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Alejandra Quereda y Ana Pérez: más allá del dolor y el sacrificio en pos del espectáculo
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Alejandra Quereda y Ana Pérez: más allá del dolor y el sacrificio en pos del espectáculo

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El viaje no cesa y el que lleva a ElDesmarque y a Iberdrola de la mano nos transporta ahora a las vivencias y experiencias de dos gimnastas, una retirada y otra en pleno apogeo, una rítmica y la otra artística, que nos enseñan que esta disciplina, más allá de la espectacularidad de los movimientos, los saltos y giros imposibles y un vistoso vestuario, implica un gran esfuerzo y sacrificio. #EllasValenOro, en esta ocasión, con Alejandra QueredaAna Pérez.

Alejandra tiene 27 años y nació en Alicante, donde desde muy joven comenzó a practicar gimnasia rítmica. Ganó la plata en los Juegos Olímpicos de Río 2016, fue cuarta en los de Londres 2012 y dos veces campeona del mundo en la modalidad de 10 mazas. Tras su mayor éxito deportivo, el logrado en las últimas Olimpiadas, la alicantina tomó una difícil decisión: retirarse en el momento álgido de su carrera deportiva, en gran parte también por su lesión en la cadera.

Ana, por su parte, nació hace 22 años en Sevilla. Tras apenas unos meses en la alta competición de gimnasia artística, en la que comenzó siendo una niña, aterrizó en los Juegos de Río, donde no consiguió entrar en la final pero dejó muy buenas sensaciones. Además, ha sido cuatro veces campeona de España, bronce por equipos e individual en los Juegos del Mediterráneo de Tarragona en 2018 y suma un sinfín de logros deportivos más que respaldan su clasificación como capitana del equipo español para Tokio 2020 (que se celebrará en 2021).

Se escribe fácilmente, pero alcanzar tales éxitos no ha sido un camino de rosas para estas dos gimnastas, ni para ninguna de las deportistas españolas que tratan actualmente de emular sus logros. El dolor continuo es una constante en estos deportes y competir con alguna lesión es el pan de cada día.

"Trabajamos por unos objetivos y no tenemos competiciones todas las semanas, ni tenemos oportunidades de conseguir nuestros objetivos muchas veces. Y si llegas al objetivo y te duele algo, no puedes parar, tienes que seguir y aprender a convivir con esos dolores para llegar a las competiciones lo mejor posible y sin que se noten esos dolores, que en gimnastas veteranas son más acusados", explica Alejandra. Algo que Ana secunda al cien por cien: "Aprendes a vivir con dolor, a saber cómo hacer cada cosa para que duela un poco menos, ir jugando con los tiempos, pero tenemos que ser conscientes de que el dolor siempre va a estar ahí". "El parón por dolor no existe, saltarse un entrenamiento porque te duele algo es imposible", agrega la alicantina.

Y no es que las gimnastas sean extraterrestres. Ambas coinciden en que son capaces de hacer eso gracias a lo que les ha enseñado este deporte desde que eran apenas unas niñas: "Los valores que nos inculca el deporte, sobre todo en los casos en los que llevamos practicándolo desde muy pequeñas, te hacen afrontar las cosas de otra manera", dice Alejandra. "Aprendes a sobrellevar las cosas, a exigirte, a querer mejorar y sabes que, si quieres mejorar, tienes que traspasar ciertos límites", añade la sevillana, que llegó a competir con un brazo escayolado cuando tenía 7 años y quedó tercera.

Alejandra, en un evento de Iberdrola.
Alejandra, en un evento de Iberdrola.

Más allá de lo físico, sacrificios personales

La gimnasia, tanto rítmica como artística, conlleva una serie de sacrificios personales que trascienden los dolores físicos. Más de la mitad del día entrenando, dejar atrás tu hogar familiar, las relaciones con tus amistades... Todo eso es complicado, pero siempre merece la pena cuando se consigue el objetivo. En esto coinciden ambas deportistas. "Me costó bastante tanto adaptarme al sistema de entrenamiento de aquí, porque yo en Sevilla entrenaba tres horitas al día y llegué aquí y tenía que entrenar más del doble y fue bastante duro... tenía agujetas en sitios de mi cuerpo que no sabía ni que existían; como el tema familiar, porque yo soy una niña muy familiar, siempre lo he sido y alejarme de mi familia de un día para otro fue complicado. El primer año y medio fue durito, pero una vez que te haces a vivir fuera, muy bien. Estoy muy contenta aquí y no me arrepiento de la decisión que tomé en su día", asegura Ana.

