Leticia Gil y Meritxell Playà: la vida de un salto con la longitud de la resiliencia
Tratar de saltar cada vez más lejos. En eso, grosso modo, consiste el salto de longitud. Es lo que tratan de hacer Leticia Gil y Meritxell Playà, dos atletas que compiten al más alto nivel y que dan muestras de que #EllasValenOro. La senda que recorremos en ElDesmarque e Iberdrola nos lleva hasta Ourense y Sabadell, lugares de nacimiento de dos deportistas que intentan, día a día, llegar más allá.
Leticia nació en Caballeda de Valdeorras, Ourense, en 1991 y suma cuatro medallas en Campeonatos de España absolutos. Desde muy pequeña se aficionó al atletismo y, tras probar -y jugar- con diferentes especialidades, siendo junior se decantó por el salto de longitud. ¿La razón? "Empecé a destacar un poco", recalca la gallega. "Yo hacía de todo. Triple, vallas, altura, combinadas… Y al final, no sé por qué, el tiempo me llevó a la longitud y a los 18 años me dieron beca en el CAR (Centro de Alto Rendimiento) de Madrid y me fui allí y me quedé con la longitud".
Meritxell, por su parte, nació en Sant Cugat (Barcelona) en 1998 y en su palmarés figuran un bronce en un Mundial y una plata en un Europeo. Su albinismo le ha provocado una pérdida de visión que la ha llevado a estar federada en Deportes para Ciegos. Para realizar salto de longitud, la catalana necesita de un guía que le indica cuándo saltar, cuándo abortar el ejercicio y cualquier otra información que Txell necesite, puesto que en su categoría, a pesar de sus restos visuales, está obligada a llevar un antifaz negro que iguala las condiciones de todas las deportistas. "Tenía unos 7 años y no sé si era un Mundial o un Europeo pero estaban echando algún campeonato en la tele y yo veía algo mejor que ahora. Estaban saliendo atletas masculinos haciendo salto de longitud y miré a mi madre y le dije: 'Yo quiero hacer eso'. Y me apuntó", señala sobre sus inicios en este deporte.
"La primera vez que lo vi como un objetivo y no tanto como un pasatiempo fue cuando me enteré de que había un Gran Prix en Berlín en el que se pedía una marca bastante alta y me dijeron que si llegaba, me iban a llevar. Era bastante joven, tendría unos 14 años o así", explica la catalana sobre cuándo empezó a considerar el salto de longitud como una profesión.
Un parón y un vistazo al futuro
Tras unos meses de confinamiento por la pandemia del coronavirus que no han sido nada fáciles, ambas han vuelto al ruedo, aunque de formas diferentes. Leticia ya ha tenido la suerte de acudir a algunas competiciones -incluso con algo de público en las gradas-, mientras que Meritxell, que está en medio de un traslado desde Barcelona hasta Madrid, está retrasando un poco el regreso a la rutina. La catalana, que aunque cumplió la mínima tiene que reafirmar su plaza en los Juegos Paralímpicos de Tokio que se han retrasado hasta 2021, está deseando retomar sus entrenamientos de forma normal.
Pero el parón no ha sido igual para ambas. Meritxell reconoce que lo ha pasado "sola" con su perro Spike en su pequeño piso de Barcelona. "Ha sido complicado incluso para realizar test de pies juntos porque el salón medía lo justo. Al final nos dieron la opción de poder salir en la fase 0,5 y ahí empezamos otra vez a darnos caña", argumenta.
Leticia, por su parte, argumenta que ha tenido "mucha suerte". Y se explica: "Cuando vimos la situación, mi pareja y yo nos juntamos con otra pareja de amigos y nos fuimos a una casa a las afueras de Madrid, que tenía una finca y al menos hemos podido desconectar y salir al aire libre y hemos podido entrenar porque teníamos espacio y pesas".
La gallega tuvo la oportunidad de participar en la primera competición de atletismo postcoronavirus, en Nerja (Málaga). Y, aunque no niega la felicidad que supone volver a un certamen tras tanto tiempo, recalca lo extraño que le pareció todo. "Los entrenamientos han sido muy diferentes y te pones en el pasillo a saltar y las sensaciones son totalmente desvirtuadas a las habituales y me está costando entrar a competir ahora mismo, pero es lo que toca y si podemos competir un poco, eso que me llevo", comenta. "Fue un poco extraño, es la primera y tienes otros recuerdos. Te extraña que todo el mundo vaya con mascarillas, las distancias… Ponerte a competir así es chocante".
