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Los verdaderos héroes visten batas y uniformes
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Los verdaderos héroes visten batas y uniformes

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Ocho de la tarde. Se oyen aplausos en los balcones. Por unos minutos, se sale de la rutina para entrar en lo que, paradójicamente, se ha convertido en un nuevo hábito, el de agradecer día a día. Suena la música, a lo lejos se escuchan sirenas y unas palmas que expresan gratitud. Un gesto colectivo hacia unos profesionales que batallan en primera línea frente al COVID-19, unos héroes vestidos con batas y uniformes, y que tienen un fin común: salvar vidas en la lucha contra el coronavirus.

Es el caso de Iris León, quien ejerce su labor como enfermera en el Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Son semanas duras. Días complicados desde la llegada del coronavirus. “Cuando comenzamos, nos enfrentábamos a una enfermedad que no conocíamos. Con el paso de los días aprendes a tratar los problemas respiratorios que conlleva, a cuidar de estos pacientes y también a protegerte. Porque si tú caes, ya no puedes ayudar en esta lucha”, cuenta en ElDesmarque. A estas dificultades hay que añadir las emociones, difíciles de controlar en una situación como la que vivimos: “Creo que hablo en nombre de todos mis compañeros cuando digo que he llorado. Es duro enfrentarte a una enfermedad así. A un trabajo que, aunque es tu práctica diaria, cambia mucho. A un traje que da calor y es un tanto incómodo, pero necesario. Y a una tensión añadida en el ambiente a la que no estamos acostumbrados”.

Un nuevo día a día

Desde que apareció el coronavirus, todos los españoles han visto cómo lo que era habitual, ahora parece extraordinario. Detalles cotidianos que, por el momento han quedado en pausa, como la habitual relación con los familiares. Algo que se acentúa más en profesionales que tienen el riesgo de estar en contacto directo. Al estar independizada, Iris no ve a su familia desde hace un mes, “en parte, por miedo a pensar que puedo contagiarles”, asegura. Distinto es para algunas compañeras que, al vivir con sus familiares, pasan gran parte del tiempo encerradas en su habitación, comiendo separados y con especial cuidado de la limpieza en cada zona que tocan: “Es difícil la convivencia así, pero somos conscientes de que es lo necesario para que todo salga bien”.

Aplauso sanitario en el Hospital Fundación Jiménez Díaz, en Madrid.
Aplauso sanitario en el Hospital Fundación Jiménez Díaz, en Madrid.

Si algo bueno tiene el paso del tiempo es que ya estamos un poco más cerca de ver la luz entre tanta pesadilla, aunque aún quede mucho por recorrer. Ella lo tiene claro. “Si seguimos así, lograremos vencer al coronavirus”, antes de recordar los momentos más emotivos que ha vivido en el hospital durante estos días: “Lo que más emoción me causa es cuando un paciente se va de alta. Y, más aún, cuando ha estado en la UCI. Cuando salen de la habitación los acompañamos al ascensor con aplausos por haber logrado superar esta enfermedad. Es un momento muy emotivo en el que muchas veces soltamos alguna lágrima porque sientes que todo el esfuerzo tiene su recompensa”.

Igualmente, de manera muy especial siente cuando el reloj marca las ocho de la tarde. Al estar poniendo medicación, no puede bajar a la calle a aplaudir, pero no pierde la oportunidad de disfrutar de un instante del día que se está convirtiendo en el de todos los sanitarios: “Me gusta pararme en la habitación que me pille y quedarme con esos dos pacientes, abrir la ventana y ver juntos cómo compañeros, policías y vecinos salen a aplaudir. Me emociono mucho con ese momento y creo que para toda España es un momento en el que nos olvidamos de lo que está pasando y salimos de ese encierro en el que nos encontramos”. Iris lucha por ello a diario porque sabe que “juntos saldremos de esta”.

Operación Balmis: Las Fuerzas Armadas, contra el COVID-19

En la labor conjunta por frenar la expansión del coronavirus COVID-19 también adquieren especial relevancia las labores de reconocimiento, seguridad y limpieza en las que trabajan las Fuerzas Armadas con las acciones encuadradas dentro de la Operación Balmis. Entre ellas, las tareas de desinfección en residencias de ancianos, como ocurrió en la de Alcalá del Valle, la cual registraba uno de los focos más importantes en la provincia de Cádiz.

“Los equipos de la Brigada de Infantería de Marina ‘Tercio de Armada’ se organizan para patrullar la provincia tratando de que haya presencia, al menos semanal, en cada uno de los municipios que la componen”, explica el capitán Fernando Herraiz, de la Oficina de Relaciones con la Prensa del “Tercio de Armada”, quien cifra en una media diaria de 30 los equipos que trabajan. Esto supone la implicación de alrededor de 300 Infantes de Marina y más de 30 vehículos, que se someten a distintos controles de seguridad “para minimizar riesgos en el caso particular del COVID-19”.

