Querido Valle
La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
No tardes mucho en volver, por favor. Sé de sobra que un solo jugador ni gana un partido ni logra un campeonato, pero haces falta como el comer porque la monotonía comienza a irritar bastante. Todo el mundo sabe que hasta Michael Jordan, el deportista más decisivo que estos ojos que se han de comer los gusanos han visto y verán jamás, necesitó un equipazo a su lado (Rodman, Paxon, Pippen, Grant, Kukoc...) para reinar, pero cuando él pisaba la cancha todo era distinto. Pues, bajando a la Tierra y sin necesidad ninguna de que el Decano reine en la tabla (nuestra guerra es otra), es vital que entre tanta filosofía Zen futbolera alguien haga lo de siempre: ser un buen pelotero, y punto. Y en eso pocos te superan.
No eres un Rey Mago pero como si lo fueras, así que permíteme la licencia de pedirte ciertas cosas que, como siempre las has hecho, seguro que cumplirás casi sin esfuerzo. A saber: si estás en la frontal del área contraria no se te ocurra pasarle a tu portero, sino buscar la meta rival; si desde la banda puedes dar un pase de esos que deja ojiplático al personal no hagas que ese balón acabe en nuestro central, por caridad; y si hay una falta y confías en meter la pelotita por la escuadra, inténtalo aunque el balón se te vaya al Polo Químico. Mejor eso que marearlo con no sé qué extraño fin.
Se ha llegado a tal punto de obsesión con el dichoso fútbol-control que ya sólo nos falta tirar un penalti hacia atrás, pero no descarten nada que sorpresas te da la vida. Lo que no entenderé nunca es que si los rivales, que son el Éibar, el Córdoba o el Jaén (no el Bayern, el Chelsea o el PSG, oiga) nos dejan en evidencia con tres toques de nada sigamos erre que erre con la misma historia. “Es que nuestro fútbol es alegre”, dicen algunos. Pues no hay mayor alegría que ganar, y eso suele lograrse jugando hacia adelante, con verticalidad, pienso yo. Por eso, querido Jonathan, en ti confiamos. Te esperamos como agua de mayo, amigo.