Alejandra se encontró con una situación similar: "A mí me ha costado mucho, la verdad. Es una de las cosas que más he tenido que sacrificar. Alejarte tan joven de tus padres, la familia, los amigos, cambiar de cole, todo nuevo. El cambio en sí no me costó, pero a la familia claro que la echas de menos. Además, no te vas como cualquier otro estudiante, que tiene más facilidades para ir a ver a su familia. En nuestro caso son pocos los fines de semana libres y los momentos en los que podemos ir a casa y se hace más cuesta arriba".

Pero dejar atrás a tu familia no es el único sacrificio personal que conlleva la gimnasia. En este deporte, las carreras no suelen ser muy largas, por lo que es importante prepararse para el futuro pensando en la retirada. Y compaginar tantas horas de entrenamiento con los estudios no es nada sencillo. Alejandra decidió hacer medicina, su otra gran pasión -le viene de casta- y, en más de una ocasión, se planteó si había sido una buena resolución. No obstante, el tesón y la dedicación le han permitido cumplir otro sueño: "Ya podríamos decir que soy médico porque ya he hecho el último examen de la carrera y lo he aprobado".

Ana, por su parte, todavía no ha querido empezar la carrera universitaria. Tiene muy claro que quiere estudiar nutrición, pero el coronavirus le ha hecho posponer su entrada a la universidad: "Se me ha descolocado todo. He buscado una alternativa, voy a hacer otro grado superior de lo que yo quería estudiar, nutrición, y así aprovecho, me voy metiendo en el tema, viendo qué tal y cuando llegue el momento, me meteré en la universidad y estudiaré la carrera".

Ana, con un premio de Iberdrola.
Ana, con un premio de Iberdrola.

Río 2016: un antes y un después y una mirada al futuro

Aunque físicamente no llegaron a coincidir mucho, tanto Alejandra como Ana participaron en Río 2016, un hito que supuso un antes y un después en las carreras de ambas, aunque en distintas direcciones. Mientras la alicantina decidía retirarse tras lograr el mejor resultado de su vida deportiva, la plata con el equipo español, la sevillana apenas comenzaba su andadura en la élite de la gimnasia. Pero las dos recuerdan con especial emoción la aventura en Brasil.

"Fue una experiencia inolvidable, cada vez que la recuerdo se me ponen los vellos de punta", indica Alejandra. "Fue algo que viví con mucha ilusión, pero sin ser realmente consciente de dónde estaba", reconoce Ana por su parte, y señala que "fue una experiencia increíble, la disfruté un montón, aún recuerdo exactamente como fue la competición y no lo voy a olvidar nunca".

Tras retirarse y acabar la carrera, Alejandra va a dejar aparcado el MIR para dedicarse de pleno a su actual ocupación, que la ha conectado de nuevo con la gimnasia rítmica. Una llamada de la federación y un sí de la exgimnasta fueron suficientes para que, a sus 27 años, Alejandra se convirtiera en la seleccionadora del equipo individual más joven de la historia. Pero esta presión y la de intentar conseguir una plaza para alguna de sus deportistas en Tokio, no suponen un problema, sino una motivación. "Vamos a luchar hasta el último momento porque yo creo que hasta con posicionarnos en puestos cerca de esas plazas estaríamos contentos porque veníamos de unos resultados poco destacables. Mi objetivo principal es intentar salvar este ciclo", resalta la de Alicante. Lo complicado va a ser reprogramar y planificar todo tras el duro parón por el coronavirus.

Para Ana, el futuro está algo más despejado. "Por suerte tenemos la plaza como equipo y eso es una gran ventaja", confiesa la sevillana. "Respecto a conseguir una individual, no tengo opción a ello ya que fui con el equipo al Mundial. Me centro más en conseguir mi plaza en el equipo y hacer un buen papel ahí". El coronavirus también ha supuesto un largo tiempo de sequía para esta gimnasta artística que, además, tuvo que volver a casa de sus padres en la capital hispalense.

"Primero comenzaron cerrándonos nuestro módulo y a los dos días nos dijeron que cerraban la Blume y nos echaron", cuenta Ana. "En casa ha sido complicado. Primero por el tema de la convivencia, porque yo estoy acostumbrada a vivir sola, a mi ritmo de vida y mis rutinas y tener que adaptarme a lo que hay en casa no ha sido fácil. Además, tengo una casa pequeña y para poder entrenar tenía que desmontar el salón entero y echar a mi madre a la cocina y encima había bronca también. Pero es lógico: si estás en casa sin salir y yo te mando a la cocina pues lo más normal es que te cabrees. Era doble sesión y por la tarde me iba al rellano de la escalera, pero tampoco podía estar ahí todo el día, por los vecinos". Y volver a la residencia "ha sido raro" también para Ana, que recuerda que ahora, para evitar lesiones, "hay que ir con pies de plomo".

