Con dos cojones
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Lo único por lo que ha pedido perdón Rubiales es por haberse agarrado los cojones en la celebración del palco (aunque él ha dicho “esa parte del cuerpo” porque debe de ser más fácil zarandearlos en público que llamarlos por su nombre). No es casualidad. Ha pedido perdón por la única cosa que sabía que 'esa' asamblea le iba a perdonar al instante. La única cosa por la que muchos de esos 'hombres del fútbol' le iban a responder: “Pues claro, con dos cojones”.
Han pasado cinco días del beso que parecía que iba a llevarse por delante al presidente de la RFEF. Y lo curioso es que ese hecho, si dimitía o no, era lo de menos. Lo único positivo de todo esto era que Rubiales nos había brindado un ejemplo nítido de qué es el machismo. El minúsculo. El que no se ve. El que define Ángel Stanich mejor que nadie, “si no son micromachismos no son los auténticos”. El que necesita de la más poderosa lente de aumento para ser identificado por la mayoría de los hombres. Rubiales nos había brindado una oportunidad única para explicárselo a todos aquellos que no lo entienden. Para escuchar y aprender. Pero no. Los 'hombres del fútbol' se han reunido en asamblea. Y el beso no les importa en absoluto. Y Jenni no les importa en absoluto. Lo único que les importa a 'los hombres del fútbol' es mantener su mundillo intacto. El código del vestuario. Los dos cojones en el césped. Y los dos cojones en el palco. Rubiales ha pedido perdón, sí. Pero por la única cosa por la que le iban a decir: “Pero, hombre, cómo vas a pedir perdón por eso.”
Y todos los demás somos gilipollas, estúpidos y tontos del culo. La FIFA, el CSD, Amnistía Internacional, la AFE, clubes de fútbol por toda España, el Presidente del Gobierno, la Vicepresidenta, el PP, Alexia Putellas, Rapinoe, Ángel Torres, Isco Alarcón, Iker Casillas… Todos. Gilipollas, estúpidos y tontos del culo. Pringaos que no vemos lo positivo. Todos conspiradores. Todos falsos feministas. Como Jenni Hermoso, que ha pedido que se vele por sus derechos y se tomen medidas. La que le agarró de las caderas al presidente y le arrimó su cuerpo.
En ElDesmarque entrevistamos hace dos noches a Pedro Muro, entrenador de fútbol femenino y asambleísta de la RFEF. Él no veía nada malo en lo que había hecho Rubiales. Solo un beso espontáneo y sin maldad. Pero matizaba una cosa. “Habría que escucharla a ella”. El timing nos jugó a favor y en plena entrevista llegó el comunicado de la jugadora. “Pues si ella ha sentido que se violaba un derecho yo no tengo más que decir”, reflexionaba Pedro. No es trivial. A un hombre educado y formado durante décadas en la masculinidad frágil del fútbol algo en la cabeza le había hecho clic. No sé si a Pedro el “no dimito” de Rubiales le ha avergonzado o le ha encendido su futbolero corazón. No sé si ese diminuto momento de duda que tuvo en la entrevista le ha arraigado hondo y le ha dejado huella o si al escuchar al presidente de la RFEF ha pensado: “Con dos cojones”. Lo que sí sé es que esos clics están saltando como resortes en las cabezas de muchos hombres del fútbol. Como una danza de banderines de linier levantándose al unísono. Isco, Borja Iglesias, Bellerín, Casillas, De Gea… Sin necesidad de gritar ni perder los nervios ni agarrarse "esa parte del cuerpo".