La invasión silenciosa de la hormiga argentina
La hormiga argentina ha logrado establecerse en todos los rincones del planeta, menos en la Antártida. De momento. La Linepithema humile, que así se llama, protagoniza de forma callada lo que no es ni más ni menos que una invasión silenciosa en toda regla. Estas pequeñas hormigas marrones han demostrado una sorprendente capacidad para establecerse en cualquier hábitat, lo que acaba siendo una amenaza para la biodiversidad e incluso para la salud humana.
En situación de necesidad, los individuos de nidos separados son capaces de dejar a un lado sus diferencias y frotar sus antenas como señal para compartir el alimento y el cuidado de sus respectivas reinas. Gracias a esta colaboración con sus semejantes la hormiga argentina no para de extenderse. Los científicos creen que parte de su éxito viene dado por una disminución del grupo de individuos, lo que permite reducir la diversidad genética y por tanto la competencia.
La creciente movilidad de personas por todo el mundo no hacen sino ayudar a la expansión de la Linepithema, que sin duda se ha convertido ya en una especie súper invasora. La mejora en las inspecciones de los barcos mercantes es algo incuestionable si se quiere poner fin a esta conquista. Ya se sabe que establecer estas medidas cuesta dinero y, como siempre, nadie quiere dar el primer paso.
Aparte de la hormiga argentina, diversas organizaciones científicas han denunciado la creciente multiplicación de otras especies que arrasan a su paso: se trata de la cucaracha gigante Periplaneta americana, el mosquito tigre y la chinche de cama.