El COI ante la encrucijada rusa

Natalia ArriagaMadrid, 3 dic .- El COI tomará el próximo martes una de las decisiones más difíciles de su historia reciente, con ramificaciones políticas, legales y éticas que trascienden lo deportivo: la participación o no de Rusia en los Juegos Olímpicos de invierno de PyeongChang (Corea del Sur), en febrero de 2018.
Decida lo que decida, a la Ejecutiva del Comité Olímpico Internacional (COI), que se reunirá en Lausana (Suiza) los días 5 y 6, se le echarán encima unos u otros de los numerosos actores que se han tomado el asunto ruso como algo personal.
Las pruebas recabadas por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), el propio COI y distintas investigaciones periodísticas respecto a la existencia durante largos años de una trama organizada de dopaje en Rusia son un argumento que manejan con contundencia los partidarios del veto a Rusia.
Veintiséis deportistas de esa nacionalidad han sido descalificados de los Juegos de Sochi 2014 tras quedar acreditado que, a propuesta de las autoridades deportivas, crearon un banco de orina limpia para dar el cambiazo cuando fueran sometidos a control antidopaje. Pese a que ninguno de ellos dio positivo, el COI estima que cabe hacer "la deducción lógica" de que, si manipularon los frascos para cambiar una orina por otra, es porque consumían sustancias dopantes.
Las medallas perdidas han quitado a Rusia el primer lugar que ocupó en los Juegos de Sochi, en beneficio de Noruega.
A esto se suma una mayoría de deportistas rusos entre el casi centenar de positivos hallados al reanalizar las muestras almacenadas de los Juegos de Pekín 2008 y Londres 2012.
Quienes son contrarios a la exclusión de Rusia de los Juegos esgrimen que no se puede castigar al todo por culpa de las partes. Los deportistas que nunca han cometido una violación de las reglas antidopaje tienen derecho, afirman, a participar en PyeongChang. Cualquier tribunal, añaden, les daría la razón si el caso llega a la justicia ordinaria.
Una solución salomónica sería la admisión en los Juegos de los deportistas rusos presuntamente limpios, pero bajo bandera olímpica, sin la posibilidad de representar a su país.
La agencia antidopaje rusa (RUSADA) está suspendida hasta nueva orden. El mes pasado la AMA descartó rehabilitarla porque, entre otras cosas, Moscú se niega a doblar la cabeza y admitir que practicó el dopaje de estado.
"Eso es algo imposible de cumplir. No hubo ni hay un sistema de apoyo (al dopaje) por parte del Estado", afirmó el responsable del Comité Olímpico Ruso, Alexander Zhúkov.
También el presidente ruso, Vladímir Putin, ha negado la trama organizada y ha sostenido que los frascos de orina manipulados estaban intactos cuando fueron entregados al laboratorio de Lausana.
El primer ministro Dimitry Medvedev dice que todo es una campaña política contra Rusia. Y los deportistas desposeídos de sus medallas se niegan a devolverlas mientras no haya pruebas de que consumieron sustancias prohibidas; así lo ha dicho Aleksandr Zubkov, que ha perdido sus dos títulos olímpicos en bobsleigh.
Las presiones sobre el COI son enormes. Por citar algunas, la asociación de agencias nacionales antidopaje es contraria a la participación rusa en PyeongChang, pero la Federación Internacional de Hockey sobre Hielo acaba de mostrarse a favor. Las cadenas rusas de televisión no ofrecerán los Juegos si no están allí sus equipos.
Aunque el COI tuvo que tomar una decisión similar respecto a Rusia antes de los Juegos Olímpicos de Río en 2016, no se conocían entonces las pruebas que se conocen ahora y los dirigentes olímpicos no se plantearon en ningún momento sancionar al equipo ruso al completo. Pese al enfado de la AMA. Ellos protegían a los deportistas inocentes, a los que nunca se doparon y llevaban años preparando su participación olímpica, alegaron desde el COI.
Pero la tibieza con la que el organismo recibió hace casi dos años el informe McLaren sobre el dopaje sistemático, al igual que luego los soplos del exdirector del laboratorio de Moscú, Grigori Rodchenkov -en busca y captura en Rusia, presuntamente en Estados Unidos protegido por el FBI-, ha dado paso a una validación total de sus testimonios y a la conclusión irrefutable de que hubo trama de dopaje, "un sofisticado sistema" que compara con un reloj suizo, promovido por las autoridades y en el que los deportistas eran colaboradores necesarios.
La decisión está en manos de quince hombres y mujeres: el presidente del COI, el alemán Thomas Bach; sus vicepresidentes Zaiqing Yu (CHN), Juan Antonio Samaranch (ESP), Ugur Erdener (TUR) y Anita DeFrantz (USA); y los miembros de la Ejecutiva Gunilla Lindberg (SUE), Gian Franco Kasper (SUI), Angela Ruggiero (USA), Sergey Bubka (UCR), Ser Miang Ng (SIN), Willi Kaltchsmitt (GUA), Robin Mitchell (FIJ), Nicole Hoevertsz (ARU) y Denis Oswald (SUI).
A ellos se suma el francés Tony Estanguet, que forma parte de la comisión disciplinaria que estudia los casos de los deportistas rusos en los Juegos de Sochi, junto a Oswald y Samaranch.
Y todo ello a siete meses de que Rusia inaugure, por primera vez en su territorio, la cita que se disputa con los Juegos Olímpicos la condición de competición deportiva más importante del plantea: la Copa del Mundo de fútbol.
El deporte rey no se libró de aparecer en el informe McLaren. Entre los más de mil deportistas rusos de 30 federaciones beneficiados de la manipulación para ocultar positivos había futbolistas, según el profesor canadiense. Pero la FIFA mantiene, por ahora, que no hay caso.