Con la paralización de entrenamientos y competiciones, Meritxell afronta el nuevo año olímpico y el retraso de la competición deportiva reina con algo de incertidumbre. "Lo pasé bastante mal. No me podía encontrar con mi familia y fue duro, no te voy a mentir. No sólo el hecho de no ir, sino la propia confusión e incertidumbre y el miedo propio de la situación", confiesa. Y añade que, sobre lo de tener más tiempo para prepararse, "en ningún momento me he planteado si es bueno o malo. Deportivamente no es un gran favor, pero no había otra opción. No se podría afrontar ahora juntar a grandes multitudes, no quiero pensar lo que serían unos Juegos a puerta abierta y a puerta cerrada… perderían esa magia que tienen de juntar a todo el mundo en un mismo sitio".
Para la de Sabadell, ir a los Juegos siempre ha sido su objetivo. Aunque sueña mucho más alto: "Si consiguiera cualquier metal o una final, supergenial. Pero sólo el hecho de ir era mi objetivo y sobre todo saber que esa inversión ha tenido sus frutos". En el caso de Leticia, cambia un poco: "Los Juegos son el sueño de todo deportista, pero yo siendo realista estoy bastante lejos ahora mismo", responde al ser preguntada por su mayor sueño. "Yo diría acudir a un gran campeonato europeo o mundial. Los Juegos son para mí palabras mayores".
Una carrera de obstáculos, física y mental
Permitiéndonos la comparación con otra especialidad del atletismo, la carrera deportiva de estas dos saltadoras no ha sido un camino de rosas, ha estado llena de obstáculos. Leticia confiesa que el más alto que ella ha tenido que superar llegó hace unos cinco años: "Tuve que dejarlo todo porque mi padre se puso muy malo, lo tuvieron que operar de urgencia y me tuve que ir a Galicia con mi familia y tuve que dejar mis estudios y mi entrenamiento. Estuvimos dos meses en el hospital". Admite asimismo que "volver a competir después de eso fue muy duro, me rompí un isquio y me ha costado casi cuatro años superar esa lesión hasta que más o menos está estabilizada. Eso para mí fue un obstáculo muy grande, pero me enseñó a ser resiliente y a aguantar lo que me echen y a tener muy claro lo que quiero, lo que me gusta y lo que quiero hacer".
Meritxell sin embargo admite que no ha tenido ningún obstáculo enorme "más allá de mi propia discapacidad". No obstante, recalca que "lo que más me ha golpeado en edad más adulta fue mi cambio de categoría, que implicaba tener que utilizar un antifaz, me cambiaron tres días antes de la prueba y terminé consiguiendo un oro. Pero al final la discapacidad es algo que las personas que convivimos con ella damos por sentado y nos enseña valores que incorporamos en nuestro día a día, ya sea el trabajo en equipo o la propia resiliencia que todos los deportistas tenemos que aprender".
Y es que, como ambas comentan, la resiliencia es clave en este deporte -y en todos en general-. Antes de emprender la carrera hacia el salto, hay que liberar la mente de presiones y las dos insisten en que no hay que cargar con demasiados pensamientos: "Cuando te sobrecentras en varias cosas, haces bien una y mal la otra y terminas haciendo un churro…", admite Meritxell. "Yo intento no pensar mucho y si hay algo muy recurrente que me está fallando, pensar sólo en eso, pero no demasiado porque entonces es cuando no te sale nada", acuerda Leticia.
Pero no sólo consiste en saltar cuanto más lejos mejor. También es importante la batida: el movimiento que transforma la carrera en salto. Comienza con el apoyo del pie de batida sobre la tabla y termina con la pérdida de ese contacto. Y, para este momento hay ejercicios específicos. "Desde multisaltos, con batidas enlazadas, hasta ejercicios que te ayudan con la movilidad y la fuerza en la cadera. Sobre todo a nivel técnico me han corregido mil cosas. Hay muchos ejercicios que te ayudan a centrarte en eso", señala Meritxell, algo que apoya Leticia al cien por cien.
