Desde Capileira [Alpujarra], MULHACEN, 3.478 m. {y 4}
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Mulhacen: ¡Magic mountain! {Primera parte}
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"Magic mountaine": desde Capileira, ascension al Mulhacen {II parte}
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Desde Capileira, Alpujarra, el Mulhacen {III parte}
Hace no mucho éramos tantos...y ahora tan solo somos tres: Javier, yo...y ella que por detrás nos sigue, como al acecho, cervatilla es la criatura que se acerca a mí y con su hocico me recuerda que debo escribir, para que quede constancia de ello, y de manera brillante...
¡Qué fascinante se veía el Veleta
desde la cima del Mulhacen:
un barquillo de piedra parecía!
Si nieve hubiera tenido
como para comérselo:
un bizcocho de nata
un helado de limón...
Mas el Veleta historia es en este Cuaderno. Lo novedoso ahora es intentar, por el simple placer de hacerlo, llegarnos hasta el refugio del Poqueira, lo cual implica desviarnos a la derecha, y zigzaguear por un camino muy amplio. Si alcanzamos el Poqueira, nombre de río y de barranco amén de casa protectora, es cosa que ya olvidé, aunque, si me pincharan para dar una respuesta, yo diría que no, que hubo un acuerdo entre los tres para convenir que la empresa, por engorrosa, no merecía la pena.
Así que, vuelta atrás, y cuesta arriba, que muy pronto nos espera un riachuelo que de estrecho que es, su cauce parece un arroyo hambriento. Y sin embargo, después de tanta sequedad, un poco de agua se agradece, acaso para que los ojos también beban, que se lo merecen, que unas gafas de sol, aunque tengan el mayor de los factores, no sacian la vista de humedades. Y la verdad es que los necesitamos frescos, e incluso mojados, para apreciar, pendiente abajo, en fácil equilibrio sobre la roca, al corzo o al rebeco, que no sé mucho yo de animales que se manejan en absoluta libertad.
Debemos de andar por las inmediaciones del Alto del Chorrillo, si no en el propio Alto. Y no porque yo sea con la vista capaz de medir la distancia que nos separa del mar, o sea, 2.727 metros, sino porque, luego de sentarme en la base de una montañita [toda ella de piedras, por supuesto], al de un solo fogonazo de luz, miramos hacia el fondo del profundo valle y vemos una mancha blanca moteada de un ligero colorado. Es Trevelez, nos decimos; o sea que nos hallamos en el mirador que lleva el nombre de este afamado pueblo [ "como jamones que el viento de Trevelez orea son José y Pilar, Del Río y Saramago"].
Y para que quede constancia del momento, quizás irrepetible [el tiempo se encargaría de robarle al quizás su parte de acaso], Javier, querible, besable, amable, me hace sentar sobre una preciosa y protectora roca, y a ella, recostarse sonriente en mi regazo. Ella y yo. Iluminados por la luz ya vespertina; al fondo, un pueblo al que, al menos hoy, no vamos, encajonado en un valle bajo una montaña que jamás pisaremos. Luz y color. Paises y Costumbres. Como los álbumes del colegio de mi infancia. ¿Se puede pedir una imagen más preciosa para un día que ella recuerda feliz e irrepetible?
...Resulta mágico vivir creyendo que los Reyes Magos existen. Mas llega un momento en que la conciencia explota o se produce un chivatazo mal intencionado de otro niño que se muere de la envidia de que exista tal candidez en el mundo. Al tanto uno de la realidad, se produce un estado de decepción que te deja rabioso, sin ilusión, sin esperanza. Pero como, dicen, la verdad nos hace libres [de la esclavitud de la verdad], con el paso de los días decidimos que no es mala cosa que unos padres obren maravillas en una noche de enero...
Como el que cree en los Reyes Magos vivía yo con respecto al pico Mulhacen. Y en este Cuaderno os he hecho partícipes de mi maravillosa inocencia: "la montaña más alta de Sierra Nevada no es más que el cuerpo petrificado de un Sultán que se llamaba Muley-Hacen". Pues bien. Repasado el prólogo de la excursión número 15 de una Guía, me doy cuenta de que vivía en un error por haber engordado la leyenda. Leyenda morisca que traída a la estricta verdad de la fantasía cuenta que...
"La gran pirámide del techo geográfico de la península ibérica es la tumba del Sultán nazari Muley Hassem, quien renunció a su reino por el amor de la doncella cristiana Zoraya. El rey moro murió desterrado en la fortaleza de Mondujar y fue enterrado por su amada y seguidores en la cumbre de la montaña. Desde entonces, el rey geológico de las geográfias de Sierra Nevada lleva el nombre del apasionado rey nazari."..
...Cuando desciendo, sin haberme demorado a fin de no hacerla esperar demasiado, y llego a su lado, le hago ver que, una vez más, en uno de los viajes más felices que hemos protagonizado, no he podido evitar sentirme Moises y ella, mi pueblo. En el Sinaí, las tablas; desde un monte sin nombre, la Tierra de la promesa divina. Sucede que, han pasado ya tantos años, el regreso se impone, primero hasta ella, que me da de beber de una roja cantimplora [luego nuestra es, y no prestada como yo supuse en el primero de los viajes, aquel junto a Javier] y luego a su lado, baja que te baja buscando [a la fuerza ahorcan] el desierto de los cuarenta años en el que tendré que ser sumamente escrupuloso para cumplir el papel que el destino me tiene encomendado. A saber...
Recoger cada mañana el maná para saciar su hambre; convertir la serpiente en cayado y con el bastón golpear la roca para que el agua brote y calme su sed y refresque su cara y el resto de su cuerpo angelical. Y como colofón, estar atentos a la zarza que, sin consumirse, arde, metáfora de algún Dios que se refleja en las aguas y en las piedras de esta mágica montaña, sepulcro colosal en el que yace el Sultán nazarí que se enamoró de uña Doncella.
Post-Scriptum:
El autor de este Cuaderno ha olvidado contar en su relato que en el interior de la hornacina incrustada en la roca cimera del Mulhacen se guarda una imagen de la Virgen de las Nieves.
Un sitio inenarrable que quienes hemos visitado siempre recomendamos.