Maté encara la recta final de la Vuelta con "buenísimas sensaciones"
Luis Ángel Maté ha llegado a la segunda jornada de descanso de la Vuelta a España “con unas sensaciones buenísimas”.
Día a día, el ciclista marbellí se va encontrando mejor físicamente hablando: sus piernas agradecen los esfuerzos. Ayer dio una muestra de ello en la etapa con llegada en alto en Formigal, en la cual se introdujo en la escapada buena que se jugó la victoria.
El ‘Lince Andaluz’ está “contento” con su prestación y su presencia en los momentos decisivos, aunque “no demasiado satisfecho” con el resultado (13º, a 1’09” del ganador Warren Barguil): "Me faltó un punto. La carrera fue intensísima, con muchísimas escaramuzas y varias trampas en el recorrido, y gasté muchas fuerzas a lo largo del día”. El marbellí logró entrar en la fuga definitiva, conformada a sólo 30km de meta con unos 25 corredores, pero echó de menos “algo más de energía”. “Es una pena, porque la subida a Formigal era muy buena para mis características, pero esta es sólo la primera escapada…".
Ahí está la motivación, y la esperanza, de Maté. “Noto que voy a más y me quedan cuatro jornadas para intentar la fuga. Calahorra es llana, por lo que quizá los velocistas quieran controlar, pero las fuerzas van justas. Naranco y Peña Cabarga son jornadas escarpadas y muy adecuadas para la escapada si la gente de la general decide guardarse para el final. Y luego está el Angliru, un auténtico templo del ciclismo”. Luego está un objetivo extra: su compañero Nicolas Edet lidera la clasificación de la Montaña. “Habrá que ayudarle a ganarla: para el equipo sería un honor importante subir al podio en Madrid”.
Formigal aparte, la segunda semana de la Vuelta ha sido relativamente tranquila para el corredor de Cofidis. “He intentado la escapada varias veces, pero por una u otra razón no he logrado coger la buena hasta ayer”. El sábado, en la dantesca travesía pirenaica hasta la Collada de la Gallina, pasó “frío, como todo el pelotón”. “No es una cuestión de abrigarse más o menos: llueve, el agua cala y, por mucho que uno intente ponerse una u otra ropa, el cuerpo termina helado en los descensos”, remata.