1-2: Munir, min.74.
Champions for Ever
Será una pena que Éver Banega no pueda disfrutar de la próxima Champions League, la que más que probablemente disputará el Sevilla tras su victoria capital de este jueves en San Mamés. El argentino fue decisivo, como lo ha sido cada vez que ha jugado con el Sevilla, y clave en la remontada del conjunto nervionense ante el Athletic, un rival que se resistía en Bilbao desde hacía años.
El argentino transformó de manera magistral una falta para igualar y asistió a un Munir 'on fire' para culminar la remontada. Pero además de esas dos acciones maravillosas Banega transmite mucho más en este equipo, lo traduce. El Sevilla tiene carácter, carácter para levantarse tras un marcador adverso. Como Banega reaccionó tras una primera parte irregular, para firmar una segunda de cátedra en La Catedral. Reaccionó Banega, reaccionó el Sevilla, reaccionó Lopetegui, que igualmente manejó los cambios y sus recursos para darle al partido lo que necesitaba en la segunda mitad. Se sobrepuso porque se encontró con un gol en contra que no se merecía el Athletic.
Dominio inicial sin remate
El Sevilla hizo unos buenos primeros minutos de partido. De hecho fue mejor hasta que recibió el gol de Capa. Fue mejor en la construcción, fue mejor en la recuperación, fue mejor en la presión, en la distribución, pero no en la conversión. Esa fue la pega del Sevilla en unos primeros 25 minutos que recordaron a toda la temporada. Superioridad sin materialización. Buenas jugadas que, como una trenzada entre Banega, Jordán, Navas... acabó con un tiro de Suso demasiado alto, poco acorde a la gran combinación previa. Eso fue el ejemplo de esa etapa del partido en el que el Sevilla dominaba (86%-14% de posesión en el primer cuarto de hora) pero no tenía oportunidades.
Y tampoco es que suela pasar, pero a la primera media ocasión que tuvo el Athletic, ahí que llegó el gol. No había habido un cambio de tendencia en el partido como tal. Fue una llegada del equipo local bien pausada por Sancet y con un desenlace afortunado, con rebote de por medio, para que la pelota le cayera franca en el área a Capa, que marcó ante Bono.
El gol sí que cambió el partido. El Sevilla, que había obligado a correr al Athletic tras la pelota, que lo había castigado incluso físicamente moviendo bien la pelota, se acongojó, empezó a acumular pérdidas y el equipo vasco a ganar duelos, los rechaces. Eso provocó que los de Lopetegui se difuminaran, no volvieran a trenzar jugadas y que el Athletic ganara la pelota con velocidad. Casi le vino bien el final de la primera parte al Sevilla, porque todo lo bien que empezó mal lo acabó en la primera parte.
De más a menos, de menos a más
Y como una pura asimetría, la segunda parte empezó mal para el Sevilla, algo atascado, con una ocasión bastante clara de Córdoba ante Bono y con poca generación ofensiva por parte de los de Lopetegui. Tardó en carburar el equipo nervionense, pero fue de menos a más. Ya antes de mover el banquillo tuvo Ocampos una clara ocasión, y otra Reguilón que frustró con un resbalón. Pero luego movió Julen el banquillo con la entrada de De Jong y Munir. No fue solo cambio de nombres, también de sistema, pues el Sevilla pasó a un 1-4-2-3-1, con Banega y Gudelj en el pivote y con Suso de mediapunta. Ese cambio trasladó a Ocampos a la derecha, y desde el primer momento empezó Navas a encontrar más espacios con el argentino como pareja de costado. Por la derecha empezaron a partir bastantes jugadas, incluso una que acabó con una falta a Munir en la frontal que Éver Banega transformó en gol de forma absolutamente deliciosa, con calidad y sutilidad.
Había logrado el Sevilla lo más difícil, empatar el encuentro, pero la realidad es que se lo merecía. No solo por su buena primera media hora sin ocasiones, sino por unos minutos continuados de buen juego en la segunda, que esta vez sí conllevaban ocasiones.
Y tanto. Porque apenas tras haber empatado, de nuevo los dos mismos protagonistas reclamaron los primerísimos primeros planos. Banega para dar una asistencia maravillosa y Munir para rematar de cabeza ante Unai, cruzando, imposible para el meta.
El Sevilla se sabía superior y lo había demostrado además en el marcador. Hasta el final dominó el encuentro, lo controló, y hasta pudo rematar la faena con otro tanto. No hizo falta. El conjunto de Lopetegui rompió su mala racha en San Mamés para firmar un triunfo prácticamente de Champions. Seis de ventaja al Villarreal con 9 en juego. Incluso el domingo podría quedar matemáticamente decidida. Merecida.
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