En qué sierras te habrías perdido en Semana Santa
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El día 5 de este mes de Abril tenía casa reservada en Competa. Un pueblo de la Axarquía blanca de Málaga. A medio camino en ascenso desde Nerja hasta Alcaucin. Axarquía que es puerta de entrada a las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Una selva de picos y montañas. Tan frondosa ella que no hay carretera que la surque para que el viajero a coche se plante en Granada sin derramar ni una gota de sudor. Eso le da más valor. Misterio. Una invitación a la aventura. Tener la certeza de que, si se da con el día y la hora, no se topará con ninguna persona que le diga, Vaya, parece que amaneció bonito el día. Y la obligación de contestar, Inmejorable. Adónde vas, Quiero hollar el Lucero, A la derecha del Cisne, si no me equivoco, el llamado "K2" de esta Sierra de Almijara.
Y como la máxima dificultad me la reservo para mañana, le digo que llevo prisa. Mentira es. Pretendo regresar a la soledad que me acompañaba cuando partí de 'Finola'. La casa rural que alquilé poco después de llegar a casa tras mi aventura por el Parque Natural de las Sierras Subbeticas. Córdoba. Al sur de la capital. Tan bien me fue. Tan satisfecho volví, que, al de pocos días, tras asentarme, me metí en Booking para que me buscara lo mejor entre la oferta que tenía al alcance.
Buscaba un punto medio. La virtud en cuanto a pueblo. Tanto por la belleza de su caserío como por su ubicación. Un lugar desde el que desplazarme en coche para ganar el punto de salida de tantas rutas. A la derecha, Navachica. Enfrente, Lucero, Cerro Verde, Cisne. A la izquierda, bien arriba y profundo, ese monte de la locura que dicen "Malas Camas". Y arriba del todo, como columna pétrea y de base ancha, la Maroma. Techo de Málaga con sus 2085 metros: cuando nieva, la cima es la primera en cubrirse de blanco.
Lo nombrado y mil cosas más. Evitando, eso sí, Cielo desde Maro, cerquita de unas cuevas. Las de Nerja. Pico y Cuevas que ya fueron subido y vistas a mitad de la primera década de este siglo XXI al que le dio por pervertirse a principios de 2020. Dicen las 'buenas lenguas' que la llamada 'picadura del vampiro de Wuhan-China' ni fue tal ni se demoró tanto en el tiempo. De ahí, del desconocimiento, de esta humanidad que "ve pero no mira", el castigo que padece "el ciervo herido" de Martí, "que busca en el monte amparo" y lleva tras de sí, en captura, a un guarda forestal adocenado porque el tener poder sobre el prójimo le dota de una felicidad que no se aguanta.
Aguantarnos, el resto. A no ser que un día la varita de un hada te convirtiera en gigante que con todo puede. Qué tengas tres o cuatro perros para pasearlos de uno en uno. Que trabajes de trueno y te acredites. La basura por la noche. La farmacia si de ella gastas. El súper. La tienda de al lado. Y la liga de fútbol, como loca. ¿Qué daño podría hacer el montañero solitario en la desnuda montaña? Ese hombre que se fía de su intuición y siempre acierta: "hoy no me toparé con nadie". Por eso se decantó por estas Sierras de Tejeda y Almijara que un día, acompañado, exploró sin darle oportunidad al riesgo cuando atrae el peligro de un cortado o de un mirador de esos que encienden el vértigo de la mujer que lo padece.
Rute y La Tiñosa; Zuheros y el cañón del río Bailón
A falta de un pasado reciente que contar, remontémonos a las Navidades pasadas. Allá por el 28 de diciembre. Un viaje muy bien programado. Difícil de contar en tan pocas letras. Sirva, pues, lo que se escriba de homenaje a Dani y el 'Gordo' Cristobal, a Jonatanmm, el ecuatoriano que de inmediato descubrí, a Amparo y el grupo que guiaba. De homenaje y promesa de que un día tendrán tod@s ell@s en sus manos el Cuaderno de Viajes que merece ir a aquellos montes, a sus cumbres, a bautizar a los hijos, nacidos o en espera, y a aquellos que nunca vendrán.
Rute en el sur. Olivos que dan uno de los mejores aceites del mundo. Cargado volví con garrafa y botellas de diseño. El 'Premium' lo merece. Con las cartas marcadas llegué a 'Casa Louise'. Sorpresas, las justas. Las que la Sierra de la Horconera me tenga a bien regalar. Nunca rechazo nada llegado de manos de la naturaleza. Aunque la ofrenda alcance el rango de una caída, de agarrarse a unas hierbas para no precipitarse al vacío, de girar el cuello como en milagro para que la roca que se desprendió desde donde ellos pisaban no me destroce el cráneo y me deje en ese lugar privilegiado que todo montañero quiere como lecho definitivo. Sucedió descendiendo el pico Bermejo. Al que se accedía desde los Villares. Allí donde dos coches coincidieron y ninguno de los tres le negó la compañía al otro.
