Cuando uno vale cien
El Sevilla peleó, luchó y batalló un punto ante el Barcelona. Un punto valioso evidentemente por el rival, pero también por la forma. Tras una floja primera parte, en la que sufrió de lo lindo, el equipo nervionense fue de menos a más hasta el punto de poder incluso lamentar en la segunda mitad no haber logrado algún gol. Si el planteamiento de Lopetegui fue débil de inicio, su corrección fue magistral en el descanso, del que salió un Sevilla mejorado, con criterio, aguerrido y peligroso. Y con remate, aunque se topara con Ter Stegen.
El Barça fue de más a menos y el Sevilla de menos a más, hasta el punto de acabar el choque equilibrado en cuanto a planteamientos y guion, aunque los dos siguieran uno distinto. El caso es que el equipo de Lopetegui frenó a un Barça que venía lanzado, y además lo dejó a cero, lo que tratándose del equipo de Messi y ante el Sevilla es un auténtico hito. Y es hito también porque el punto ante el Barcelona, si no es lo mejor, sí es bueno. Permite al equipo sevillista mantener ciertas distancias y sobre todo supera el partido más difícil hasta el final de la temporada. Deben estar contentos el Sevilla y los sevillistas, aunque con un resquicio para el lamento, porque hubo ocasiones para ganar, más que las que tuvo el equipo de Setién.
La previsión de un partido físico, de un Sevilla de presión atosigante al Barça, se desvaneció lo que tardó la pelota en rodar. El Barcelona salió muy mandón, acertado y dinámico. Movió la pelota de cine, sus jugadores encontraron huecos donde hacer daño y sin balón estuvo comprometido hasta el punto de ahogar al Sevilla como nadie esta temporada. El equipo de Lopetegui apenas salió de su propio campo en la primera media hora de partido. No pudo.
Corrían y corrían los de Lopetegui tras la pelota, y con ella ni descansaba ni combinaba. Fue realmente arrollado en cuanto a juego, porque apenas olió el esférico. No anduvieron además los locales acertados con la pelota. Ni Óliver ni Reguilón ni Munir ni Ocampos, que acumulaban errores y pérdidas. Eso sí, se defendió el equipo andaluz, ahí no se dejó ir, peleó, una y otra vez tras ser superados los jugadores del Sevilla volvían rememorando una suerte de fe en la lucha que a veces resultaba agónica y cansada para el observador.
Dicho todo esto, la primera ocasión clara, clarísima, fue del Sevilla, casi en su única aproximación para verle la cara a Ter Stegen, tras un córner. Koundé la cruzó demasiado. Y el protagonismo del central francés iba en aumento, porque además de generar la única ocasión, salvó un gol de falta de Messi y se empezó a agigantar atrás sacando balones al cruce, antincipándose, y poniendo una calma incluso con la pelota que no abundaba en las filas sevillistas.
Mérito además del galo en esos momentos fue el de Jordán y de Fernando. A través de los robos de ambos (el catalán destacó especialmente sacándole pelotas a Messi) el Sevilla recuperó el fuelle y la respiración. Y ya el descanso de refresco de la media hora le terminó por devolver el oxígeno.
La primera parte terminó con agobio pero mucho menos del que insufló el Barça en su rival desde el primer minuto. Y al menos, el Sevilla había conseguido mantenerse de pie y con la portería a cero.
Y eso permitió a Lopetegui afrontar la segunda mitad con nuevo plan. Y a fe que lo logró. Metió a Banega en el campo y retrasó a Fernando hasta colocar a su equipo con un 5-4-1 que otorgó mucha más agresividad a los sevillistas. Con Fernando de escudero, Koundé y Diego Carlos salían más confiados a la presión, a la anticipación, y con Banega, los robos de balón ya eran productivos porque el argentino daba un máster con ella cada vez que la cogía. El Sevilla mejoró y mucho ante un Barça que seguía con su plan, tocar, mandar, pero que se encontró con varias contras peligrosas que bien pudieron costarle un disgusto si no es por Ter Stegen, que salvó a su equipo en un par de ocasiones de forma notable ante Munir y Ocampos.
El Sevilla se defendía bien cerrado, cortando todas las vías. "Por dentro, por dentro", repetía una y otra vez Lopetegui a sus jugadores.
Hasta tuvo alguna aproximación más el Sevilla en ataque, como una llegada clara de Reguilón, a cambio de la única que concedió en defensa, un remate alto de Luis Suárez.
Pero aguantó bien el equipo de Lopetegui, peleón y bravo hasta el final. La tuvo incluso de nuevo Reguilón, pero su diestra solo dio para mandarla a las manos de Ter Stegen.
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