Lili Fernández y Elsa Baquerizo: las reinas de vóley playa que quieren una medalla en Tokio 2021
La complicidad que se crea en un equipo de dos es especial. La relación va mucho más allá de lo deportivo y traspasa los límites de la confianza habitual entre dos personas, puesto que llegas a anticiparte a los movimientos y pensamientos de la otra. De eso saben mucho Liliana Fernández y Elsa Baquerizo tanto dentro como fuera de la arena sobre la que practican vóley playa. Y, para demostrar que #EllasValenOro, Lili y Elsa se unen al camino que ElDesmarque e Iberdrola estamos recorriendo de la mano.
Lili Fernández Steiner nació en Alicante en 1987 y Elsa Baquerizo McMillan vio la luz por primera vez en el mismo año pero en Nueva York, aunque a los pocos meses su familia se mudó a Madrid. Tras varios años jugando al voleibol, compaginando la pista en invierno con la arena en verano, ambas acabaron mudándose a Tenerife al cumplir la mayoría de edad. Allí, en el Centro de Alto Rendimiento, antes de convertirse en la pareja de voley playa femenino más laureada de nuestro país, se hicieron amigas. Y aquello fue el inicio de una bonita historia que aún hoy están escribiendo con letras de oro.
Sin embargo, estas dos jugadoras que destacan por sus continuas risas, todavía no son conscientes de lo que sus éxitos deportivos han supuesto para España. Y no es falsa modestia, es que prefieren centrarse en los objetivos que todavía tienen a su alcance, conscientes de los muros que han tenido que saltar para llegar hasta aquí.
"Creo que nosotras a nivel personal tuvimos que superar muchas barreras porque no teníamos referente a nivel nacional; muchísimas barreras de apoyo económico e institucional. Ha sido algo muy personal. Hemos marcado un antes y un después en el vóley playa y también en nuestras vidas, tanto a nivel deportivo como a nivel personal. Yo al menos no soy consciente de todo lo que hemos aportado al deporte, quizá cuando me retire y lo vea desde fuera, porque ahora todavía competimos y tenemos objetivos. Todavía no me veo como un referente, sigo en mis retos personales y en querer más", confiesa Lili.
"Lo difícil son los comienzos y empezamos separadas de la Federación porque teníamos un proyecto personal y eso nos afectó económicamente. Teníamos que pagarnos nuestros viajes, dormíamos los tres -junto a Dani Wood, su entrenador en aquel entonces- apiñados en una habitación de hostal. Y eso es mucho trabajo, cositas que vas puliendo a medida que cumples años y vas ganando en experiencia", añadía Elsa.
Tokio 2021: una oportunidad más para relucir
En septiembre de 2019, cuando todavía quedaba casi un año para los Juegos Olímpicos de Tokio, Elsa y Lili se metieron en la última ronda del preolímpico de China y, tras un disputadísimo partido ante Alemania, lograron hacerse con una de las ansiadas plazas para las Olimpiadas que debían haberse celebrado en este 2020. Era la primera vez que esta pareja se clasificaba para la cita olímpica con tantos meses de antelación, ya que solían hacerlo en las últimas pruebas del ciclo y con apenas dos meses para prepararse para el gran momento. Ahora que la prueba de Tokio se ha atrasado hasta 2021 por la pandemia del coronavirus, las españolas tienen un año más para llegar en óptima forma a los Juegos, algo que consideran, al menos a priori, una ventaja.
"Este año ha sido una ventaja por todo lo alto, teniendo en cuenta el COVID, las cancelaciones, el ránking… Tenemos mucha suerte de haber ganado ese torneo y tener ya nuestra plaza. Puede ser bueno o puede ser malo, porque en la competición por la plaza estás a muerte hasta conseguir la clasificación y eso después te fortalece a la hora de competir en un torneo fuerte como son los JJ. OO. Pero nosotras ya hemos vivido esa experiencia y esto es un respiro que podemos aprovechar para ir mejor preparadas, sin tanta presión", destaca Elsa, algo que Lili comparte.
"Yo estoy con Elsa. Creo que es una ventaja total después de todo este parón, de la pandemia, que todavía no tenemos fecha de retorno, tener la plaza es un privilegio que tenemos tres de las 24 que vamos a jugar. Durante el confinamiento sí opinaba que podía ser una desventaja el parón de competición, estar un año y medio prácticamente sin competir, y eso quizás sí se puede notar. Pero espero que la competición vuelva lo antes posible el año que viene y usar eso para ir cogiendo ritmo, y mejorar cositas y llegar a Tokio con ese ritmo. Dadas las circunstancias es una ventaja, un privilegio y un lujo", añade la alicantina.
