El Kitesurf baña el litoral andaluz

Desde hace ya algunos años cada vez más se dispara la fiebre por esta modalidad de las cometas. El verano trae de nuevo hordas de kitesurferos, de nuevos curiosos, de gente deseosa de ‘engancharse’ o ‘colgarse’ con los arneses y esas cometas que permiten volar y saltar sobre las olas.

Desde Isla Canela, Isla Cristina, La Antilla, Caño de la Culata, El Portil, Punta Umbría, La Canaleta, Mazagón y Matalascañas recogen los vientos y olas atlánticas onubenses para seguir haciendo crecer esta modalidad. En la orilla gaditana del Guadalquivir en Sanlúcar, Chipiona, Costa Ballena, Punta Candor, El Buzo, Valdelagrana, Victoria, Cortadura, Campo Soto, Sancti Petri, Conil, El Palmar, Los Caños, Barbate o Zahara son territorios dónde los kiters han sabido hacerse un hueco entre la vela y el windsurf tradicionales. 
Desde el Puerto del Rey en Almería en busca del Atlántico soplan los vientos que han venido a dejar la semilla de un deporte moderno en tierras de vela y marineras de la costa Andaluza… Mojácar, Algarrobicos, San José, Los Genoveses, Cabo de Gata, El Alquián, El Risitas, El Zapillo, Roquetas, Punta de la Entinas, Almerimar, Mar Azul, Culoperro, Castell de Ferro, Salobreña, La Ponderosa, La Herradura, El Playazo, Torrox, Benajarafe, Chilches, El Chanquete, Guadalmar, Los Álamos, El Chaparral, Cala de Mijas, Cabopino, Los Monteros, San Pedro de Alcántara, Estepona, Sotogrande, Palmones, Getares, La Caleta, Playa Chica… Tarifa. 
El Estrecho es el Rey, el epicentro en esta materia eólica. Punta Paloma y Las Dunas son la simiente del viento. Duna kitesurfera por excelencia donde habitan todos los apasionados de la navegación con cometa a las laderas atlánticas del Parque Natural del Estrecho. Valdevaqueros, Torre La Peña, el Hotel Hurricane, Arte Vida, Los Lances, La Charca, Río Jara, La Jaima… paraíso de cometeros. 
Pero no es un deporte sencillo y tiene distintas modalidades de competición (carrera, saltos, freesyle, olas). Y requiere materiales que -como en todo- los hay de muchos precios. De todos los elementos necesarios hay decenas marcas. El kite o cometa oscila entre 700 y 1.500 euros, las tablas entre 400 y 500, los arneses entre los 70 y 220 y un traje de neopreno básico vale unos 90 euros pero los hay de hasta 400. A ello hay que unir todo tipo de accesorios como cascos, chalecos, escarpines, guantes, sujeciones, aletas y accesorios y recambios de todo tipo, si bien es cierto que existe un amplio mercado de material usado que abarata mucho la inversión necesaria en el equipo completo. Es un deporte que puede ser peligroso si no se ha sido bien instruido. Un curso de iniciación medio es de ocho horas en dos o tres jornadas y viene a costar 250 euros. 
También es un deporte que se encuentra con dificultades de ordenanzas municipales, prohibiciones en determinadas zonas de baño y falto de regulación en algunos aspectos. Además de entre sus centenares -por no decir miles- de prácticamente apenas una veintena de ellos tienen sacada licencia en la Federación Andaluza de Vela. Son en su mayoría deportistas independientes que ni tan siquiera pertenecen a clubes y si acaso tienen algún patrocinio de las marcas propias del sector. 
Y al pairo de estas levanteras y sotaventos crecen y crecen las industrias propias a su alrededor. Proliferan fabricantes y tiendas de ropa y material de surf, monitores, clases, hoteles, chillouts y chiringuitos… 
Además de toda una singular moda de camisetas, bañadores, calzado, gorras, complementos y estilo de vida dignos de estudios socio-económico o análisis de sus impactos en la economía de las zonas de influencia de este deporte. 
En Andalucía tenemos a la varias veces campeona del mundo, Gisela Pulido. Recientemente se ha celebrado en Isla Cristina el Campeonato de Andalucía de la modalidad de carrera en la que dominaron los isleños Augusto García y Carlos López Casal y el malagueño Sergio Perera. Otros nombres propios del kite andaluz son Adrián Albacete, Manuel Domínguez, Liam Whaley, Guillermo Álvarez, Jerome Cloetens, Alberto Prieto, Antoni De La Mónica y Raquel Serrano.
 
 
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