Guillén 2.0

Probablemente, el mejor fichaje de la presente temporada del Betis haya sido su presidente, Miguel Guillén. Si era la primera campaña del club en Primera tras el ascenso, también lo era para el actual dirigente en su puesto.

Y lo cierto es que Guillén ha sacado adelante con nota su primer curso. Es, entre todo el galimatías en que a veces se convierten las relaciones de poder en la entidad verdiblanca, el que impone ante todo naturalidad, y eso en un club de fútbol es oxígeno.
Esta temporada ha demostrado calma cuando nadie la tenía, no ha querido falsos protagonismos ni flashes ni portadas, ha trabajado con sentido y quizás en algún momento le ha podido sobrar alguna palabra, pero más fruto de la inexperiencia que del error o la insensatez.
Guillén, en definitiva, ha demostrado ser el presidente que necesitaba y demandaba el Betis.
Pero, como el mismo equipo, Guillén también debe dar un paso adelante. Experiencias como las de esta semana pueden servir de punto de partida. El dirigente bético sabe y debe saber que los futbolistas son los más importantes 'fanes' y seguidores de la excusa. Son radicales de la excusa si me apuran. Se acogen a ella con tanta facilidad que todos han fichado, fichan o ficharán por el pretexto, no cabe duda. Por eso, si Guillén, o cualquier presidente, se muestra medroso, tibio o dubitativo en algún discurso, como el de las posibilidades europeas, los jugadores ya tendrán su clavo ardiendo para asirse y dar la penosa imagen ofrecida, por ejemplo, en Mestalla. Así es el futbolista, si no se le aprieta hasta el extremo, si no se le exige lo máximo, se acomoda, es su condición.
Y esa vuelta de tuerca a la ambición, esa regeneración del discurso a tiempo debe asumirla Miguel Guillén, el mejor presidente que puede tener el Betis en estos momentos, para la próxima temporada. Porque sin esa vuelta de tuerca corre el riesgo el equipo de acomodarse, de no exigirse y eso, en Primera, conlleva un peligro mortal.
 
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