Un coche boca abajo. Otro incendiándose a pocos metros de cruzar la bandera a cuadros en tercera posición. Un jet privado. Un montaje exprés. Una carrera descontrolada. Una remontada memorable. Un tercer puesto en el cajón y una victoria histórica. La semana de los Racing Point en Baréin dieron para película. Pero fue real, ocurrió en la Fórmula 1 y tuvo un final propio de Hollywood. La escudería rosa pasó en sólo unos días de lamentar su mala suerte en el Gran Premio de Baréin a celebrar por todo lo alto la victoria de Sergio 'Checo' Pérez en el Gran Premio de Sakhir. Fue en el mismo circuito, aunque con trazado diferente. Pero la historia que hay detrás merece ser explicada.
El accidente de su compañero Lance Stroll el domingo 29 de noviembre, cuando su monoplaza quedó boca abajo nada más reanudarse la prueba tras el accidente de Romain Grosjean, dejó el monoplaza seriamente dañado. Lo mismo pasó cuando el de Checo Pérez se incendió al final. Comenzaba así otra carrera, esta vez contra el tiempo, para poder llegar en condiciones al Gran Premio del pasado fin de semana. Tenían sólo unos días para montar al completo los dos monoplazas. ¿Qué hacer?
La solución la tenía el dueño de la escudería, Lawrence Stroll. Dispuso su jet privado para regresar a Silverstone (Reino Unido) y así poder coger las piezas necesarias para arreglar los coches a tiempo. Consiguieron realizar el transporte y que el equipo mecánico, prácticamente en tiempo récord, dejara a punto los monoplazas rosas. Pero la increíble historia deparaba un susto final: nada más arrancar el Gran Premio de Sakhir de Fórmula 1, Checo Pérez era tocado por Charles Leclerc (Ferrari) y acaba la primera vuelta como último. El fantástico desarrollo de una carrera para el recuerdo le deparaba al mexicano su primer triunfo en el Mundial y a Racing Point un merecido éxtasis (Lance Stroll finalizó tercero) que tiene detrás una historia realmente increíble. Así es la Fórmula 1.