A una semana para que finalice el mercado de fichajes de invierno -acaba el 31 de enero-, el Valencia CF tiene la necesidad imperiosa de refuerzos. La segunda parte del equipo en el partido de este domingo ante el Atlético de Madrid lo demuestra. No hay fondo de armario y muchos de los jugadores que suelen ser de la partida se achantan ante situaciones delicadas. Hasta el momento, han sonado infinidad de futbolistas, pero las operaciones no acaban de fructificar por las premisas con las que acude la entidad valencianistas a negociar. Son claras: cesiones gratis o por cantidades ínfimas, jugadores comprometidos y salarios bajos. No hay más. De ahí a que se esté topando con la negativa de diferentes clubs.
Eso sí, la realidad no la cambia nadie. Tras consumar la peor primera vuelta de la historia, la derrota en el Wanda deja una situación en LaLiga Santander más pésima si cabe. El Valencia CF termina la jornada 20 a solo dos puntos del descenso, en la posición 14.
Las cifras son de espanto. El equipo se resquebraja constantemente y ya es el cuarto más goleado de la categoría. De la zona baja, el que más. Javi Gracia, mientras, no consigue poner remedio. El problema, que la tesitura actual no es por falta de compromiso de los jugadores, pero sí de calidad individual.
La pasada semana se hizo oficial la vuelta de Cristiano Piccini, que previsiblemente alternará en el lateral derecho con Thierry Correia. El Valencia CF, eso sí, interpretaba su incorporación como un refuerzo también para la medular. No debería ser así.
El centro del campo valencianista tiene carencias importantes. Más aún cuando hay bajas. No estuvo Wass en el Wanda y ya tuvo que tener minutos un inexperto Koba y un desaparecido Jason. No hay fondo de armario.
Es por ello que un jugador que pueda actuar como centrocampista posicional para rotar con Soler y Racic o cubrirles cuando estos no estén es clave. Mínimo, tiene que llegar un jugador así. De no hacerlo, este equipo las pasará canutas.