Fichajes frustrados, espantadas, retiradas, pistolas…y otro gol histórico.
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¿Recuerdan algún jugador egipcio que haya triunfado en Europa? Añadamos datos. Egipto, con siete, es el país que más Copas de África de selecciones tiene. No sólo eso a nivel de clubes, es de lejos el que más Champions africanas tiene. Entre Al Ahly (8) y Zamalek (5) gobiernan en el continente y en total su país cuenta con 14 títulos y 5 subcampeonatos africanos a nivel de equipos. Con esto y teniendo en cuenta que la última década ha sido además la más brillante (tres títulos para la selección en 2006-2008 y 2010), sería lógico que las ligas europeas se hubieran nutrido de los mejores futbolistas del continente africano. Pero no ha sido así.
Dándole la vuelta a la pregunta inicial, es probable que recordemos bastantes jugadores africanos, de al menos diez nacionalidades, que han triunfado y lo siguen haciendo en Inglaterra, Alemania, España o Italia, pero no así egipcios. Quizás el primer nombre que se nos viene a la mente es el de Ahmed Mido (31 años), aquel proyecto de Ibrahimovic egipcio que con su 1,90 y 20 años llegó al Ajax pero que acabó siendo un trotamundos con excesivos altibajos. Su carrera terminó a los 29 años, cuando otros están en el mejor momento y dejó atrás nada menos que 11 clubes de siete países diferentes. Mido no fue un ejemplo de regularidad, más bien de talento ingobernable que dejó sus mejores momentos en el Ajax, Tottenham o Roma y que pasó por España para disputar ocho partidos con el Celta en 2003. Es una buena explicación al porqué los futbolistas egipcios no han acabado de cuajar con el cambio de continente.
Otros grandes del fútbol de este país, como Mohamed Aboutrika, directamente no salieron nunca de Al Ahly, o se quedaron en un chispazo de tres meses como los ocho goles que hizo Zaki con el Wigan en un inicio de Premier tremendo en 2008 que nunca tuvo continuidad. Con todo, el fútbol egipcio sigue reinando en su continente como quedó de manifiesto hace unos días cuando Al Ahly (el club con más títulos internacionales en el fútbol mundial) conquistó la Copa Confederación ante el Sewe Sport de Costa de Marfil. Supuso este título el primero de un técnico español en África, al lograrlo el valenciano Juan Carlos Garrido, que emprendió el pasado verano esta etapa junto con Jorge Simó, uno de los preparadores físicos más reputados.
El polémico caso de Emad Meteab
Pero el gran héroe de la final fue el autor del gol que supuso el título, un cabezazo en el minuto 96’, sin duda un buen ejemplo de por qué los mejores jugadores egipcios no cuajan en Europa. Es el caso de Emad Meteab (o Moteab) (31 años), cuya carrera es un tobogán de rendimiento, plagada de incidencias que le han impedido trasladar a una liga más potente su buen rendimiento en Egipto, donde lo ha ganado todo. Allí, junto a Aboutrika y Barakat formaron un trío letal (apodado ‘El Triangulo de las Bermudas’) aunque ahora sólo él sigue en activo.
Meteab debuta en 2004 con Al Ahly y es pieza clave en la consecución de títulos. Máximo goleador de su liga, en 2007 vive su primer desembarco frustrado a Europa. El ariete se desplaza a Inglaterra para firmar por el Middlesbrough pero tras una semana allí, el club desestima su incorporación y firma a un compatriota suyo, Mohamed Shawky. Meses después, se formaliza su traspaso al Bristol City por dos millones de euros. Todo está encarrilado para que Meteab empiece su andadura en Inglaterra pero el delantero lo echa a perder.
Mientras llegan los documentos a Inglaterra, se formaliza el permiso de trabajo… Meteab regresa a Egipto y pese a tener la prohibición expresa del Bristol, el ariete decide jugar con Al Ahly el duelo clave ante Zamalek. Este acto hizo reflexionar al presidente del Bristol que rompió el traspaso en vista de que, antes de llegar, Meteab ya estaba dando problemas.
En 2010 de nuevo Europa llamó a su puerta y se cerró su fichaje por el Standard de Lieja. Meteab peleó con Al Ahly para irse al club belga y así lo logró…pero no llegó ni a debutar. Una vez en Lieja algo no le debió gustar pues al poco tiempo desapareció sin dar explicaciones y al poco tiempo volvía a estar en Egipto. Cuando Standard reclamó su regreso y amenazó con denunciar la situación a la FIFA con lo que se arriesgaba a una larga suspensión, el delantero empleó una argucia para salirse con la suya. Si unos meses antes se había matriculado en la universidad para así estar exento del servicio militar y poder irse a Bélgica, ahora comunicó que renunciaba a su matrícula universitaria, por lo que debía cumplir con su país y ya tenía argumento legal para no regresar al Standard.
Meteab regresaba a Al Ahly, donde su rendimiento era guadianesco, alternando goles con la selección y presencia en los torneos internacionales pero pocos goles en la competición local. A su carrera deportiva aún le faltaban varios capítulos polémicos, pues su currículum está lleno de goles e incidentes a partes iguales. En 2012, fue uno de los tres jugadores mayores de 23 años que Egipto llevó a los Juegos Olímpicos de Londres. El sueño olímpico se tornó en pesadilla cuando en el partido ante Nueva Zelanda (1-1) falló el gol de la victoria a puerta vacía en el último minuto. Las críticas que le llovieron en su país fueron tan desmesuradas que Meteab anunció que renunciaría a la selección, pese a tener un promedio goleador más que destacado.
Finalmente no llevaría a cabo su renuncia al equipo nacional, como tampoco su anterior anuncio de retirada, éste del fútbol profesional, tras la tragedia de Port Said. Aquel fatídico día (1 de febrero de 2012), 72 aficionados murieron en ese estadio, en unos gravísimos incidentes en los que había mucho más de política que de fútbol. Tras aquello, Meteab anunció junto a los otros dos mitos de Al Ahly, Aboutika y Barakat, que colgaban las botas y no volverían a jugar. Algo a lo que dieron marcha atrás semanas más tarde ante la insistencia de su club y su selección.
La temporada 13-14 no fue buena para Meteab, que parecía anunciar ya el ocaso de su carrera. No sólo eso, un nuevo escándalo estaba por llegar cuando en septiembre decidió amenazar con una pistola que llevaba en su coche a un policía que le había parado. La condena de seis meses de cárcel, reducida a tres posteriormente, pudo cambiar la historia pues, si hubiera ingresado en prisión esos seis meses, el pasado sábado 6 de diciembre a las 18:54 hubiera estado en la cárcel y no sobre el césped del estadio de El Cairo para cabecear un balón que acabó en gol de oro y que volvió a disparar su carrera hacia un cielo que ha conocido tanto como el infierno.