Para Alejandra, el confinamiento tampoco ha sido fácil. Sus padres son sanitarios y ambos han estado al pie del cañón durante lo más duro de la crisis: "La verdad es que ha sido muy duro. En mi casa, mis padres son sanitarios y han salido a trabajar cada día. En Alicante las cosas no han estado tan mal como en Madrid, pero lo he vivido con mucha angustia y estrés porque era una situación que casi nadie se esperaba. Es muy difícil estar precavido". Sin embargo, se lleva algo positivo: "Con esta situación nos damos cuenta de todas esas cualidades y enseñanzas que nos ha dado el deporte para afrontar situaciones nuevas, estresantes y adversas".

Alejandra Quereda, tras ganar la plata en Río 2016 con el equipo español.
Alejandra Quereda, tras ganar la plata en Río 2016 con el equipo español.

Espectacularidad y avances de la gimnasia

El triple-doble parecía algo imposible de lograr en la gimnasia femenina hasta que Simone Biles, en agosto de 2019, dejó boquiabierto al mundo entero. Sus ejercicios en suelo, la modalidad preferida de Ana, son "de otro planeta". "Me parece una burrada. No sé cómo no se pierde por el aire. Yo hago doble-doble y ya me cuesta la vida, o sea que el triple-doble...", recalca la sevillana. "Igual ahora después de la cuarentena nos sorprende con otra burrada. A mí me gustaría intentarlo, pero no me atrevo porque igual termino…", pero no se atreve a acabar la frase.

Este ejercicio es parte de la espectacularidad que tanto llama la atención de la gimnasia, tanto de la artística como de la rítmica. Sin embargo, si el triple-doble es el súmmum de la artística, para Alejandra no hay un movimiento que supere a otro en la rítmica, ya que va "por modas". "La tendencia ahora está en el manejo de aparato a tope, gimnastas muy malabaristas, rápidas, con muchísima coordinación. Pero va cambiando... Hace unos años, lo más era tener mucha flexibilidad, tener empeines y líneas de piernas muy bonitas", reconoce.

Y precisamente esta vistosidad que tiene el deporte es el que llama la atención de los espectadores en los medios de comunicación. Aunque en España quedan todavía muchos pasos por dar: "En cuanto a rítmica, la mejoría ha sido mucha. La primera medalla de oro mundial que ganamos nosotras en 2013, ni siquiera se televisó. Ha sido un proceso largo, ha habido altibajos, pero la situación está mucho mejor", indica Alejandra. "Tenemos la Liga Iberdrola que se retransmite online y eso nos da facilidad para que llegue a las casas y que la gente consuma deporte femenino, que creo que es muy importante", añade.

"En cuanto a la artística, se va viendo más. Nosotras también tenemos la Liga y también se ve a través de YouTube. También hay más medios de Comunidades Autónomas que se interesan y poco a poco, aunque sea en medios de comunicación pequeños se va viendo y por algo se empieza", agrega Ana por su parte.

Y es que, aunque sea uno de los deportes más practicados por las niñas en España, llegar a un nivel alto de competición está reservado sólo para algunas. "Es difícil que todos los parámetros se alineen", reseña Alejandra. Algo que comparte también Ana: "Aparte hay que tener una implicación por parte de los padres. Es importante que sumen, no que resten y que tu niña quiera, no vaya obligada, porque si no se quedará por el camino".

Las diferencias entre ambas disciplinas las conocemos y son bastante evidentes, pero, ¿cuáles son las similitudes? Según estas dos deportistas, el esfuerzo, la disciplina y la parte estética de los brazos, los elementos de ballet. Y, cómo no, los valores. "Porque no deja de ser gimnasia. Y somos una misma gran familia, aunque cada una tenga sus particularidades".

Ana Pérez, sobre la barra en una competición.
Ana Pérez, sobre la barra en una competición.

Las preguntas cruzadas de Alejandra y Ana

En ElDesmarque propusimos a estas dos gimnastas que se pusieran en la piel de los periodistas, algo a lo que no están acostumbradas, y se formularan preguntas la una a la otra. Y ellas, encantadas. Quisieron saber si el paso de deportista a entrenadora había sido muy difícil para Alejandra o si la presión de ser capitana pesaba sobre Ana. Y se responden con una sinceridad pasmosa.

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