En este medio de comunicación he encontrado un lugar en el que ganarme la vida uniendo mis dos pasiones: el fútbol y la comunicación. A veces uno tiene la suerte de contar éxitos, y otras, toca narrar desgracias. Es el caso del descenso del Málaga. Por desgracia, todo lo que rodea al club en este último año me resulta muy familiar. Porque (aquí viene cuando rompemos el embrujo del medio de comunicación) yo no soy malaguista. Con el máximo respeto y profesionalidad me dedico a escribir de un equipo del que no soy aficionado. Aún así, cuando trabajas diariamente cubriendo la actualidad de un equipo como el Málaga es imposible no acabar cogiéndole cariño. Es por eso que vengo a contaros de qué va la película, porque esto mismo que estáis atravesando lo he vivido yo con el Córdoba, el equipo de mi tierra y de mi corazón, muy recientemente

Y no solo me refiero al descenso a los infiernos. También al aspecto institucional. Aún a día de hoy me hago un lío cuando tengo que explicar que el equipo que lleva el nombre de Córdoba Club de Fútbol no es el Córdoba Club de Fútbol S.A.D., sino que este volvió a su antiguo propietario y que el emir de Baréin se metió por medio con algo que llamaron 'Unión Futbolística Cordobesa'. UFC, como lo de darse de hostias. A vosotros, malaguistas, entre la administración judicial, Al-Thani despilfarrando, Bluebay y la supuesta compra del jeque del PSG, seguro que también os pasa.

Al Málaga le toca asumir los tópicos

No he sufrido con el Málaga tanto como vosotros, pero sí he vivido todo este proceso a vuestro lado y también lo viví con mi equipo. Y en todo este tiempo he sacado varias conclusiones:

La primera es que con el escudo no se gana. ¡De verdad! Lo mismo goleas a la Cultural Leonesa que te pinta la cara el Ceuta yendo antepenúltimo. Cada partido es a muerte, y tan peligroso es el Real Madrid Castilla que la Real Balompédica Linense. ¿Tópico? Esperad y veréis.

La segunda es otro tópico que Pellicer ha manido un poco en las últimas semanas, ese de "hasta que las matemáticas digan lo contrario". Spoiler: también es cierto. Os lo digo yo, que he visto al Córdoba hacer 40 puntos en la primera vuelta y seis o siete en la segunda, como quien dice. Todos nos daban ya por equipo de LaLiga Smartbank, y al final todos en el Córdoba han remado en la misma dirección para firmar el mayor de los ridículos. Salir del pozo este del fútbol no profesional es una movida. Que se lo digan al Castellón o al Racing.

¡Mucho cuidado con los siguientes perfiles y egos!

Pero esto no acaba ahí. La gestión de egos, desde la plantilla hasta el entrenador, es fundamental. Para saber medirlo hay que tener cuidado y lidiar con el éxito, en caso de que haya quien se emborrache del mismo con apenas dos chupitos en forma de victorias contra el Antequera y el Rayo Majadahonda. Insisto, malaguistas: puede pasar, yo lo he visto.

Y es que un vestuario de recién descendidos puede ser peligroso. En él puedes encontrar especímenes como viejas glorias del fútbol español cobrando alrededor de 100.000 euros al año en el fútbol de bronce a cambio de la impresionante cifra de tres goles y tres asistencias en 37 partidos. No lo cambio por Modric ni de coña, que dijo aquel.

Otro perfil que puedes encontrarte en estos escenarios es al futbolista de la casa, de la ciudad, que ha mamado desde chico este equipo y que a sus no sé cuántos años "se sacrifica" por el equipo y se queda para jugar con el equipo de su vida después de descender. En este sentido hay que tener clara una cosa: tiene que ganarse los minutos igual que los demás. No pasa nada por sentar al capitán si hay otro compañero que está mejor que él, o si las piernas no le dan y juega dos marchas por debajo que el resto. Lo importante es y siempre será el equipo.

Es que hasta el entrenador puede ser una figura controvertida en esto del fútbol no profesional. Mi mayor consejo en este sentido es: huid de los gurús, ideólogos, intelectuales y dramaturgos del balompié. Y más aún si son gente a los que se les ha comido el personaje, de piñón fijo y de "yo muero con mis ideas". En el 90% de casos, efectivamente, es así: los clubes se acaban cargando a los Pep Guardiola del fútbol de bronce. En Segunda B... perdón, en Primera RFEF está ya todo inventado. Dos centrales fuertes y feos como el pie de tu amigo y un delantero que cuele goles. No tiene más.

Y, por acabar con los perfiles a evitar, hay que sumar también el del chavalito joven, bien de la cantera o bien fichado de algún filial vecino, que hace cinco partidos buenos, mete cuatro golazos y con eso ya le vale para firmar por un Segunda división. Cuidado con estos. Hay que bajarles los pies al suelo y decirles que no, que no es suficiente y que una carrera duradera es mucho más que eso. Que tenga ambición más allá de un contrato en el Burgos.

Aficionados del Málaga, creedme: se puede caer aún más bajo

Por último, querido malaguista, si crees que ya lo has visto todo, tengo una mala noticia para ti: siempre se puede caer más bajo. Te aviso de que a poco que no se hagan las cosas inmaculadamente bien te queda mucho por sufrir. No tienes más que cruzarte con la enésima reforma de las categorías de la Federación para que, en una temporada de carambolas, acabes en la cuarta categoría del fútbol español jugando contra el Panadería Pulido. Sí, ese equipo existe y sí, le empató a tres al Córdoba.

Este año han sido muchas noches de acostarse con mal sabor de boca. Muchas noches de "venga, que esta noche sí"; de "¿otro expulsado? No puede ser"; de "con este lleva ya cuatro penaltis esta temporada"; de "qué mala pinta tenéis"; de intentar animar a mi compañera, que sí era del Málaga, en el enésimo tortazo de su equipo (María, si me lees, te quiero tela). Por desgracia os traigo un jarro de agua fría, malaguistas: o se acierta de pleno en la gestión del club y en la dirección deportiva o esto que estáis viviendo será solo el primer paso en un desierto. Y sin botijo.