Antorchas en Mestalla
Si nos abstraemos del contexto en el que llegó la primera derrota en Mestalla ante el Girona, todos diríamos que el partido, lejos de hundir al Valencia CF, es un duelo que lo refuerza. El equipo fue mejor que su rival, creó infinidad de ocasiones, y mereció ganar. ¿Que no lo hizo? Es verdad. Se encontró enfrente a un portero, Bono, desconocido para la mayoría de los aficionados al mundo del fútbol, pero que ya ha entrado en el elenco de villanos de la historia valencianista. Fue, sin duda, el protagonista indiscutible de un Valencia-Girona que hizo temblar los palos del sombrajo y encenderse las primeras antorchas en Mestalla.
Sólo eso no explica la crisis de resultados del Valencia, estamos de acuerdo. Sin embargo, tampoco justifica esa derrota, por la forma y por el fondo, que afilemos las katanas y nos pongamos a cortar cabezas o a hacernos el harakiri por cada esquina de la ciudad.
Tampoco justifica la derrota ante el Girona, por la forma y por el fondo, que afilemos las katanas y nos pongamos a cortar cabezas o a hacernos el harakiri por cada esquina de la ciudad.
Los escépticos me dicen -y lo escriben en la redes sociales- que hay que cargarse a Marcelino; los iconoclastas que el Valencia se equivocó con Zaza y que sus sustitutos (Gameiro y Batshuayi) no mejoran al italiano. Hay quien señala a toda la plantilla, e incluso los habrá que se remonten a la llegada de Peter Lim para explicar esta crisis.
Lo cierto es que el Valencia no juega mal y que sólo le falta marcar goles. Lo cierto es que al equipo le vendría bien una charla con un psiquiatra que les recordara quienes son y que no se han podido olvidar de marcar goles. Lo cierto es que los resultados son una auténtica basura y que el riesgo de tirar la temporada por la borda cada día es más evidente. Pero tan cierto es eso como que, desde mi punto de vista, es que no llegó aún la hora de cortar cabezas ni revoluciones salvajes. Calma y tranquilidad. Apaguen las antorchas que el sábado por la noche buscaban ya brujas que quemar.
No llegó aún la hora de cortar cabezas ni revoluciones salvajes. Calma y tranquilidad. Apaguen las antorchas que el sábado por la noche buscaban ya brujas que quemar.
Estoy convencido que un buen resultado terminará por girar la tortilla aunque ahora nos cueste verlo. Antes que futbolistas, entrenadores o periodistas, somos personas. Por muy profesionales que sean, los jugadores y el cuerpo técnico están inmersos en una crisis de confianza que no se soluciona tomando decisiones drásticas, sino reflexionando y apoyando a los que están ahí. Solo ellos pueden sacar al Valencia del atolladero. El miércoles ante el Young Boys tienen la primera gran oportunidad.
Dos apuntes más: Parejo y el filial
Oigan, dos cosa más, señores del club. La primera, cuando se pongan a analizar lo que sucede con el primer equipo, échenle un ojo al filial. La llegada de Pablo Longoria, especialista en futbolistas jóvenes, no parece causar el efecto deseado. Y la segunda, me parece sensacional la apuesta por Dani Parejo. Un club, un vestuario necesita tener referentes cuando los jóvenes van incorporándose, y el capitán se ha ganado acabar su carrera aquí. Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque en Valencia