Además, tras dos participaciones en Londres 2012 y Río 2016, Elsa y Lili quieren lograr en Tokio un mayor nivel de competición. Y, por qué no, pelear por una medalla, algo a lo que puede contribuir su actual entrenador -desde 2017-, Sebastian Menegozzo. "Tengo muchas ganas de disfrutarlos. Me apetece mucho disfrutar, sabiendo que has hecho todo para dar tu 100% y ya allí luchar por una medalla, pero sobre todo salir de allí sintiéndote bien contigo misma y sabiendo que lo has hecho muy bien", destaca la madrileña, y lo secundaba Lili: "Tengo poco que añadir, son muchos años ya juntas y para muchas preguntas tenemos las mismas respuestas. Si vamos a disfrutar, y a pasárnoslo bien y haciendo lo que llevamos haciendo todos estos años, no es que dé igual el resultado, pero te vas con la sensación de saber que lo hemos dado todo. En Londres y en Río nos quedamos con esa espinita, lo podríamos haber hecho mejor".
De sus experiencias olímpicas anteriores guardan con cariño una anécdota que en los últimos meses ha cobrado todavía más relevancia. "En Londres, entró Kobe Bryant en el comedor y eso era… Él se movía y tenía una masa de gente persiguiéndolo. No podía cenar. Y cuando salía le dije a Elsa que me hiciera una foto. Fui una de esas personas que le incordió ese día y tengo ese recuerdo, me llevé una foto con él y fue especial", cuenta Lili. "Fue gracioso porque lo persiguió como un fan…", añade Elsa entre risas.
Pasado, presente y futuro: cómo está el vóley playa
Sin duda, lo que han conseguido Lili y Elsa en estos casi 15 años de alta competición no es fácil. Actualmente, son decimoquintas en el ranking mundial, octavas en el europeo y primeras en el nacional. Pero, a pesar de todos estos éxitos, ¿pueden vivir en exclusiva del deporte? Ambas admiten que, por suerte, sí. "Gracias sobre todo a los patrocinadores", destaca Lili, "porque los premios a nivel internacional han bajado bastante, casi un 60% y si no fuera por los patrocinadores estaríamos un poco lo comido por lo servido y así estábamos cuando empezamos. A día de hoy, el apoyo del Comité Olímpico, de la Federación y de nuestros patrocinadores nos ayuda a dedicarnos exclusivamente a esto. Y gracias a eso obtenemos los resultados que tenemos, porque si tuviéramos que compaginarlo con un trabajo, no sé cómo nos iría...".
Elsa está de acuerdo: "A nivel de World Tour, han bajado mucho los premios y está la cosa más complicada, pero gracias a toda la ayuda que tenemos podemos dedicarnos sólo a esto. Dentro de lo malo, los 15 o 20 mejores del mundo podrían vivir de los resultados a nivel mundial", admite.
Todos los éxitos los han logrado juntas. Pero hubo un año en que tuvieron que separarse. Lili quería ser madre y tuvo que dejar la competición a un lado, un año en el que Elsa disfrutó del vóley playa de otra manera a la que estaba acostumbrada, con hasta tres parejas distintas. "Fue diferente. La eché mucho de menos. Pero fue un año interesante. Te da otra perspectiva de las cosas, te hace aprender cosas de ti, de los demás, a gestionar. Me lo tomé para aprender y me sirvió de mucho a nivel personal y me lo pasé muy bien con ellas", admite la jugadora nacida en Nueva York, que no descarta un cambio de papeles en el futuro: "Yo quiero tener niños obviamente, pero lo de volver con el niño a cuestas… no lo tengo claro", destaca entre risas.
Para Lili, volver tras el embarazo y los primeros meses de maternidad fue más duro de lo que esperaba, sobre todo por la autoexigencia no sólo en el plano deportivo sino en el personal. Ser madre requiere muchos sacrificios y queda patente cuando el pequeño Saúl se cuela en varias ocasiones durante el transcurso de esta entrevista.
"Quería volver igual, pretendía estar igual. Y eso no era posible porque me había cambiado el cuerpo. Había entrenado hasta el octavo mes, haciendo pesas, y retomé rápido los entrenamientos, pero estás más lenta y necesitas tiempo par recuperar la explosividad y me exigía mucho", confiesa. "Había decidido ser madre y tenía una responsabilidad mucho mayor. Estaba en un debate interno y personal de querer estar en dos sitios a la vez y no es posible. Me costó separar un poco. Tanto Sebas como Elsa comprendieron bien la situación y mi marido también, sin su apoyo yo tampoco hubiera vuelto. Fue un conjunto de todo, me sentí muy apoyada y yo sólo tenía que esforzarme y hacer lo que había hecho siempre. Es más fácil así".
En el presente, los meses de confinamiento por el coronavirus les han afectado como a todos los deportistas de élite. No han podido entrenarse con normalidad, pero Elsa confiesa que no lo ha pasado tan mal pese a lo complicado de la situación: "Pasar tanto tiempo en casa a mí me ha gustado mucho. he podido mantenerme gracias a Iberdrola que nos mandó material, y algunas cosas que compré yo antes de que se cerrara todo. Y más o menos hemos podido mantenernos. Lili más que yo…" y vuelve a reírse.
