La comunión de los béticos

Una de las grandes conquistas en el fútbol es lograr que una afición se sienta orgullosa de su equipo, que al finalizar los partidos quede un regusto de satisfacción. No siempre se consigue ese estado ideal. Sin embargo ese es uno de los grandes logros del Betis de Manuel Pellegrini, el conectar con su hinchada y transmitir en el terreno de juego. Una perfecta comunión entre afición y equipo que se ejemplificó por última vez en el duelo contra el Getafe.

La pasión con la que los béticos viven su equipo, especial y casi única, hace que sienta con intensidad los sinsabores cuando no llegan los resultados y cuando las sensaciones no son las esperadas; también la felicidad extrema y la sonrisa de oreja a oreja indisimulada cuando su Betis le ofrece lo que desea y le hace disfrutar. "De padres a hijos, de abuelos a nietos, una pasión llamada Betis".

Lo primero en esta ecuación son los resultados. No hay equipo que resista el buen juego o la implicación de sus jugadores, si los triunfos no llegan. Las victorias son el mayor potenciador de la felicidad y esa axioma lo cumple en los últimos tiempos el Betis que, además, pocas veces pierde. Tres en en todo lo que va de 2021.

Luego está el cómo. El Betis de Pellegrini, con sello de autor, es un equipo que aúna plan, el de un equipo que sabe perfectamente a lo que juega y es reconocible; la implicación de una plantilla esforzada donde todos suman; y luego las propias cualidades de los futbolista. Talento y deseo. No hay más que ver jugar a los Fekir, William Carvalho, Canales, Willian José, Rodri...

Los partidos del Betis en el Benito Villamarín se han convertido en una fiesta. Un momento de inmersión colectiva en el que los béticos se sienten identificados con su equipo y con lo que ven en el terreno de juego. Un par de horas de disfrute y de conexión entre futbolistas y una grada que aprueba en consenso lo que ve sobre el césped.

Una veces el Betis brilla más, se vio en el extraordinario caudal ofensivo contra el Espanyol o el Getafe, otras menos. Lo que nunca le falta a los pupilos de Pellegrini es la competitividad. Nadie les echa de los partidos ni en sus fases de los partidos más bajas y luego espera su momento. Una seña de identidad extraordinaria de un equipo que, tan fácil de decir y tan complicado de lograr en el fútbol, hace que los aficionados se sientan identificados con él. Es septiembre, dirán algunos con razón, pero en el presente -el futuro se vislumbra ilusionante aunque solo el tiempo dirá-, este Betis ha logrado la comunión de los béticos.