Jonah Lomu, lágrimas en la lluvia
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En recuerdo de Jonah Tali Lomu
Jonah Lomu murió el 18 de noviembre. Tenía 40 años. Medía 1,96 y pesaba 120 kilos. Y los 100 metros los corría en poco más de 10 segundos. Toda una proeza; una fuerza de la naturaleza. Y jugaba al rugby como wing, como ala.
Y después del Mundial de 1995 fue considerado la primera súper estrella de este deporte, que no cesa de ir a más (el reciente Mundial de Inglaterra sólo ha sido el último ejemplo), gracias a su portentosa capacidad física.
Y yo le he visto correr, zafarse de los contrarios y he flipado como pocas veces lo he hecho en el universo deportivo. Quizás con Michael Jordan o con las mágicas asistencias de Magic o con los regates de Messi o los putts de Tiger o con las subidas a la red de Roger.
No son muchos ni muchos esos momentos que se perderán como lágrimas en la lluvia, que nos decía el valiente Nexus6 antes de morir en aquella mugrienta azotea de un edificio de Los Ángeles. Pero por eso son inolvidables. Y el miércoles pasado también Jonah Lomu murió. Aunque este lo hizo de verdad, y en Auckland. Hace veinte años se le había diagnosticado un síndrome nefrítico y sufría desde entonces graves problemas en el riñón. Pero, a pesar de ello, algunos pensamos que Jonah era inmortal. Como las ballenas blancas o las secuoyas.
Y nos hemos vuelto a equivocar. La naturaleza se ha llevado a una de sus mayores “fuerzas”. Se ve que no podía o no quería seguir prescindiendo de ella por más tiempo. Nos la dejó disfrutar durante unos años, y habrá estimado que ya han sido suficientes.
Por estos lares todos andamos de paso. Y todos somos todos, sin excepción. Pero más aún esas fuerzas que, por sus singulares y explosivas características, son, sin duda, las presas más codiciadas y apetecibles. La naturaleza pide y exige que le sean devueltas. Y siempre nos parece que demasiado rápido. Así Jonah Lomu se ha ido. Con sólo 40 años… Y este 18 de noviembre otra lágrima muy especial se ha perdido en la lluvia. QEPD.
Por Toni Abad, cineasta bilbaíno