El Valencia CF cumple este miércoles tres años desde la obtención de su último título, la Copa del Rey de 2019, sumido en una etapa de caída libre, con una degradación absoluta a nivel institucional y social y un descenso notable en su rendimiento deportivo, que le han llevado este año a quedarse completamente fuera de la batalla europea. A raíz de ahí, Meriton con Peter Lim y Anil Murthy a la cabeza, construyeron un proyecto diferente enfocado en la figura del entrenador: José Bordalás. Sin embargo, las cosas no le han salido como se esperaba.
El 25 de mayo de 2019, el club valenciano se impuso en la final de la Copa del Rey disputada en Sevilla al Barcelona por 2-1 con tantos de Kevin Gameiro y Rodrigo Moreno, en el que fue el momento de mayor brillantez de la década y que además coincidió con la celebración del centenario de la fundación del club. Sin embargo, aquel éxito, que supuso el momento más potente de la etapa actual del Valencia, iniciada en 2014 con la llegada del empresario Peter Lim como máximo accionista, se convirtió en la cima desde la que muy pronto el Valencia empezó a despeñarse en dirección a un precipicio cuyo fondo podría no haber tocado todavía.
Tres años después de la final del Benito Villamarín, el conjunto de Bordalás se plantó en La Cartuja con el objetivo de reeditar lo que logró Marcelino con sus pupilos. Sin embargo, el Real Betis se tomó su revancha personal tras la semifinal de 2019 y dejó al Valencia CF sin título ni Europa. Todo ello tras una tanda de penaltis fatídica en la que Yunus Musah falló en el momento decisivo.
Con Mateu Alemany como director deportivo, y Marcelino García Toral como entrenador, el Valencia puso la guinda a dos magníficas temporadas con sendas clasificaciones para la Liga de Campeones, en una final copera, a la que llegó tras superar al Ebro, Sporting de Gijón, Getafe y Betis.
Las ausencias no repuestas de Garay, Parejo, Kondogbia, Coquelin o Rodrigo son lo suficientemente notables como para demostrar la perdida de potencial del equipo durante estos últimos dos años.
En el inicio de la campaña siguiente de ganar la Copa, Marcelino solo le duró tres partidos en el banquillo a Peter Lim y en noviembre también salió Alemany. Para entonces Albert Celades, sin apenas experiencia a nivel de clubes, ya era el entrenador del Valencia.
Sus momentos dulces se limitaron a algún encuentro aislado de LaLiga Santander y a la clasificación como primero en la fase de grupos de la Liga de Campeones con dos buenas victorias a domicilio ante el Chelsea y el Ajax.
La discreción en la Copa del Rey, la eliminación europea en octavos de final, la vuelta de la Liga sin público y su despedida antes del final de la competición resumen el paso por el club de un entrenador cuya llegada supuso una sorpresa para la afición y cuya ausencia nadie echó en falta.
Una campaña después, con Javi Gracia en el banquillo, todo se desmoronó tras un mercado estival muy duro donde salieron pieza por pieza todos los jugadores importantes. La plantilla no logra sobreponerse del golpe.
Pese a la llegada de Bordalás, con el equipo fuera de Europa y en tierra de nadie desde hace semanas, solo ha servido para que la afición salte todavía más contra la propiedad. La temporada acaba con el Valencia en la novena posición, con la imagen de la cúpula de la entidad más deteriorada que nunca y con su permanencia en el club es especialmente cuestionada. Especialmente después de los audios de Anil Murthy desvelados por Superdeporte y la manifestación del pasado sábado.
Al final, el compromiso de la plantilla, más allá de su calidad para conseguir una clasificación europea, ha sido el aspecto más positivo de una temporada con un general que no ha conseguido cumplir el objetivo. Su futuro es cuanto menos una incógnita y queda pendiente de una reunión con Anil Murthy y Corona. Por el momento, Bordalás asegura que continuará en el Valencia CF en cada rueda de prensa.