Dentro de las acciones de desinfección destaca también la presencia de un contingente de Infantes de Marina a bordo del buque de asalto anfibio L-51 Galicia para prestar servicio en Melilla y Ceuta. Pero la Operación Balmis también va más allá, con acciones de apoyo sanitario y a entidades sociales, como su contribución con el Ayuntamiento de Cádiz para instalar un albergue temporal para personas sin hogar o con el comedor social ‘El Pan Nuestro’, de San Fernando, para la distribución de alimentos.

Infantes de Marina trabajan en la Operación Balmis contra el coronavirus COVID-19.
Infantes de Marina trabajan en la Operación Balmis contra el coronavirus COVID-19.

Unas labores que se traducen en las continuas muestras de cariño por parte de los ciudadanos. Todas “llena de una emotividad especial”, asegura Fernando, quien resalta -entre otras- “los besos de los ancianos de la residencia de Alcalá del Valle desde el cristal, las palmas por bulerías de los trabajadores de la residencia Montealto de Jerez o el dibujo que Kilian, un pequeño de cuatro años, entregó a una de las patrullas en San Martín del Tesorillo”.

La vida de un policía durante la lucha contra el coronavirus

Esas muestras de cariño las reciben también a diario los agentes de policía. “Saben que estamos en la calle también por ellos y que vamos a seguir hasta el final”, cuenta Javier, policía municipal en Madrid. Como tantos otros, vive de forma especial el momento de las ocho de la tarde. En estas semanas se están produciendo imágenes de unión y reconocimiento con el aplauso a los sanitarios. Y también emotivas felicitaciones para los niños por sus cumpleaños. Sin duda, unos de los grandes perjudicados durante el estado de alarma: “Poder hacer que un niño que lo está pasando mal y no entiende la situación pueda sonreír es una satisfacción enorme”, explica, a la vez que reconoce que llegan “bastantes peticiones diarias por parte de los padres” y que, aunque no siempre se puede llegar a dar esa felicitación por las características de su trabajo, en la medida de lo posible, intentan hacerlo.

Momentos que marcan durante el día, como también lo son los que protagonizan nuestros mayores: “En mi caso, son los agradecimientos que más me emocionan. Son gente que en muchos casos está muy sola y ahora, incluso aislados, sacan esa sonrisa y te dan las gracias. Me parece muy emotivo”.

Situaciones singulares durante unos días que son distintos a causa del coronavirus: “Al final, el fin del trabajo es el mismo. Cumplir y hacer cumplir la ley. Pero es verdad que todo ha cambiado un poco. Se nota en el trato al compañero, con la gente… La calle está más desierta. Y, en cuanto a la autoprotección, si antes se guardaba la distancia de seguridad, ahora mucho más, aunque intentamos llevarlo con normalidad”. Una situación distinta que, además del protagonista, también la padece la familia, como manifiesta el propio Javier: “Te expones más. En mi caso es vocacional y no supone un esfuerzo extra, pero es verdad que la familia lo sufre. Te preguntan mucho y te dan consejos. Yo intento tranquilizarles en la medida de los posible”.

Tres voces y un nexo común

Son tres voces distintas y de diferente ámbito. Pero con un nexo común. Unas labores que en estos tiempos se hacen, si cabe, aún más importantes. Como también lo son las del personal de limpieza, supermercados o transportes, entre otros. Unos profesionales a los que la ciudadanía ya tiene como héroes. Aunque, desde dentro, la visión pueda diferir. “No considero que estemos haciendo un mejor trabajo que antes de esta situación. Probablemente, se nos valore más por ese riesgo que asumimos”, comenta Javier, destacando el orgullo por el trabajo de sus compañeros.

Es un orgullo que tus vecinos o tus amigos te consideren un héroe, pero no hay que olvidar que hay héroes más importantes en esta lucha: el personal sanitario y otros muchos con un papel vital”, asegura Fernando. O la propia Iris, quien no se considera una heroína, pero reconoce el halago que supone que, por fin, se dé un gran valor al trabajo que hacen.

Unos reconocimientos merecidos. Unos aplausos que se han convertido en santo y seña de esos agradecimientos. Quizás, una metáfora. La de millones de manos que agradecen a esas otras que nos cuidan.

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  1. Cristián

    Otras verdaderas heroínas de las que siempre nos olvidamos: las prostitutas. Ellas no llevan mascarilla, ni nada, y sin embargo han seguido su labor a lo largo de la pandemia. De hecho muchas de ellas piensan que todo eso es un cuento ya que no pillan nada. Ya lo sé, este comentario no va a ser publicado… pero tú que lo estás leyendo y eres quien decide cuál puede ser publicado o no, usa tu lógica aunque sea un minuto.

  2. M.carmen Sanchez

    Mi enhorabuena al personal sanitario y policia, guardia civil y protección civil,pero dd dejamos a los vigilantes de seguridad? Dd dejamos a l@s niñ@s q no pueden ni ir a casa de un vecino a jugar? Y a esas personas q en diferentes urbanizaciones se ofrecen para ayudar a los mas desfavorecidos e ir x ellos a lo q necesiten? Y las personas de peques comercios d alimentacion? Hay mas heroes y heroinas y nunca se mombran ni se les felicita...

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