Opinión | Itziar Castro y su marcha de OT, un análisis de los por qué
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Iztiar Castro y su marcha han revolucionado el panorama televisivo. El drama que estaba necesitando esta edición, llena de gente talentosa, pero con un perfil televisivo cuestionable, lo ha suplido el despido de la profesora de interpretación. Esperado por muchos, decepcionante por otros, la decisión de Gestmusic no ha dejado indiferente a nadie.
Con la polémica de los Javis muy reciente y, la más que evidente falta de emoción en esta edición, el punto de mira se puso sobre Itziar tras esa fatídica gala que cambió todo. Noemí Galera lo decía claro: no sabía qué estaba ocurriendo, pero la gente que se sube a ese escenario no parece sentir lo que está haciendo. Y es que cabe preguntarse, ¿qué es lo que fallaba?
Unas clases poco precisas
Itziar es una gran actriz y, posiblemente, en el entorno interpretativo es una gran profesora, pero ¿su método funciona en televisión? ¿Es suficiente para unos jóvenes aspirantes a cantantes? Desde mi punto de vista, no. La primera estrategia de la ahora exprofesora fue enfocar las clases como clases de teatro básicas. La creación de grupo se quedó a un lado -los momentos VillaOT se han sustituido por el tapón y por iniciativa de los concursantes- y las clases de individuales perdieron impacto.
En los pases de micro la imprecisión de las clases quedaba más evidenciada. Unas justificaciones nada aclaratorias, falta de garra y de inmersión en la canción por parte de un alumnado muy enfocado en la técnica son algunos de los ingredientes para que Itziar no cuajara. Su giro estratégico de acercarlo orientado al morbo, como por ejemplo en las clases de Alba y Natalia hace un par de semanas, tampoco llegó a gustar.
Un alumnado con demasiadas expectativas y una idea del entorno
Noemí tuvo que darles el toque el otro día, y se lo merecían. La experiencia del año pasado les hace crearse una idea de lo que puede pasar fuera. La prontitud de las promos les han hecho creer que el éxito está siendo enorme, y lo cierto es que funciona también muy bien, pero ni de lejos es la histeria del año pasado. Ojo, esto no es culpa de ellos. La culpa es de un programa que no ha dejado respirar el formato y el engagement con los antiguos concursantes aun no se ha ido.
Dicho esto, se pueden hacer conjeturas acerca de por qué no han funcionado a nivel interpretativo. Más allá de los posibles problemas con Itziar, este año están más fuera que dentro en cuanto a experiencia y eso les hace funcionar a medio gas.
El “efecto Javis”
El timing de los Javis a la hora de entrar a la Academia fue mucho mejor que el de Itziar. Los guionistas y creadores de La llamada y Paquita Salas entraron siendo medio conocidos, con una película por estrenar y el éxito de Paquita latente.
El carisma que desprenden, lo bien que saben vender y el efecto glamour que el público tenía con la edición pasada hicieron el resto. De hecho, no ha sido hasta OT18 que la gente ha empezado a cuestionar el trabajo que hicieron, preguntándose si llegaron a abusar de la vida privada para vender el drama. Esto dice mucho de cómo Los Javis se metieron al público en el bolsillo.
Itziar, por su parte, no ha conseguido eso. Pese a estar en un buen momento profesional, lo cierto es que fuera de Operación Triunfo no está haciendo mucho ruido. Cuida mucho a los concursantes, eso es evidente, pero no se ve el vínculo que se debería ver. Su trabajo también es muy correcto, aun así, le falta impacto. El público ya está entrenado y ella se la ve demasiado novata.
Los números en contra
El año pasado los números jugaron a favor de los Javis. Medio país se sabía el horario de sus clases grupales y las esperaban como agua de mayo. El hecho de que Brays Efe o Anna Castillo hicieran un cameo en las clases ayudaba a crear expectación. Los juegos, las impros…ayudaban a conectar con los concursantes. Sin entrar a juzgar cómo lo hicieron, lo cierto es que este método funcionaba. ¿Cómo lo sabemos? Los números.
Las visitas a los vídeos de Youtube subían como la espuma en según qué clases. Morbo arriba o morbo abajo -Raoul/Agoney, Agoney/Ricky o Amaia/Alfred por ejemplo-, la gente tenía ganas de ver las clases. ¿Y este año? Los números no están acompañando a Itziar. Las clases siguen siendo muy esperadas, pero no han logrado la audiencia social que se esperaba. No está bien comparar, eso está claro, pero creo que no es comparar por comparar, es ver Operación Triunfo a nivel de empresa. Y como empresa, Itziar no está cumpliendo con los objetivos.
Con la polémica del jurado ya lo dije: este año se le ve demasiado el plumero al programa. Los principales perjudicados de esto son los concursantes. Se unen varios factores: la rapidez a la hora de hacer otra edición, así como su explotación, el cambio de plantilla…Eso sin contar que son muy conscientes de cómo se vive el programa fuera y cómo es lo que les espera, lo que les resta naturalidad. El público además sabe cómo funciona, así que pierdes el factor sorpresa. Operación Triunfo solo se ha reinventado en los concursantes, en lo demás es una oda al pasado. Tanto es así que por no cambiar, no han cambiado ni el salón.
Este batiburrillo de cosas se ha traducido como un “no sois capaces de transmitir”, así que adiós a Itziar. Habrá que ver si la dirección del programa es capaz de reconducir este tren.