Un derbi apocado
Llega el segundo derbi de la temporada, el que tuvo que ser en enero y fue aplazado como consecuencia de la huelga de agosto. Llega en miércoles, entre semana, y con tan solo tres días de prederbi, pero sobre todo llega con los dos equipos en momentos de irregularidad y con momentos de juego discretos, cuando menos.
En realidad, el derbi de este miércoles llega bastante empequeñecido. El Sevilla pelea in extremis por una plaza europea, de la Liga Europa, que sabría a manjar divino una vez que el objetivo real, la Liga de Campeones, ya es imposible y una vez que la temporada ha sido la más discreta y pobre de la última década.
El Sevilla ha demostrado hasta la saciedad que es un equipo irregular, inconsistente, que si no ha terminado de caerse es porque aún mantiene jugadores de primer nivel. En cualquier caso su identidad es la no identidad, la del equipo sin sello, y eso, de cara a un derbi, también cuenta. Es imposible saber qué Sevilla se podrá ver en el derbi y es imposible saber si será capaz o no de mostrarse superior al Betis o si mostrará su peor cara. Es este Sevilla, en definitiva, uno de los peores Sevilla que encaran un derbi en los últimos años.
Y, en teoría, el Betis llega más desahogado, con su objetivo cumplido y con mayor optimismo. Pero sin jugarse nada. Afortunadamente hablando de la permanencia, claro, pero desafortunadamente tratándose de las ambiciones del equipo. El conjunto verdiblanco, con Europa ya demasiado lejos como sueño, apenas tiene como objetivo ganar el derbi y superar al Sevilla en la tabla. El Betis tenía, por circunstancias evidentes, objetivos menores que el Sevilla y los ha cumplido. Pero tampoco rezuma optimismo e ilusión.
En cuanto a juego, ha perdido su espíritu de otras partes de la temporada, y en el Sánchez Pizjuán tampoco está claro qué Betis se verá. Ya no es siempre el equipo que busca a sus rivales y también tiene la irregularidad como una de sus señas.
Es, en resumen, un derbi pobre. Sin objetivos ambiciosos. Sin grandes miras. Sin gran fútbol en teoría. Se sustenta de por sí por su mera definición de encuentro de máxima rivalidad, pero posiblemente estemos ante uno de los derbis más discretos de las últimas temporadas. Que los próximos sean más altos de miras.
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