Entre pitos y flautas
Incomodidad. Lo que parecía ser un partido controlado y que debía ir por el camino de la tranquilidad gracias a un gol tempranero, se volvió a tornar en nervios, sustos e inseguridad. Un empate que sabe a muy poco para el Sevilla (1-1).
El Cádiz se plantó con 1.000 seguidores en el Sánchez-Pizjuán y con un plan de juego claro: presionar al Sevilla e incomodar todo lo posible. El equipo se Sergio lo consiguió. Los amarillos cuajaron un gran partido, certificaron la mejoría que han experimentado con el nuevo técnico y puede decirse que en el cómputo global fueron superiores al Sevilla.
El equipo de Lopetegui se sigue enredando con el balón, sigue sin cerrar las cosas como hay que cerrarlas y más en casa, y eso provoca que el público pite, claro. Atrás se juega con fuego y en una pérdida absurda de Jordán, con un balón hacia atrás, desencadenó en el tanto del empate del Cádiz. Sigue sin fluir el Sevilla. Pero nada de nada.
En la segunda parte, cuando había que sentenciar el partido para que los pitos desaparecieran, el Sevilla tiró por primera vez a puerta en el minuto 90. Ni una ocasión más.
Deshinchado, desinflado y desilusionante. Pueden ser la perfecta definición del Sevilla ahora mismo. Sigue sin pegar el tirón necesario para certificar es objetivo tan primordial que es la Champions. No están confiados, pero no se confíen. El empate, otro más, le da muy poco a un Sevilla carente de su identidad. Hubo pitos y fueron merecidos.