La exaltación de lo absurdo
La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
Que Real Madrid y Barcelona acaparen toda la atención de tres cuartas partes de la España futbolera y de más de la mitad del planeta fútbol ni es nuevo ni es nada anormal. Las dos entidades son tan gigantes y han tenido, tienen y tendrán a tantas estrellas en su plantel que parece difícil que dejen de estar en el punto de mira diariamente. Y que los dos jugadores más determinantes del último cuarto de siglo, Cristiano Ronaldo y Messi, estén en sus filas sólo hace confirmar sus grandezas. De todo ello nos beneficiamos el resto, que sufrimos por otros colores pero que disfrutamos de lo lindo con estos dos astros descomunales y con su rivalidad, sus goles y sus genialidades.
Es imposible afirmar que jamás volverán a coincidir dos jugadores de este nivel por muy difícil que eso sea, al igual que no seré yo quien se atreva a decir que no veremos nunca en una cancha de baloncesto a alguien igual o mejor que Michael Jordan –aunque en realidad no me lo imagino-, porque nunca se sabe... Pero de ahí a que cierto modo de hacer supuesto ‘periodismo’, basado en la exaltación de lo absurdo, se haya convertido en ‘lo más de lo más’ va un mundo. Que si el tatuaje de uno, que si las arcadas del otro, que si el tercer taco de la bota derecha lo tiene así, que si la uña del dedo gordo del pie del argentino está ‘asao’, que si la prima tercera de la cuñada de la novia del portugués ha dicho tal cosa… Una ridiculez tras otra que, al parecer, cala hondo: las audiencias mandan y los programuchos de televisión que se alimentan de esto triunfan. Una prueba más de que (con perdón) no siempre el pueblo está en sus cabales.
Todavía no le he encontrado el sentido a lo provechoso que es ver, durante diez minutos seguidos tal y como emiten ciertos ‘espacios de deportes’, la llegada en coche de todos y cada uno del plantel de los grandes a sus respectivos entrenamientos. Estamos en un mundo idiotizado y los que trabajamos en esto tan bonito -y peligroso- que es la comunicación tenemos gran culpa de ello. Nos fijamos inútilmente más en las formas que en el fondo. Ya va siendo hora de resetear y volver a la normalidad… aunque ésta venda poco o nada.