Una trinchera llamada Real
Hoy es mi cumpleaños. 41, casado desde hace diez y con un hijo que en dos semanas cumplirá siete. Cada día estoy más convencido que amanezco diferente, que nazco de nuevo, y salvo lo que veo en el espejo al levantarme y alguna otra cosa, siento que soy una persona diferente a la de ayer y la de mañana. Me gusta el tinto y la lectura, por si alguno quiere tener un detallito. Como decía, cumplo años y juega la Real Sociedad, por lo que así a bote pronto un bonito regalo sería una victoria, que supondría tres puntitos muy ricos, alargar una de las mejores rachas de Europa (creo que el Nápoles anda también que se sale) y requeteconfirmar el gran comienzo de temporada.
Hay muchos motivos para la celebración, como la goleada europea del jueves pasado y la reciente renovación de Zubimendi, otro canterano que se asienta en el primer equipo y no solo eso, sino que se confirma como pieza importante en el once, por no hablar de que su nivel le pone en el punto de mira de los más ricos, que no de los más grandes. Y digo ricos por no decir que tienen a su disposición toda la pasta que quieran, como cuando jugabas al Monopoly en casa y te ponías tú de banca para birlar de vez en cuando unos billetes.
Decía que cada mañana siento como si naciera de nuevo y que salvo alguna cosa, siento que soy una persona diferente a la de ayer y la de mañana. Una de esas cosas que se salvan de mi nuevo yo mañanero es mi condición de realista, de txuri urdin, de forofo de la Real, llamadlo como queráis. Nací en el 81, un día como hoy, y para entonces ya había celebrado la primera liga en Alderdi Eder en la barriga de mi ama. De hecho nací con la segunda liga que ganaríamos ya empezada, inmejorable momento. En ambas ligas Arconada fue trofeo Zamora, y pasados los años la vida quiso que conociera a sus hijos y se mantenga una bonita relación. Nací y jugué de portero, y aunque no me dio para tanto, sigo sintiéndome portero, con o sin guantes. Dicen que estamos un poco locos. Puede que tengan razón.
A finales de 82 ganamos la Supercopa y meses después en abril del 83 nos robaron en Hamburgo la oportunidad de jugar una final de la Copa de Europa. Por entonces apenas tenía yo dos años pero estaba claro que nada de todo esto me resultaba ajeno. A finales de los 80 iba a Atotxa esporádicamente, qué recuerdos. Aquellas tarjetas que te agujereaban al pasar, el coger la almohadilla, el olor a puro…Recuerdo algunos cánticos, el barro, aquello era otro mundo. Con once años, en junio del 93, fui testigo del último partido en Atotxa, lo recuerdo perfectamente, marcando Oceano un gol para la historia. El pulmón portugués era por entonces mi ídolo y cuando me regalaron una foto dedicada y firmada por él aluciné. Ahí sigue la foto enmarcada en mi habitación de siempre. Por mi cuarenta aniversario del año pasado, mi querido primo me regaló una camiseta que Oceano había regalado a mi tío en aquella época; ahora dedicada y enviada por él mismo. De museo.
Antes, en el 87 Arconada levantó la Copa en La Romareda y ahí empezaba yo con apenas algo menos de seis años a prepararme para lo que me esperaba. Anoeta, mis primeras salidas fuera, Vigo, segunda, Old Trafford en Champions… Y no fui al Calderón cuando asesinaron a Aitor Zabaleta porque mis aitas no me dejaron. Sí estuvieron mi hermano, mi prima…Desde entonces, es gritar su nombre y se pone la piel de gallina.
La vida me trajo a Sevilla y en Sevilla tuvo que ser. Por fin un título que poder celebrar. Fui al Bernabéu primero y a Anduva después, sabía que esa Copa era nuestra. Qué final. Y qué rival. Qué partido, dominado de cabo a rabo. Fue en plena pandemia pero lo que viví desde dentro nunca hubiera sido igual en otras condiciones. Para la historia.
Por eso decía que si hay algo que lleva conmigo desde hace 41 años es la Real. Solo a los que os pasa lo mismo lo entendéis sin más explicaciones. Hoy os ha tocado aguantarme un poco, parezco un abuelo contando batallitas, pero en esta batalla llamada vida hay una trinchera en la que todo se ve de otro color, una trinchera en la que el mundo parece menos hostil, una trinchera infinita… una trinchera llamada Real.
Uy bonito 😍 luis
Bravo Ion.Zorionak. Me gustan tus escritos, nos los pasa tu ama.Sigue igual, no cambies. Un abrazo
Eres un grande!!!