Caballo loco se hace grande
En las colinas negras de Dakota del Sur (las famosas Black Hills) se encuentra el monumento escultórico más grande del mundo. Ya sabemos que los norteamericanos son muy dados a las extravagancias, pero en esta ocasión se llevan la palma. La estatua en cuestión acumula más de medio siglo en construcción y mucho me temo que todavía le resta alguna que otra década para que esté finalizado. Cuando llegue ese momento, las famosas cuatro caras del monte Rushmore parecerán poca cosa.
Fue el escultor y dinamitero Korczak Ziolkowski el que decidió hace la tira consagrar su vida a levantar un monumenro en memoria de Caballo Loco, legendario jefe sioux-oglala que nunca se dejó retratar en vida y al que jamás derrotaron en el campo de batalla. El monumento mostrará al jefe aborigen sobre su caballo, señalando hacia el sur, el Valle de Los Muertos. Tashunka Witco (así se llamaba lengua oglala), nació al este de Paha Sapa, en las Colinas Negras en 1845 y su padre fue un reputado hombre-medicina.
Pues bien, la verdad es que después de pegarme un montón de kilómetros para llegar al monumento, lo que se encuentra uno es pelín decepcionante. Resulta que toda la familia de Ziolkowski, que tuvo mucha descendencia, viven de la obra y han montado una especie de centro de visitantes bastante hortera donde se pueden comprar todo tipo de objetos absurdos para meter dinero a la fundación. No son pocos los emocionados que van de vaqueros y que se dejan caer por allí.
Se puede acceder a la escultura, de tamaño realmente gigantesco. Eso lo cobran aparte de la entrada al centro, tiene gracia. Pero el día que llegué yo hacía muy mal tiempo y me quedé con las ganas. Cuando oscurece se realiza un espectáculo de fuegos articiales con rayos láser de color verde y mucha música. No pude verlo porque había demasiada niebla. En fin, el clásico sitio al que se acaba yendo, pero que no es muy emocionante.
