'Julien et Séville'
Cosas del verano. Con la efervescencia futbolística bajo mínimos, con unos Juegos Olímpicos en desarrollo, despedidas, idas, venidas y bienvenidas pasan a formar parte de una marabunta de movimientos que parecen pertenecer a un mismo y serpenteante mercado, pero que merece la pena diseccionar para extraer casos como el de Julien Escudé.
Julien Escudé también ha sido uno de los mejores jugadores de la historia del Sevilla, y uno de sus mejores fichajes por tanto. No ha dejado en la entidad millones de euros, pero ha dejado títulos, varios, y una trayectoria intachable, tan intachable como su porte y elegancia en el terreno de juego.
Llegó sin crear muchas expectativas porque pasó a ocupar un segundo plano en su club anterior, el Ajax, pero en el conjunto nervionense se convirtió en lo que fue en sus primeros años en Holanda, una referencia, dentro y fuera del campo.
Julien fue para el Sevilla esa pieza del rompecabezas que uno tarda siempre en encontrar, pero que al ubicarla encaja tan a la perfección que el 'puzzle' se redefine. La defensa sevillsta 'prejulien', aquella de Alfaro y Navarro, se había ganado fama de dura, pero en realidad su virtud era la competitividad. Pues bien, el galo se sumergió en ese nivel competitivo y añadió un toque de clase, 'glamour' si quieren, técnica y salida de balón de la que adolecía por entonces aquella zaga. Se convirtió en la pareja y en el contrapunto a la vez de Javi Navarro, y ya se hizo indiscutible.
Escudé ha sido para el Sevilla un jugador histórico porque su nombre será recitado cada vez que se rememoren los equipos nervionenses campeones, pero lo ha sido por merecimiento propio y no por casualidad.
Esa elegancia y esa pausa, de la que también se vistió el Sevilla campeón, la ha trasladado incluso el francés fuera del terreno de juego. Su despedida fue el ejemplo. Amante de la cultura local, inquieto por la ciudad y el mundo que le rodeó en la capital hispalense, el mismo central hace un favor al mundo del fútbol sabiendo compaginar este deporte con la cultura, como compaginaba en el campo la contundencia y la técnica, la rapidez al cruce con la salida de balón.
El Sevilla le hizo falta a Escudé, pero qué falta también le hacía al Sevilla un jugador como Julien Escudé. Se marcha a Turquía, pero su sabor y halo de buen francés, como el buen vino del que es amante, ya se queda en el paladar de los sevillistas.
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