lo hizo todo el Sevilla, porque en realidad fue mejor que el rival, porque tuvo muchas más ocasiones, sobradas, para marcar más goles que su rival. Porque su plan fue mejor y porque
El Sevilla, eso sí, dejó claro desde el inicio que no era el Sevilla de Leganés, o de Éibar. El Sevilla era el Sevilla, el de las grandes noches y el de los partidos de enjundia, más allá de lo que ocurriera con el resultado. Lo demostró con su concentración habitual y con un nivel muy elevado de las referencias del equipo. Cuando en este equipo Banega, Nzonzi, Lenglet, Navas, ya recuperado, entre otros están metidos en el partido, el Sevilla está metido en el partido, y el rival sabe de inmediato que tendrá que sufrir para doblegarlos. Incluso el Barcelona, con o sin Messi.
El equipo de Montella se aplicó en varias facetas del juego para hacer la vida más complicada al todopoderoso equipo culé. Anduvo bien en la presión, y hasta robó varios balones comprometidos. Sabía el conjunto hispalense que no estaba Messi, pero que tampoco estaba Busquets, y ahí sufrió el conjunto azulgrana en algunas ocasiones, porque Paulinho es muchas cosas pero con el balón no tiene el nivel de sus compañeros de línea, y porque a veces la presión estaba tan bien ejecutada que hasta Rakitic o Iniesta tuvieron problemas para encontrar la transición adecuada. Claro que, cuando la pelota circulaba, el Barça cargaba sus dosis de peligro. Luis Suárez la tuvo al poco de comenzar el partido en un par de ocasiones encontrando la debilidad de Kjer, Jordi Alba alcanzó con peligro la línea de fondo y Dembele completó tres o cuatro carreras llevando la pelota al área.
Pero el Sevilla, en esas ocasiones, se mantenía entero, aguantaba en defensa, de nuevo con un inmenso Lenglet, y luego manejaba dos registros del juego claves cuando se está ante el Barcelona. Saber salir rápido cuando procede, a la contra, y saber salir tocando, sin prisas, cuando se debe. Cuando Nzonzi y Banega están al nivel, las dos cosas las sabe hacer el Sevilla, sabe cómo, sabe cuándo y sabe por qué, porque esa pareja de la medular, al máximo nivel, está entre las Top de Europa.
En una mezcla de ambas, de contra, de velocidad, y luego de toque, llegó el buen gol del Sevilla. Navas, que mantuvo alerta siempre a Jordi Alba y hasta lo contuvo, salió en velocidad, la puso al segundo palo a Correa y ahí el argentino, en combinación con Vázquez, lo hizo muy bien. Había fallado una clara ocasión antes Correa a pase de Navas, pero esta vez lo hizo de cine para encontrar, entre una abarrotada área, una vía hacia el Mudo, que este sutilmente aprovechó para batir a Ten Stegen.
El gol aumentó la confianza del Sevilla y caldeó a la grada, que empezaba a tomarla con González González y sus asistentes, muy displicentes con el Barça y rígidos con los locales. Pero el partido siguió igual, con el Barcelona generando ocasiones por calidad e insistencia y el Sevilla gozando de salidas gracias a una férrea defensa y la magistral batuta de Banega y Nzonzi.
Las cosas iban bien para los sevillistas, y mejor que irían, porque nada más comenzar la segunda mitad, en una de las primeras de muchas y muchas contras, Muriel, tras jugadas rocambolescas, marcó ajustado al palo el segundo gol.
En dos minutos, Luis Suárez y Messi acabaron con todo el trabajo realizado de forma tan brillante por el conjunto sevillista, que había superado en casi todo al Barcelona
El Sevilla había descosido al Barcelona, y así sería durante toda la segunda mitad, en la que una contra tras otra encontraba superioridad. Por aquí con Navas y Layún (suplió a Mercado, con una amarilla), por allí con Muriel o Correa, por el centro con el Mudo o hasta con Nzonzi. Robaba en la frontal el Sevilla y se disparaba mientras el Barcelona se estrellaba una y otra vez con la zaga local.
De hecho fue así hasta con Messi en el campo. Evidentemente, tuvo que recurrir a él Valverde para intentar solucionar la papeleta. Pero al argentino también le robaban la pelota los sevillistas para luego salir a la contra. Muriel, que tuvo varias, Navas, una clamorosa, el Mudo Vázquez... Fue casi insultante el abanico de oportunidades sevillistas... perdonadas.
Y pese a todo parecía que se llevaría el Sevilla el gato al agua, por más que hubiera desperdiciado seis ocasiones o siete claras. Pero el castigo del perdón es inflexible, más si es Messi el que lo ejecuta. En el minuto 86 Suárez marcó a la salida de un córner en segunda jugada.
En el siguiente minuto Messi sacaba su látigo castigador inmisericorde desde fuera del área para flagelación de los sevillistas.
No se lo mereció el Sevilla, o puede que sí, que se mereciera tal castigo por no ser capaz de terminar su obra, una gran obra que acabó a medias.
Todos los resultados en resultados.eldesmarque.com