Autodestructivo Sporting

El peor Sporting ha caído goleado por el Numancia en Los Pajaritos (3-0), en una noche para olvidar. Los locales se adelantaron en su primera llegada y a partir de ahí los de Herrera se vinieron abajo. El entrenador tampoco encontró una solución y la goleada pudo ser aún mayor. 

Hasta cinco novedades presentó el Sporting en su alineación. Tres de ellas por obligación y las de Calavera y Viguera por apuesta de Herrera. La pequeña revolución no le afectó al equipo en los primeros minutos, ordenado, ágil con el balón y peligroso por la banda derecha. Por ahí Calavera protagonizó la primera llegada, pero su centro no fue preciso. 
El Sporting estaba cómodo y quizá por eso relajado en defensa. Sobre todo por la acción del primer gol, en la primera llegada local. Manu del Moral, cómodo y sin apenas oposición, se la cedió a Valcarce, que dentro del área regateó a Barba y batió a Whalley. La jugada, eso sí, se produjo tras una mano de Iñigo Pérez que no vio el colegiado.
A los de Herrera les sentó mal el tanto. Pudo reaccionar en una jugada aislada con un disparo de Santos que impactó en el palo. Pero en defensa no estaba cómodo y, ni mucho menos, tampoco Bergantiños. Precisamente una pérdida del futbolista gallego motivó el saque de esquina del segundo gol. Whalley se comió el centro, Barba el rebote y Escassi sí que estuvo atento para hacer el 2-0 en el minuto 31.   
En el último cuarto de hora el Sporting pidió a gritos el descanso. Perdido sobre el campo, impreciso, nervioso e impotente ante un Numancia que, incluso, pudo hacer el tercero a través de Pere Milla.
En la reanudación, con Álex López por Bergantiños, el conjunto rojiblanco no reaccionó. Tampoco desde el banquillo, sin plan B y cambios más que tardíos. Salieron Carlos Castro y Pablo Pérez cuando el Sporting ya había encajado el tercero.  Lo hizo Valcarce, su segundo de la noche, y otra vez con todo tipo de facilidades. 
Con el marcador decidido, los rojiblancos prácticamente pidieron la hora. Para dejar de rozar el ridículo, para no mostrar su total falta de reacción. Para que su afición no sufriera más. Para que Paco Herrera no le diera más vueltas a la solución que no encontró. Para que Castro pudiese evitar la tarjeta roja. Un verdadero desastre. 
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