Fichajes de invierno: tiempo de alegría y decepciones en el Valencia CF
Los fichajes de invierno son un: tiempo de alegría y decepciones en el Valencia CF. Desde 2013, último año donde el Valencia CF no fichó en invierno, los de Mestalla han traído al menos un jugador durante todos los mercados de enero. A veces, con la intención de aprovechar una oportunidad de mercado, otras por la necesidad del club. La necesidad ha imperado en los últimos años, en los que el club ha tenido varias temporadas en las que estuvo por debajo de lo esperado, y tuvo que intentar arreglar las cosas a mitad de campaña. A veces se acertó y las incorporaciones incluso superaron las expectativas; otras se fracasó. Durante este periodo las oportunidades que ofrece el mercado son más limitadas, los precios más elevados y hay menos tiempo para maniobrar. Pese a ello, la historia demuestra que, con un buen trabajo de la dirección deportiva se puede acertar.
El Valencia CF necesita realizar fichajes durante este periodo de traspasos después de no haber efectuado incorporaciones en verano y con el equipo hundido en la zona baja de la clasificación. Desde 2013, el club siempre ha realizado al menos una incorporación.
Un fichaje millonario y cesiones
El invierno más movido en la historia reciente del Valencia CF fue 2014. Con Araújo, Vezo, Keita, Vargas y Senderos. También llegó Otamendi, pero tuvo que marcharse cedido hasta final de año. Desde entonces, el club siempre ha acudido a su cita de enero con algunos fracasos y otros movimientos que mejoraron la situación. Un año después, en el primer mercado con Meriton como máximo accionista llegó un fichaje que la afición esperaba desde hacía meses. Enzo Pérez por 25 millones. Se bajó del avión y se puso a jugar, pero pese a su buena primera impresión no dio el nivel esperado y acabó marchándose por la puerta de atrás.
Poco duró el romance entre Meriton y la afición. El siguiente año ya estuvo marcado por la inestabilidad deportiva y, con el equipo coqueteando con el descenso, la solución fue Cheryshev y Siqueira. Del lateral izquierdo poco se supo, pero el ruso, que llegó cedido del Real Madrid rindió a buen nivel siempre que sus lesiones se lo permitieron.
Un matrimonio de denostados
El guion de la siguiente temporada en el Valencia CF fue muy similar, pero con añadidos como la disputa entre el club y Prandelli. Otra vez se llegaba a invierno con el club mirando al pozo de Segunda y, aunque llegaron tarde y sin cumplir las aparentes promesas que se le realizaron al entrenador italiano, se realizaron fichajes. Fabián Orellana llegó para revolucionar el centro del campo che y su inicio fue mejor de lo que las expectativas marcaban. Asistía, marcaba y levantaba a la grada. Aun así, su rendimiento se desinfló con el paso de los días.
Ese mercado de fichajes tuvo un nombre propio: Simone Zaza. Un delantero tatuado, calvo y que, pese a su juventud ya había tenido tiempo para apagarse en Italia y fracasar en Inglaterra. Un nueve que cotizaba a la baja, para un club venido a menos. Por actitud conectó al instante con Mestalla, sobre todo gracias a su gol contra el Real Madrid. El matrimonio de denostados funcionó y, hasta su marcha, fue uno de los protegidos de la afición. Se despidió entre aplausos y con la bufanda al cuello.
Los fichajes en tiempos de Marcelino
Los dos años de Marcelino en el Valencia CF fueron exitosos y los fichajes de Mateu Alemany funcionaron. Aun así, también tuvieron sombras. En su primer año el club incorporó como cuarto delantero a Luciano Vietto, pero no funcionó. Llegó como cedido y su coste para el club fue escaso. Quien sí funcionó fue Coquelin, uno de los mejores fichajes de los últimos años en invierno. Aterrizó sin generar una gran ilusión, acumulaba lesiones, había perdido su puesto en el Arsenal y no se confiaba en su adaptación a LaLiga. El traspaso fue un acierto, compitió el puesto con Kondogbia y enamoró a la grada.
Un año después el club necesitó un central y trajo a Roncaglia. Uno de los peores centrales por rendimiento de esa temporada, pero que en manos de Marcelino se convirtió en un zaguero seguro en la rotación y que, aunque falló en Europa, dejó buenas sensaciones en LaLiga. Su nivel no fue suficiente como para que el Valencia CF se plantera ficharlo. Quizás la mayor sombra de la gestión de Mateu Alemany y Marcelino fue el fichaje de Rubén Sobrino, llegó como cuarto central, costó 5 millones de euros, todavía sigue en el club y no ha rendido a buen nivel.
Con la salida de Marcelino y Mateu Alemany, la parcela deportiva fue asumida por el presidente Anil Murthy. Desde entonces son numerosas las salidas que se han producido, pero, desde entonces, únicamente un fichaje: Florenzi. El italiano llegó cedido por lo que el club todavía no ha pagado un traspaso bajo el actual organigrama deportivo.