A pesar de la individualidad que conlleva el salto de longitud, no deja de tener un gran componente de trabajo en equipo. "Sin mi entrenador no saltaría lo que salto", reconoce la gallega, "somos un equipo de dos y, sin los compañeros de entrenamiento, habría muchas cosas que tampoco mejoraríamos, porque entrenando nos picamos y si tienes un mal día, ellos te ayudan a salir adelante y acabas haciendo un buen entreno. Es una piña que te ayuda en tu día a día".
Meritxell, que forma un equipo inevitable con su guía, lo secunda: "Es una realidad que, en las competiciones, los entrenadores dan indicaciones desde las gradas a los atletas, con gritos o señales. Y eso no deja de ser la extensión del trabajo en equipo que se hace en los entrenamientos".
"Y en mi caso personal, el guía tiene un aspecto generalizado. No sólo me ayuda en el momento del salto, también durante los entrenamientos, si hay más gente corriendo. Me guía en el más literal sentido de la palabra. Corremos juntos, se practica durante los entrenamientos la llamada para que sea todo perfecto en competición, porque hay que saber leerse el uno al otro para que el guía sepa cuándo tiene que abortar el salto y que el atleta sepa cuándo se ha atragantado y no le está pidiendo que aborte. Es deporte de equipo visiblemente", añade la de Sabadell.
La distancia, esa gran barrera
Para el salto de longitud adaptado, en cualquiera de sus categorías, Meritxell reconoce que todavía hay mucho margen de mejora, "tanto porque no hay tanta gente, como porque no está perfeccionado el sistema". Sin embargo, apoya la teoría de Leticia de que superar los vigentes récords del mundo en salto de longitud masculino (8,95 metros de Mike Powell en 1991) y femenino (7,52 metros de Galina Chistiakova en 1988) es altamente complicado. "Para que alguien vuelva a saltar eso, tiene que aparecer una bestia parda…", admite la de Ourense. "He escuchado que hay un limitante fisiológico y técnico que costaría mucho superar tanto en chicos como en chicas", añade Txell.
Leticia, por su parte, superó en la temporada 2016/17 la barrera de los 6 metros, algo que parece todavía muy lejano en la modalidad paralímpica. Para la gallega, fue un hito: "Después de todo lo que me ha costado… Estás ahí. A veces se te atraganta una marca y cuando la pasas ya no tienes problema en pasarla más veces".
Para superarse, cada una ha tenido referentes distintos en los que fijarse. Mientras Leticia tiene a Yago Lamela o Concha Montaner en mente, Meritxell barre para casa: "No tiendo a empatizar mucho con personajes que no conozco y para mí los referentes han sido grandes atletas con los que he compartido pista, entrenamientos y día a día. Sin ir más lejos, mi entrenador Toni Corgos, para mí ha sido siempre un gran referente de sacrificio, superación y de años currándoselo". También se le viene a la cabeza Cora Salas.
Conscientes de que su carrera deportiva tiene fecha de caducidad, cada una tiene planteado su futuro de una forma diferente. "Yo no me lo he planteado todavía", reconoce Leticia. "Considero que todavía soy joven, aún me quedan unos años. Para eso estoy haciendo mis estudios (en Veterinaria), que quiero acabarlos para luego dedicarme a mi profesión. Aunque lo deje, de entrenar del todo no voy a parar, porque me gusta mucho", añade.
Por su parte, Meritxell apoya la teoría de que, aunque se retire, nunca va a dejar de practicar deporte, pero su futuro tiene otro color: "Yo siempre le he dado mucha importancia a mis estudios, es un reto conmigo misma. Sí me he planteado dónde está mi final deportivo, porque por la tipología de mis estudios… Voy a empezar en septiembre a opositar a Abogacía del Estado (ha estudiado Derecho) y soy consciente de que mi preparador me puede decir que deje de entrenar para poder sacarme la plaza. Es una posibilidad que tengo en cuenta y tendría que barajar opciones, aunque siempre he intentado compaginarlo todo".
Las anécdotas de Leticia y Meritxell
En ElDesmarque propusimos a las atletas que nos contaran alguna anécdota de su vida relacionada con el deporte y que recuerden con especial cariño -o entre risas una vez pasado el tiempo-.
Tanto Leticia como Meritxell estuvieron encantadas de sacarlas a la luz y advertimos de que la diversión está asegurada: desde salidas nulas que al final no lo son hasta despistes que impiden competir.