La mirada de Sheba
En la vida, la teoría nos dice que las cosas tienen un orden, una lógica... Sin embargo, tarde o temprano, nos damos cuenta de que las cosas no siempre son como se esperan. A veces somos capaces de amar un club con el que no hemos crecido, a veces, somos capaces de preferir las derrotas de un color que las victorias de otro. A veces, y sólo a veces, nos damos cuenta de que la vida puede ser lo que nosotros queramos que sea.
Ayer tuvimos la oportunidad de escuchar a Sheba en la Tertulia 'Chus de Labra' (Onda Cero), y no vi números, vi pura empatía. No vi la cantidad de dinero que esta accionista de Portland consiguió para la ampliación de capital del Real Oviedo, no vi tan siquiera la magnitud numérica de la hazaña que se había conseguido meses atrás. Vi la mirada de una niña pequeña, embriagada de ilusión, en el cuerpo de una mujer madura, con kilómetros a sus espaldas, y con cierta dosis de locura. De sana locura. Vi lo que podría haber visto en cualquier persona de las que partió su vida en dos aquel noviembre de 2012, vi lo que veo cada domingo en el Tartiere. Y pensé que aquello era lo más maravilloso del mundo; no estaba ante una mera accionista de otro país, aquellos ojos azules eran carbayones, pero de raíz, con una raíz tan arraigada como la nuestra.
Me topé de bruces con ese ansia de saber, de experimentar, de reconocer... Como si hubiera nacido en plena calle Uría y hubiera estado años apartada de la ciudad y de la realidad que ansiaba. Pero no, nunca antes la había pisado. Nunca antes había tocado el Real Oviedo con los dedos y ahora palpaba con el alma hasta el último resquicio pintado por vosotros del Requexón. Se lo sabía todo. Me recordó a los niños. A los que se preguntan siempre el porqué de las cosas, memorizan cada detalle o incluso se quedan la noche en vela si así lo requiere su ilusión. No vi números, que nos dieron la vida entonces, vi esperanza, que nos hace más grande aún desde entonces. Pensé, una vez más, que no debiéramos descuidar nunca esa parte de nosotros mismos.
Explicarle a alguien ajeno esto, que hay personas capaces de sentir el aire que se respira aquí al otro lado del mundo, es muy complicado. Habría que empezar por explicar qué tipo de personas reman aquí, y qué tipo de personas reciben ese mismo impulso en Estados Unidos, Argentina o Inglaterra. Habría que empezar por gritar fuerte, pero de manera serena, que el club del que es inversor uno de los hombres más ricos del mundo, tiene su fuerza en el capital... en el capital humano.
Gracias Sheba, porque eres una de las miradas que representan a los cientos de personas que se sumaron antes o después a la sabia de este club. Pero permitidme la licencia también... Gracias Matías García (@mattuey), gracias Rodolfo Díaz (@RuddResistor); infinitas gracias a todas esas personas tan altruistas como oviedistas que sustentan Real Oviedo WFC. Sólo ellos saben todo el tiempo y esfuerzo que dedican para que todos los 'Sheba' del mundo puedan sentir en primera persona la locura a la que contribuyeron.