Olivos que imitan al ser humano buscando las alturas. Un árbol alto, el mejor que se precisa cono hito a la derecha de un sendero abierto. Que se cierra cuando los que miro están a punto de apartarse de mis ojos. Hay olivares, hay tierra, hay roca, restos de humedad de un riachuelo que se quedó dormido. Hay, sobretodo, ese empinamiento de la cumbre que genera peligro, dificultad, pirámide de una sola losa. Habrá de todo. Es invierno. Pero la meteorología, acorde con el clima de estos tiempos en el Sur, despierta el calor de los cuerpos hasta que corre el sudor. No estaría fuera de lugar, ni de momento, acordarse de lo que dijo el trovador...
"Gotas de gordo aceite son mis días". Oro líquido. Bendito aceite. Córdoba que rivaliza y casi gana a esa Jaén a la que se pide que... "levántate brava sobre tus piedras lunares". Cima. Orgasmo de un acto de amor que se llevó a cabo en la montaña.
'Sierra Alta' de Rute. Ya te coroné en el primer dia del año. Permíteme, pues, que ahora pase de puntillas. Necesito el día 2. Y acercarme a Lagunillas. Encontrar 'Amparo' entre ellos. Una mujer 'vidente' guiando a cinco andaluces 'ciegos'. Y a este hombre que se deja querer y amor devuelve. Es la montaña, que, aquí, en el sur de Córdoba, camino de 'La Tiñosa', techo de Córdoba, convierte en buenos a los compañeros de viaje. ¡Era tan bonito el día! Tan hermoso y cambiante el sendero que nos lleva hasta la cima. Borracho de mis botas. Hiperventilado. Me dio un ataque de gloria. Me desvié. La guerra por mi cuenta quise hacer...y casi la pierdo. No lo conté. Se habla de relato. Vivo sigo. Hice una de las mías. Y lo más hermoso casi me cuesta la vida. Quedan las fotos, o sea, "Queda la vida", que diría y nos dice Aute.
Zuheros al norte. Uno de los pueblos más bonitos del mundo. Por segunda vez recorro sus estrechas y empinadas calles. Otra vez plantarme ante el castillo erigido sobre la tremenda roca. El mismo hotel: Zuhayra. Liberado de caminar hasta alcanzar, tupido verde como si de musgo fuera la pendiente, las puertas de la Cueva. ¿Queréis saber qué nombre le dieron? "¡Cueva de los Murciélagos!" Gracias a que entonces, junto a ella, recorrí salas y recovecos. Porque si no, ¿Entre murciélagos, solo, y desconociendo que en Wuhan habrían de decir que solo uno pondría de rodillas al mundo entero?
El Cañón del Río Bailón. Desde el castillo se ve. Fortaleza abajo y se alcanza su entrada. Suelo y paredes de roca. Sí. Pero es andar un rato...y perderse en un sendero custodiado de árboles, musgo, verdín, arbustos. Uno sueña y se cree que es Maestra la Sierra: "Duermo en mi cama de roca / mi sueño dulce y profundo / roza una abeja mi boca / y crece en mi cuerpo el mundo"...
Un mundo que nace cuando se abre un claro muy ancho que te empuja hacia la izquierda. Gesto cariñoso. Pleno de bondad y simpatía. Quiere la mañana de este día que el viajero, sediento, alcance con sus ojos las "Chorreras". Se acerca a ellas y se planta maravillado. Al lado de otros seres. Siempre necesarios cuando se pretende que, a la vuelta, su gente vea que en verdad estuvo allí. Junto al pozo que el agua, como en hilos o filamentos, alimenta en espectacular cascada. Dará de más el día. De una enorme polje en la que se concitan los que van desde Zuheros y los que vienen desde Cabra.
El día 5 de este enero llegarán a Zuheros los Reyes Magos. El viajero los verá. Se agachará, como niño que es, a recoger sus caramelos. Entrarán en la iglesia los Magos de Oriente. Adorarán al niño que el sacerdote les alza hasta la altura de sus bocas, de sus labios. Y cuando se prometía el beso, mi vista se nubló.
Desde lo imaginable, tuve visiones del futuro. Todo lo animado se detuvo. Todo menos mi mirada y las manos del sacerdote. Tres 'protectores' se sacó de la manga de su sotana. Para sus bocas. La de Melchor, la de Gaspar, la de Baltasar. En vano la profilaxis. Fui consciente de ello al volver y dejar que el tiempo obrara en perjuicio del ser humano. Cuando de la cueva saltó el murciélago, a deguello. Tan solo una mordida le bastó para que, desde la distancia, volviera a escuchar aquello que a los siete años me dijera un niño muy malo llamado Joaquín: "Los reyes son los padres".
Post-Scriptum: ¡Quién me ayuda a ir a Competa, por favor / quién puede asegurarme aquellas Sierras!