Traje rosa en Domingo Ramos nunca es apuesta ganadora
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Sevilla es así. Para bien o para mal. Ciudad clásica, elegante, tradicional. Ciudad en la que los inventos gustan poco. Ciudad de pasión, de costumbres y de ideas predefinidas. Traje rosa en Domingo Ramos nunca es apuesta ganadora. Inventar en citas decisivas para el Sevilla, tampoco lo es. Y el que no quiera así a Sevilla... lo tiene complicado.
Se acerca el Domingo de Ramos, fecha incomparable en la ciudad, y mi madre siempre lo decía: inventos para esta tarde, los mínimos. Estamos en la ciudad del orden, de lo cotidiano y de las costumbres. Así se ha hecho toda la vida y así se seguirá haciendo. Así es Sevilla.
Muchos, evidente, lo criticarán. No lo entenderán y protestarán que tienen derecho a ir de traje rosa y sin corbata. Y lo tienen, por supuesto, pero bien saben que traspasan una línea muy fina entre el éxito de la innovación y el tropezón ante la costumbre. Así es Sevilla. Y creíamos que Sampaoli lo había entendido.
El Sevilla llegaba este domingo a una de las citas más importantes de la temporada. No era Domingo de Ramos, pero podría ser Domingo de Resurrección o Domingo de Perdón: si los de Nervión ganaban, se alejaban del descenso y se acercaban (mucho) a la zona de Conference. Tras esos 90', parón, oportunidad para recuperar a hombres como Marcao, oportunidad para estabilizar tu idea y tu fútbol. Oportunidad, eso sí, destrozada.
Sampaoli apostó por el traje rosa, por jugar sin delanteros ante un equipo que perdía a sus dos mejores defensores; por jugar con una línea de tres centrales con un único especialista, un lateral y un mediocentro; por jugar, a pesar de que le había costado puntos (como en Girona) y algún girito al corazón (como ante el Almería), sacando la pelota desde atrás aunque su rival le incomodase; por jugar -menos de 45'- con un delantero pero sin hombres que pusiesen centros al área (quitar a Bryan cuando entra el '9' fue extraño); por dejar a Rafa Mir -que te guste más o menos, es delantero- esperando sentado en el banco a pesar de ir perdiendo; y por no negociar tu idea ni cuando más lo necesitaba tu equipo. Traje rosa; y sin corbata.
Posiblemente (es una suposición del que escribe) si Jorge Sampaoli hubiese pujado por un '9' ante el Getafe, si hubiese liberado de la presión a sus jugadores ofreciéndoles alternativas para sacar la pelota, si hubiese pujado con hombres ofensivos y cambios de sistema (antes de lo que lo hizo), aunque se perdiese, la sensación -posiblemente, es suposición- habría sido diferente: lo hemos intentado, pero no ha funcionado.
Nunca lo sabremos, porque no se hizo. Nació y murió con su idea (y es una decisión de lo más respetable). La jugada salió mal. Esa delgada línea entre el éxito de la innovación y el fracaso ante las costumbres.
Sevilla es así. Lo sabe su gente. Sevilla es mucho más sencilla de lo que parece. Y el que aún no la entienda...