14 años de un sueño llamado Nuevo Mestalla: de la megalomanía a los escombros

El Valencia CF acaba de vivir una de sus mejores épocas de la historia. Ha ganado en Europa, en España y apenas hace un par de años le dieron el título de mejor equipo del mundo. Soler se ha cansado de ver los toros desde la barrera y quiere salir en la foto. A unas ya de por sí mermadas cuentas, se suma más despilfarro. Comienzan los fichajes de renombre, las estrellas y los proyectos megalómanos. El club está en la cresta de la ola. Las instituciones, que sueñan con torneos internacionales, circuitos imposibles e incluso Olimpiadas, se suben al carro. Hace 14 años los ches presentan a bombo y platillo la maqueta de su Nuevo Estadio, una construcción que iba a ser la punta de lanza de uno de los clubes más grandes del viejo continente y que casi acaba siendo la losa de su sepulcro. Una deuda galopante, más de diez años de obras paralizadas, ATES que expiran, proyectos y más proyectos...

Desde hace once años las obras del Nuevo Estadio están paradas. El Valencia CF pasó de un proyecto megalómano y un recinto incómodo para el espectador que incluía pista de atletismo, a otros más modestos. En 2013 se abarataron costes (el vídeo de presentación de dicho proyecto permanece oculto en la cuenta de Youtube del club) y con Alemany al mando hubo una nueva reestructuración le dio un aspecto similar al del Wanda Metropolitano. La realidad es que el proyecto sigue parado, los plazos se incumplen y no hay señales de que las obras vayan a reanudarse.

Las diferentes caras del Nuevo Estadio

El estadio se proyectó con una capacidad para más de 70.000 espectadores, una cubierta para toda la grada, una carcasa con aspecto futurista que representara a todos los barrios, más de 3.000 plazas de aparcamiento y una pista de atletismo que dificultaba la visión de los aficionados. De esa maqueta poco queda, ahora el aforo se sitúa en 55.000, las plazas de aparcamiento se limitan a 500, la fachada estará conformada por listones metálicos, la grada no será totalmente cubierta y, por suerte, ya no habrá pista de atletismo.

Las fechas de construcción han cambiado. En un primer momento se dijo que el estaría acabado para 2009, justo el año en que se paralizaron las obras. Con la llegada de Peter Lim se fijó el cambio de casa en el centenario. Tampoco se cumplió. La última fecha fijada es la temporada 22/23 y, con las obras sin reiniciarse, los problemas con las instituciones, la falta de comprador de las parcelas de Mestalla y el ATE apunto de expirar, todo apunta a que tampoco se cumplirá.

De los brindis a las declaraciones cruzadas

Año 2006, pleno apogeo de la burbuja inmobiliaria y un hombre como Soler a los mandos del club. El Valencia CF no podía quedarse sin participar en un pelotazo urbanístico y las instituciones estarían para apoyarlo. El Ayuntamiento colmó de facilidades al club y tanto la entonces alcaldesa, Rita Barberá, como el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, acudieron al acto. Nadie se quería perder la cita, una oportunidad para sacar pecho y conversar con mandatarios de la UEFA y equipos de toda Europa.

De ese idilio se pasó a la crítica. El Valencia CF no cumplía plazos y, ni siquiera, tenía gestos con las instituciones. No avanzaba las ventas de las parcelas, no comenzaba las obras del polideportivo de Benicalap (tiene la obligación de hacerlo) y la posibilidad de que las grúas regresen a la Avenida de las Cortes parece remota. El Ayuntamiento, ya sea mediante Joan Ribó, Sandra Gómez o Pilar Bernabé no deja de recordarlo: el Nuevo Estadio tiene que concluirse. Mientras, Meriton hace caso omiso, no está acostumbrado a lidiar con un poder ejecutivo y legislativo que le exija y le ponga trabas.