Pero Lili responde rápido que las dos han hecho lo que han podido: "Mi marido se inventó unas pesas con hormigón: unas garrafas de agua las rellenó de hormigón y las pude poner en la barra para hacer sentadillas. Él también tenía una bici con rodillo, era de montaña, pero pude hacer algo de cardio. Y tenemos una huerta y me monté un vóley-huerta, para poder darle al balón. Pero me siguieron faltando horas en el día".
Con vistas al futuro, ambas tienen una espinita clavada con dos parejas rivales a las que les cuesta mucho superar: la canadiense, formada por Brandie Wilkerson y Heather Bansley; y la brasileña, con Ana Patrícia Ramos y Rebecca Silva. "Están ahí como meta a batir el próximo año", confiesan las dos.
Más allá del vóley, La carrera deportiva tiene fecha de caducidad, por eso las dos se han preparado un futuro que, de momento, parece estar lejos de la arena. Elsa estudió Pedagogía y ahora está inmersa en Magisterio Infantil, por lo que le gustaría desempeñarse en su otra profesión. "Igual luego me metes en una clase con 20 niños y… ¡madre mía! Pero me encantaría", dice riendo. Por su parte, Lili no lo tiene tan claro y le deja este problema a su yo del futuro: "Acabé el Grado de Turismo, estoy con un Máster también de Turismo. Me gusta lo que estoy estudiando, pero no tengo ni idea de lo que voy a hacer. Es un sector muy amplio que engloba muchas profesiones, así que no lo sé. No me voy a preocupar de algo que todavía no ha llegado, cuando llegue me ocuparé".
Playas paradisíacas, sol, arena... y algo más
El vóley playa se tiene como un deporte idílico. Playas que parecen paraísos, mucho sol, arena blanca y fina y pasar el día entero en bañador. Pero es mucho más que eso. Cuando a Lili y a Elsa les preguntas qué han sacado de este deporte a nivel personal, se les acaban las palabras. "Nos ha formado en general como personas, el deporte de alto nivel te enseña mucho. Todas las cosas que aplicamos en nuestro trabajo, las aplicamos en nuestra vida diaria, en cómo gestionamos las cosas", responde la madrileña.
"Estoy de acuerdo. El tema de los valores, del trabajo en equipo, el compromiso. Y no sólo eso. A nivel personal, cómo gestionar el estrés o la frustración. En tu día a día, no lo haces y en el deporte o aprendes a gestionarlo o no tendrás los resultados que te gustaría. Llega un momento en que todas somos buenas y la mejora llega en la gestión mental. Me ha ayudado a aprender sobre mí misma. Sin deporte sería una persona totalmente diferente", agrega Lili.
Es una actividad que recomiendan practicar a todo el mundo, en especial a los niños y niñas: "Es un deporte divertidísimo, te puedes revolcar en la arena, no te haces daño. Es el deporte perfecto", dice Elsa, a lo que su compañera, entre risas, añade: "La arena cansa, el sol cansa, no paran de correr y de saltar, es perfecto. Habla una madre que necesita actividades para que se canse su hijo".
Otra de las ventajas de este deporte es jugar en pareja y la complicidad que se crea con tu compañera. Entre Lili y Elsa es palpable la confianza y el cariño que se tienen. "Siempre nos hemos llevado muy bien desde el principio y eso ha creado una química entre nosotras muy buena. Las experiencias además te unen mucho más, prácticamente estamos más tiempo juntas que con nuestras familias o parejas", reconoce la de Madrid. "El primer año no jugábamos juntas y teníamos muy buena relación fuera del campo y dentro luego eso se nota mucho. Fue recíproco, se fue retroalimentando una cosa con la otra. Hay química, si no existiera esta conexión especial… Nos respetamos, nos queremos. Hemos tenido que aprender cómo llegar a la otra, cómo ayudarla", sentencia la alicantina.
Hay una última curiosidad que ambas tienen en común: su segundo apellido no es español. Pero cada una tiene su historia al respecto. El de Elsa es McMillan, y la madrileña lo explica: "Mis dos padres eran deportistas, mi padre jugaba al baloncesto y mi madre al tenis. Mi madre es la que tiene el apellido americano, creo que es escocés". Por otro lado, el de Lili es Steiner: "Mi padre es español y mi madre es croata y el apellido es austriaco, fueron sus abuelos los que emigraron". Sin embargo, en su familia no hay antecedentes de deportistas profesionales.
Las preguntas cruzadas de Lili y Elsa
Desde ElDesmarque le hicimos la propuesta a esta pareja de vóley playa de que se cambiaran los roles con la periodista y se hicieran una pregunta la una a la otra, algo que hicieron encantadas y con la confianza de quien se conoce desde hace años. Lili quiso saber cuál era el torneo que más le había gustado jugar a Elsa, mientras que la madrileña preguntó cuál era el que menos le había gustado a su compañera. Sus respuestas no dejan indiferente.