Cuestión de orgullo
La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
Son tantísimos los leñazos recibidos por los aficionados albiazules que cada vez se hace más patente eso de que aquello que no te mata te hace más fuerte. La clasificación, las promesas incumplidas, los cambios inesperados, ver a la cantera tiritando y, cómo no, sólo faltaba el remate de las zancadillas arbitrales (ya hablábamos de eso hace poco), que lo del tangazo del sábado fue de época. A pesar de la derrota ante los vecinos, de esas que duelen tela, otra vez se despidió al equipo con una tremenda ovación y sin un incidente. En otros lugares hubiera estallado una guerra civil al final del encuentro. Aquí, sin embargo, la palabra más repetida por los recreativistas tras el partido era ‘orgullo’. La santa paciencia de esta afición no seremos capaces jamás de valorarla tanto como se debe.
A lo largo de estos durísimos días para el Decano se lee y se escucha en varios foros testimonios que no dejan duda: “mi vida es mi familia y el Recre, no la entendería sin una cosa ni sin la otra”. A muchos, incluso, les tiembla la voz sólo con murmurar sobre la posible desaparición de su equipo. Estos jugadores que están hartos de ponerle pecho a las balas tras meses sin cobrar, el resto del personal, los canteranos que ponen en riesgo su salud por el club y aquellos seguidores que quieren al Recre casi más que a sí mismos no se merecen una situación que supera, con creces, lo puramente profesional, lo deportivo y lo afectuoso.
El latido es cada vez más débil, pero siempre que uno se resigna y se prepara para lo peor termina encontrando un pequeño hilillo de esperanza al que no tiene más remedio que agarrarse. Desde luego, para el que aquí firma no habrá ascensos, ni final de Copa ni cualquier encuentro memorable años atrás que pueda superar la alegría si es que al final salimos de ésta. Aunque haya quien no se lo explique el sufrimiento, entonces, habrá merecido la pena.