Hay luz allí a lo lejos

Un empate en el enésimo partido pobre del Sevilla FC, en el que apenas ‘jugó’ durante 20 minutos, deja abiertas las opciones nervionenses de entrar en la Liga de Campeones. Entreabiertas más bien, pues necesita casi de un milagro en la última jornada. El equipo de Nervión siguió siendo un fantasma durante 70 minutos, una metáfora de su peor cara en una temporada extraña que deja sensación de mediocridad, pero en la que llega con opciones de ser cuarto a la última jornada. Cosas de la grandeza, debe ser. Luego, se empezó a creer que podía competir con un equipo en chanclas y buscó con ahínco la victoria en el tramo final, pero ya era demasiado tarde. ¡Ay! de lo que se escapó en Girona y ante el Leganés, por hablar de los desastres más cercanos.

En el partido del Wanda Metropolitano había un equipo que ya no se jugaba nada y otro que mantenía aún un débil latido de la vida que le metería en la Champions o, en el peor de los casos, le aseguraría no jugar unas desagradables previas que empiezan en el mes de julio. Cabría esperar que el segundo le pusiera más intensidad que el primero, pero no fue así al inicio.

Bien espoleado por ser el día de la despedida a Godín, o simplemente porque es mucho mejor que este Sevilla indolente, el equipo colchonero comenzó apabullando, con cuatro acercamientos de peligro en los primeros cuatro minutos. Franco Vázquez, en el 5’, apagó un poco el fuego con la ocasión más clara del Sevilla en el primer acto, que tampoco es que fuera clarísima.

El Sevilla ha demostrado en el tramo final de competición que es un trapo y cualquier equipo le pinta la cara. Uno bueno como es el Atlético de Madrid, sin ganas de hacer sangre, no necesita de muchos esfuerzos para ser superior.

El escudo nervionense se ha ganado el causar respeto en los últimos lustros, pero cuando el rival ve que enfrente tiene a un equipo remendado, con poca gasolina y aún menos espíritu… que si Gnagnon como lateral, que si un centro del campo inocuo en ataque y defensa con el hiperexcitado Roque Mesa y el débil Gonalons –que se volvió a lesionar-, o una pareja de centrales, con Kjaer y Sergi Gómez, en las antípodas de cualquiera que puedan formar los colchoneros… pues ese respeto se va por el retrete.

Pasada la media hora a Koke le llegó una pelota en su campo. Sin ningún alarde de nada, ni de velocidad, ni de control, ni de regate, ni de nada, se plantó en la frontal mientras Gonalons le acompañaba, Kjaer reculaba y el resto del equipo miraba. Chutó de chiste, la pelota tocó en Kjaer y se coló botandito en la portería por donde Vaclik no podía llegar. Unos segundos que reflejan la temporada del Sevilla, una jugada que resume una campaña en la que ha rozado el ridículo, sólo salvada por los primeros meses de competición, un gol que era toda una metáfora.

El gol de Koke fue una jugada que resume la temporada del Sevilla, una campaña en la que ha rozado el ridículo. Un gol que era toda una metáfora.

Antes del descanso hubo tiempo para que Gonalons se lesionara –sí, otra vez-, en un arranque, para que entrara Amadou y para que el Sevilla se siguiera mostrando como un equipo menor, muy menor. De Burgos Bengoetxea mandaba a los equipos a vestuarios y la única buena noticia es que ya sólo quedaba partido y medio de aguantar a este equipo. Perdía el Getafe en Barcelona, pero qué más daba eso viendo el partido así…

Tras el descanso el partido siguió el guion durante los primeros minutos. Thomas casi marcó nada más salir y en el 61’ se le anuló un gol a Correa por fuera de juego previo gracias al VAR. A partir de ahí el Atlético empezó a acomodarse y por fin, un mes después, reaccionó el Sevilla, que veía que ante un equipo relajado no era tan difícil llevarse algo a la boca.

Así llegó el gol en el 69’. Centró Franco Vázquez, remató Sarabia sin dejarla caer y el destino le concedió al Sevilla un bendito rebote en Montero con el que batió a Oblak.

Desde entonces sucedió lo que durante la hora y media anterior parecía imposible. El Sevilla comenzaba a mandar en el partido e incluso tuvo una clarísima cuatro minutos después, en la mejor jugada en mucho tiempo, Sarabia la echó alta en el mano a mano con Oblak.

Sarabia marcó con fortuna el gol del empate y cuatro minutos después tuvo el de la victoria tras la mejor jugada del Sevilla en el último mes. La echó arriba en el mano a mano con Oblak.

Entonces los de Caparrós volvieron a creer, pero ya fue demasiado tarde. El Sevilla mandaba como no lo había hecho en tiempo, el Getafe perdía y una victoria le habría puesto de nuevo en el mapa de la Champions con muchas opciones.

Disfrutó de varios intentos, incluso de uno de Aleix Vidal sobre la bocina, pero el tanto de la victoria no llegó y todo queda en el aire. Tiene opciones remotas de alcanzar el cuarto puesto, pero si pierde ante el Athletic en la última jornada será séptimo. La jornada 38 será clave en Nervión.