[Review] Battlecreek 1x02: "Syruptitious"
Después de lo fría que me dejó el primer episodio de Battlecreek, esperaba el segundo con pocas ganas. Sin embargo, para mi sorpresa, este segundo episodio me ha parecido ligeramente mejor que el primero aunque sigue estando lejos de mis expectativas. Rozando el notable pero sin dejar de ser un bien, Battlecreek nos ofrece esta semana un episodio procedimental al más puro estilo Bones o El Mentalista.
Comienza tal y como lo hizo el primero: con una demostración de la dejadez de la comisaría. La crítica a los recursos del gobierno no tarda en salir cuando vemos que Milton, el policía federal, compra arte contemporáneo con el que poder decorar su oficina. Esta demostración de ostentación no le gusta nada a Russ quien en el momento en el que tiene que trabajar con él , evade el tiro en cuanto le es posible. Aun evitándolo, no se puede librar de la sombra de Milton ya que por obligación han de trabajar juntos.
El caso de esta semana es algo más divertido que el anterior, al menos en su planteamiento, ya que la víctima pertenece a la mafia dedicada al...sirope de arce. Como si de un cartel de droga se tratase, los protagonistas deberán enfrentar el nuevo asesinato tratando con tipos de dudosas conexiones con la policía y la comunidad, peleando contra matones y consiguiendo que suspendan a Russ por procedimientos ilegales. Reseñable es el momento crêpe en determinado momento de la trama.
Sin embargo y a pesar de ser una trama más o menos ingeniosa y estar más o menos bien llevada, la resolución me rememora mucho a Bones y a su estilo de proceder y por eso mismo me aburre muchísimo. Si en Bones lo hacen lo acepto porque desde un principio sé qué me puedo encontrar, en su momento fue algo novedoso y la fórmula le funciona; en Battlecreek, por su parte, esto no me llega a gustar porque se espera que sea un producto que ofrezca algo distinto o novedoso más allá de que se haya sustituido el contenido amoroso entre los dos detectives.
En cualquier caso no todo el episodio ha sido malo. Ha habido un momento en el que me he querido levantar de la emoción cuando, de pronto, emulando a Breaking Bad, han montado un laboratorio de sirope en el garaje de una casa. Las referencias a la meta y el laboratorio son un claro guiño a Gilligan y a la serie que lo ha catapultado a la fama. También me ha gustado el guiño a House cuando Russ discute con la médico forense y suelta una perla muy de Gregory. Russ es claramente producto de la influencia del famoso doctor pues son muchas las ocasiones en las que su carácter y manera de dirigirse al equipo se asemejan con las de éste.
El otro punto de la serie, el que va paralelo a los casos que resuelven, es la relación entre ambos detectives, la cual ha avanzado un poco porque Milton le ha plantado cara a Russ por primera vez. Aun con esto, Russ sigue envidiando a Milton y éste sigue siendo un ingenuo. Parece ser que en la escena final Milt comienza a coscarse del odio de su compañero y se ofende. Ojalá sea así y veamos una nueva perspectiva del personaje de Duhamel.
Como broche final a este análisis del segundo episodio, he de decir que lo que más gusta de Battlecreek es su cinismo y su ironía hilada muy fina cuando ataca a los propios cuerpos policiales o al modo de proceder que tienen algunos miembros de dichos cuerpos para conseguir cosas como droga legal. Eso y la reivindicación continua a la dejadez de las comisarías locales le dan un toque crítico que sirve para que no sea tan vacua.