Me enamora

“Cada blanco en mi mente se vuelve color con verte, y el deseo de tenerte es más fuerte es más fuerte. Solo quiero que me lleves, de tu mano por la senda y atravesar el bosque que divide nuestras vidas; hay tantas cosas que me gustan hoy de ti… Me enamora que me hables con tu boca, me enamora, que me eleves hasta el cielo me enamora, que de mí sea tu alma soñadora, la esperanza de mis ojos, sin ti mi vida no tiene sentido, sin ti mi vida es como un remolino, de cenizas que se van, volando con el viento”.

Esta letra de Juanes me puso de nuevo los pies en la tierra el lunes por la mañana después de la dura derrota en Bilbao. Es verdad, queda lejos, pero me explico. Iba a en coche y empezaba el día y la semana con varios viajes previstos, tenía horas y kilómetros de carretera por delante. Cuando conduces mucho tienes ratos en los que la cabeza divaga y a veces para bien, otras para mal, la mente no para de trabajar y darle vueltas a las cosas. Estaba todavía sin digerir el descalabro de la víspera cuando sonó esta canción de Juanes en la radio y (aunque no soy especialmente fan del colombiano) oyendo la letra y dejándome llevar por la melodía fui recuperando esa sensación, esos recuerdos, ese orgullo, y fui llenando de nuevo la mochila de esperanza e ilusión para el partido de vuelta contra el Leipzig.

Quedaban días, había tiempo para que el equipo se recuperara anímicamente, y nosotros también. Pues bien, llegó el jueves y otro sopapo. Pero lo mejor de toda esta historia es que el viernes por la mañana, estaba otra vez en el coche, tempranito, ya en metido en carretera, con los goles de los alemanes rondando mi cabeza (aparecían como los árboles y las señales de tráfico de la autopista, por un lado, por el otro, por arriba…) y entonces, cambiando el dial de la radio continuamente (en uno de esos ratos en que nada de lo que oyes te gusta y lo cambias a los dos segundos) de repente suena otra vez Juanes con ese estribillo de “me enamora…” y no miento si digo que resucité por segunda vez en una semana.

Habían sido dos duros golpes en pocos días e incluso el mazazo de la eliminación copera todavía dolía en las profundidades, pero volvía a imaginar una Real ganadora, que vencía a Osasuna en Anoeta, que repetía victoria en Mallorca y que volviéramos a estar, como suele decirse, en la pomada. Y así fue. No creo que Juanes influyera en el buen partido ante los roijllos ni en que Silva y Merino dieran un espectáculo de fútbol ante los baleares, pero a mí me sirvió para darme cuenta una vez más de que la Real siempre vuelve y por eso siempre merece la pena esperarle.

Hace unos días se cumplieron dos años del pase a la final de Copa en Miranda. También entonces me metí una buena pechada de kilómetros y también mereció la pena. Si sonó la canción durante los viajes de ida y vuelta, sinceramente, no lo recuerdo, aunque iba (y volví) sobrado de moral. Fue un día muy bonito, como lo puede ser este sábado, porque la Real es capaz de darnos una nueva alegría ganando en Chamartin. Porque cuando alguien te enamora una y otra vez… solo puedes quererle una y otra vez. Y las que hagan falta.