La victoria (casi) perfecta

Que me perdone Maradona y me bendiga Bilardo. Por ponerle pegas a la victoria del Sevilla FC en Huesca le ha faltado que el gol fuese ilegal y que el equipo azulgrana hubiese fallado más ocasiones que esa que regaló el exsevillista Sandro (habría que ver luego si había fuera de juego, pero ahí queda el obsequio prenavideño). ¿Hay algo más bonito en fútbol que ganar 0-1? No. Bueno, sí: ganar 0-1 una final. Pero al fin y al cabo es eso, ganar 0-1. El marcador perfecto. Y el de Huesca tiene aderezos: triunfo en los minutos finales y sin brillo en el juego. Fantástico. Le pedíamos a este Sevilla FC ganar partidos feos y este sábado lo ha hecho. No ha jugado mal, no se confundan. Aburrió, pero fue sólido y en la segunda parte encontró tres ocasiones de gol.

Si el martes hablábamos en esta columna del habitual vals del Sevilla FC de Julen Lopetegui, cuando a veces el cuerpo nos pide a todos rock and roll, en El Alcoraz hubo dos raciones de lo primero. Abrumador dominio durante 45 minutos pero sólo un cabezazo manso a las manos del portero rival, tan aburrido como Vaclik. A la larga esto da más resultados, háganme caso. Y si no, repasen los números. Recuérdenlo cuando maldigan el pasivo de balonmano que muchas veces comenten los sevillistas.

El encuentro me deja ganas de subrayar varias cosas. Para empezar algo estéril, predicar en el desierto gritando que con la cabeza también se cometen penaltis. Si usted llega más tarde que el rival a cabecear un balón, es falta. Y si eso sucede dentro del área, penalti. Una de esas absurdas reglas no escritas en el fútbol, en el que actualmente se pitan penaltis por despejar fuerte el balón. Es literal, no es una exageración. El Sevilla FC tiene la virtud de enterrar ese tipo de equivocaciones arbitrales con tantas victorias y de no recurrir a ellas cuando pierde. Para continuar, me gustaría destacar esas voces de un enfurecido Lopetegui en el tramo final. Ya con 0-1 el técnico se desvivía para pedirle a sus jugadores que no se metieran atrás. Lo consiguió. Lo que está por ver es que eso convenza a los amantes de los análisis simplones de que no es un entrenador que suela cometer el pecado de amurallarse por simple gusto.

Esta última reflexión conecta con otra más: menos mal que el Sevilla FC no marcó pronto. El Huesca llevaba escrito en la frente, como tantos y tantos rivales, 'firmo el empate'. Un gol en el minuto 20 hubiera cambiado el guion peligrosamente para el Sevilla FC, que no sufrió atrás. El juego del equipo de Nervión abruma a los rivales. A casi todos, eh. Un juego asociativo extremo carente de profundidad (y de pegada cuando la encuentra) pero que incapacita al rival de turno hasta la impotencia. De tal manera que si aguanta y no concede un gol al Sevilla FC, éste insiste e insiste sin dar lugar a un cambio de guion. Si marca, todo cambia. Sin pegada (menos mal que marcó En-Nesyri, Lucas) tendrá difícil salir airoso de un intercambio de golpes. Así que, aun a riesgo de infartar a más de uno, bienvenidos los goles en el último cuarto de hora.

De En-Nesyri ya hablamos la semana pasada. Más adelante lo haremos de una mentalidad colectiva que ha construido esta nueva era gloriosa en Nervión. Y no al revés.