Per-so-na-li-dad
Por Juanma Garrido Anes
Estadio Deportivo
Nadie pide que juguemos como el Barcelona, ni que tengamos la efectividad del Real Madrid, ni que tiremos el fuera de juego con la sincronía perfecta del Milán de Sacchi. Nadie exige que entre los nuestros haya cada año un Falcao, un Navas o un Cazorla, ni siquiera un Leo Ulloa, ni que el portero sea reconocido por costumbre con el Zamora cuando llega junio. Nadie se moriría por no ascender ni dentro de dos meses ni dentro de catorce, ni si no se logra ese objetivo en el curso del 125º aniversario por mucho que ése sea el deseo. Nadie se rasgaría las vestiduras, no. No es cuestión de preciosismo, es cuestión de personalidad, sí: per-so-na-li-dad.
No sé cómo lo harán aquellos que gestionarán la próxima campaña de abonados ni qué mensaje mágico pretenden sacarse de la chistera no ya para abordar la imposible gesta de aumentar el número de afiliados, sino para evitar que muchos de los poquitos que ahora lo son tengan la lógica tentación de tirar por la ventana su carné y sus años de historia ligada a este desangelado club. A lo mejor se consigue, ojalá, pero me temo lo peor. Tampoco adivino qué directrices tiene ni tendrá la parcela deportiva, si de verdad buscan implantar el estilo de La Masía (pero ¿hay dinero y tiempo para intentarlo?) o el estilo del Villarrobledo. Ni lo sé ni me importa. Lo único que el suscribe pide, y no ya como periodista afín al Decano sino –perdonen la autocita- como socio-sufridor desde hace ya más de un cuarto de siglo, es que no tenga que bajar casi cada fin de semana la cabeza porque el rival le pone más ganas, más ilusión, más picardía y más ambición que la que le echan los míos. Se gane o se pierda, se suba o se baje, caramba: garra, garra, garra.
Que mi equipo, endeudado hasta en sus sueños, no sea dominador con el balón o que su supuesta idiosincrasia le lleve a dejar la iniciativa al rival… bueno, aceptamos pulpo como animal de compañía suponiendo siempre que ese rival sea infinitamente superior (aunque tampoco tendría que ser así). Pero si no nos medimos a un ‘grande’… ¿Por qué tiene este plantel que esperar siempre a que le den el primer puñetazo para irse arriba? ¿Por qué sólo se va al límite con el marcador en contra? ¿Qué narices tiene que pasar para salir a comerse desde el calentamiento al Alcoyano? ¿Es el Guadalajara mejor, en nombres y hombres, como para jugar a su merced? ¿Qué hay que temer de la historia del Alcorcón para no hacer que su defensa sienta los colmillos de los nuestros desde el pitido inicial? ¿Y del Gerona? ¿Y del Numancia? ¿Tenía el Cartagena tres ‘Xavis’ y dos ‘Iniestas’ como para tener que regalarle el balón y esperar nosotros temerosos atrás?
Que vistan el próximo mensaje muy bonito y que fichen a quien sea, pero que encierren a los futuros albiazules con cierto entrenador sólo una semanita para que cuando un árbitro se ría (porque hay muchos que se ríen) del escudo, que los nuestros no le den encima la manita como si no hubiera pasado nada. Que no es normal que sea el bueno de Pedraza el que más haya levantado la voz protestando en algún partido mientras sobre el césped ni el capitán ni el entrenador tratan de imponerse a nadie. Que es inconcebible que no le robemos ni una tarjeta una amarilla al rival cuando éste casi la pide a gritos impidiendo el saque de una falta. Que den con el clon de Caparrós, por Dios, aunque sea casi sin querer. Sería la mejor noticia posible para este inerte Decano.