La tríada del Athletic
En el diccionario de la Real Academia Española, se define a la tríada como el “conjunto de tres cosas o seres estrecha o especialmente vinculados entre sí”.
En la historia de la humanidad podemos encontrar muchas referencias a distintas tríadas: en la religión, en la literatura, en el fútbol mismo, en la constitución de los poderes de una república federal, en los podios olímpicos, sin que la lista de ámbitos se agote en estos puntos.
En la literatura de Alejandro Dumas teníamos a los tres mosqueteros: Athos, Photos y Aramís, pero también a D’Artagnan.
En la mitología griega tenemos a Zeus (padre de los dioses), Poseidón (dios de los mares) y Hades (dios del inframundo), pero también a la curiosa Pandora que abrió el juego de los dioses y su caja portadora de lo mejor y de lo peor.
O aun en la advertencia de Winston Churchill en su discurso de asunción como Primer Ministro británico ante la cámara de los Comunes en los albores de la Segunda Guerra Mundial, cuando sentenció que nada tenía para ofrecer, más que sangre, sudor y lágrimas, pero también esfuerzo.
En todos los casos, detrás de cada tríada siempre hay una cuarta pared, una suerte de mano invisible sin la cual las tríadas no terminan de cuajar.
En el Athletic Club tenemos una tríada defensiva de centrales: Yeray, Íñigo Martínez y Unai Núñez, cuya implantación ha conllevado una modificación del dibujo táctico del equipo. Con la zaga de tres se liberan los marcadores de punta para sumarse al ataque y a la presión a la altura de la defensa rival, una tarea que ya realizan las líneas de ataque y de creación.
El primer ensayo del nuevo esquema lo tuvimos en el último partido de Liga de 2019, con el empate en cero ante el Madrid. El segundo ensayo, en el partido cierre de la primera vuelta liguera, en la igualdad en un gol ante el Sevilla.
De momento, parece que la disposición de la tríada está dando resultado. Vale, faltan ajustar cosas, como la creación en el mediocampo o la persistencia en el control del balón (cada que vez que lo cedemos al rival cuando vamos ganando, nos terminan empatando o aun revirtiendo el resultado en derrota), por citar las dos más urgentes.
¿Y cuál es la “cuarta pared”, la mano invisible que mece a este Athletic? Creo que hay muchas. Gaizka Garitano es una, porque es quien determina la plantilla y escoge a quienes juegan. La afición es otra, porque alienta y, con sus múltiples observaciones, aporta ideas para mejorar el juego del equipo. El banquillo es otra de ellas, porque quienes allí se sientan acompañan serenos, a la espera de su oportunidad.
La calma conjunta ayuda a que el Athletic pueda pensar en que el actual octavo puesto en la clasificación con 29 puntos en 19 jornadas disputadas es plausiblemente mejorable, que los puestos europeos pueden alcanzarse. No por azar, sino por trabajo, ese único milagro, esa única suerte.
Me gusta esta tríada athleticzale que puede dar más juego aún, con ligeras variantes que podrían apuntalar el centro del campo y aun la delantera. Es un comienzo auspicioso de esta segunda vuelta de esta LaLiga Santander modelo 2019-2020.
Alejandra Herranz, periodista y blogger
@aleherranz