Más que una victoria de Bielsa, una derrota de Marcelino
El Athletic Club fue mejor, mucho mejor que el Sevilla este domingo en el Sánchez Pizjuán. Evidentemente, la primera comparación que salta como un resorte tras observar el partido es la de los entrenadores. ¿Qué habría sido del conjunto nervionense con Marcelo Bielsa en el banquillo, sería mejor un Sevilla con el argentino, su juego sería más atractivo? Realmente el planteamiento es demasiado fácil y evidente, superficial. Un hipotético Sevilla de Bielsa podría ser mejor, claro, y quién sabe, a lo mejor también peor. A lo mejor un planteamiento ofensivo en este equipo que recibió 61 goles la temporada pasada habría acabado en fiasco absoluto, a lo mejor el Sevilla no tiene equipo para irse al ataque, a lo mejor no tiene equipo para esa propuesta de fútbol, quién sabe. Pero lo que está claro es que el pensamiento fácil del cambio de cromos, sobre todo tras la victoria del Athletic, es demasiado limitado y oportunista. Hace apenas cuatro semanas nadie se acordaba de Bielsa. Habrá que dejarlo correr.
Pero esta reflexión no es óbice, ni lo son estas líneas, para criticar el planteamiento de Marcelino ante el conjunto vasco. No fue Bielsa un genio por atacar el centro del campo sevillista, multitud de equipos lo han hecho en las últimas temporadas con diferentes resultados. No fue Bielsa un genio por intentar sorprender por las alas a un equipo que deja espacios tras sus extremos y que no tiene centrocampistas que 'anclen' al equipo, sobre todo si no está Medel. No, ni mucho menos. Lo realmente triste fue que Marcelino no reaccionara ante el cambio de piezas del Athletic, que no atendiera al desarrollo del partido, que no previera lo que sucedía o parecía suceder, más aún cuando contaba con tres futbolistas limitados físicamente. El buen entrenador debe tener versatilidad, aprovechar al máximo los recursos de su equipo, incluso cuando sean limitados en una u otra faceta. Posiblemente el Sevilla gane muchos partidos con dos delanteros, porque atesoran una calidad terribe, pero cuando estos no están bien, cuando físicamente no dan de sí, a lo mejor lo oportuno es buscar otros resortes para fortalecer el equipo. Eso falló ante el Athletic. El centro del campo vizcaíno superó en físico y en número al sevillista porque ni los de arriba ni los de las bandas ayudaban como débían a dos pivotes, para más inri, que no dominan el espacio a la perfección. Traducción de todo esto, dominio absoluto de la situación y derrota.
Este Sevilla, con Marcelino o con otro entrenador, tiene sus limitaciones y sus virtudes. Quizás alguno podría exprimirlas más oportunamente, o quizás no. Es la pregunta que tendrán que empezar a hacerse en el club si los resultados no llegan, si el problema es lo que hay o lo que no hay.
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