Identidad verdiblanca

El Real Betis de Pepe Mel es un Betis reconocible, en lo bueno, lo más, y en lo malo, lo menos. Y eso, una temporada más, es una garantía y una gran noticia.

El encuentro ante el Valencia ha reencontrado al conjunto verdiblanco con muchos de sus valores, que ya había mostrado, y los ha conciliado con la victoria.
Porque resulta que la identidad del Betis de Mel, afortunadamente, predomina en sus partidos, gane o no. Esa es una cuestión capital en un equipo de fútbol. Saldrán las cosas mejor o peor, lloverá, hará frío o calor, llegará el árbitro de turno o el crack del rival, pero los jugadores del Betis salen al campo con unas nociones claras metidas en su cabeza que suelen ejecutar bastante bien. Quizás no siempre con la perfección y la efectividad mostradas ante el Valencia, porque es harto complicado, pero sí con una esencia que automáticamente convierte al equipo en competitivo allá donde vaya.
Cuando el Betis ha mostrado esa identidad, a más alto o menor nivel, ha respondido a las adversidades y ha prolongado los parabienes. Esa identidad, de hecho, es la clave de que el Betis y Pepe Mel estén funcionando tan bien y la clave de que el técnico madrileño sea la pieza fundamental en todo el entramado verdiblanco, es capaz de inculcar su idea a fuego entre sus jugadores, y sabe hacerlo progresivamente en algunos, de manera fijo en otros e incluso intermitente en otros cuantos si es preciso. Entiende perfectamente a cada futbolista y lo convence como cada uno necesita.
A partir de ahí los habrá mejores y peores, y quienes llevarán a efecto su tarea de mejor forma, pero el Betis de Mel tiene una identidad que, de entrada, solo con saltar al campo, ya lo convierte en competitivo, ya lo convierte en un equipo. Gran logro ese.
 
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